José Antonio Móbil Beltetón
Delia Quiñonez | PUERTAS ABIERTAS–
Octubre ─emblemático y por siempre soñado─ acaba de abrirnos sus puertas en este 2024. Y esta tarde nos convoca para brindar una muestra sencilla de reconocimiento a nuestro amigo Tono Móbil.
No presento excusas por omitir nombrarlo doctor honoris causa con el que la Universidad de San Carlos de Guatemala lo distinguió en el año 2019, porque para don José Antonio Móbil Beltetón, la amistad siempre ha sido más entrañable que los títulos, honores y galardones con los que pueda ponerse en relieve su vida y su obra. Muchas pruebas concretas avalan esta afirmación que ha quedado en firme a lo largo de varias décadas de trabajo fructífero en donde lo colectivo ha privado por encima de lo individual, y cuando de amistad constructiva se trata.
Para quien ─como Tono Móbil─ nació «en esta cabecita de alfiler perdida en el mapa», el mundo ha sido ancho y propio, intenso y laborioso, alegre en la bohemia personalmente revelada; alegrías o penas a lo largo de un camino profundamente disfrutado. Una singular forma de existir, porque como lo afirma a propósito de uno de sus libros:
La vida, tan breve, demanda amar con exceso, con pasión plural, con alegría voluptuosa, con fuego voraz y crepitante. Ese reto también exige desairar los confines platónicos que confunden el amor con triste alegría, o suponen que la pasión es hielo abrasador o fuego helado.
Dentro de esa pasión plural, queda inmersa su pasión revolucionaria, signada desde los viejos días de su tránsito estudiantil en la Facultad de Derecho, etapa precedida por una adolescencia que experimentó, como muchos de nuestros padres, la alborada del 20 de octubre de 1944. Un periodo de afanes por construir ciudadanía; al que sigue más tarde, un indeseado pasaje más allá de las fronteras de Guatemala. Y luego, el retorno, para empezar de nuevo a construir ideales, a divulgar los hechos culturales de nuestra patria generosa y a la vez mantener la denuncia en una sociedad dañada profundamente por el egoísmo y la injusticia.
Sin pretensión de memorias de intelectual de relevancia y trascendencia, Tono nos brinda noticias suyas, desde los inicios de su vida, en 1930, hasta más o menos la última década de ese siglo XX ─inverosímil, transformador y díscolo─, por medio de una obra que encanta por su destreza narrativa, pero que es inmensamente grávida de información que no debe hurtarse a la memoria. Esos años de paso y travesía del escritor quedan prendidas en el volumen Los móviles de Tono (2005) donde se entrecruzan los caminos de un niño-joven-adulto y un ciudadano inmerso en décadas históricas vividas con un singular protagonismo, porque como él señala, «Yo tenía 14 años, ese día surgió en mí la conciencia democrática».
Vivió ese estado de fe en la democracia, siendo miembro del secretariado de la Asociación de Estudiantes Universitarios ─AEU─; y durante su exilio en Chile siguió dedicado a su formación académica y política. A su regreso, en 1957, fue director del semanario El Estudiante en su segunda época (1958-1959). En esos mismos años y hasta 1962, fue director del mensuario Lanzas y Letras, un esfuerzo cultural que compartió con los intelectuales Roberto Díaz Castillo y Ariel Deleón.
Los móviles de Tono, en su afán por contribuir a la construcción de un país no soñado, sino real, han sido el sostén de su trabajo; mismo que se fundamenta no solo en sus ideales como ciudadano, sino también por su formación en las aulas del Instituto Nacional Central para Varones y luego en la vecindad donde se ubicaba lo que Tono llama «la escuela de Leyes» y que según sus palabras:
me absorbió y sedujo por completo (…) Cruzamos los dinteles y las arcadas del hermoso edificio y creíamos pasar del orden sepulcral a la aventura del diálogo abierto.
Tal afirmación, nos remite a esa esperanza que la generación de Antonio Móbil mantuvo inclaudicable y que resurge con intensidad a lo largo de muchos amaneceres que todavía no llegan, pero que esperan un florecimiento -acaso lento- pero seguro y prodigioso.
Durante una de sus etapas de vida política, Tono fundó el Comité Ejecutivo del Frente Democrático Nueva Guatemala; fue electo diputado ─por la lista nacional─ al Congreso de la República, organismo al cual representó en distintas conferencias interparlamentarias.
Una vez retirado de la acción política partidista logra convocar, en 1989, a un significado grupo de intelectuales y funda la Asociación Cultural de Guatemala, una entidad que se dedicó durante más de cinco años, a mantener viva la preeminencia de la cultura como eje fundamental del desarrollo del país. Fructíferos años que se tradujeron en más de cien actividades: foros, presentaciones de libros y la publicación de cuatro revistas propias. Y en el fondo de toda esta ebullición cultural, siempre presente el liderazgo de Tono Móbil, quien fiel a su propio ideario, la atribuye al trabajo de un colectivo que se sostuvo austeramente con aportes estrictamente personales.
En resumen, Los móviles de Tono es un libro particularmente entrañable a su autor, por la ligazón eterna a la vida y a la «cabecita de alfileres» donde nace y vive con alegría y reflexiva nostalgia:
Siempre regreso, más curtido y sereno, con asombro de niño, a gozar el antiguo aguacero tibio; a los temporales de agua furiosa; a los cielos serenos de enero; a la torridez de marzos y abriles que derriten procesiones y muchedumbres. Siempre vuelvo a mi gente, a mis problemas, a este cotidiano sobrevivir que no cesa y me sujeta.
A propósito de esa inmensa faceta de escritor de Tono y en este momento de cariñoso abrazo, no cabe citar un largo catálogo de obras que Tono Móbil ha dejado para enriquecer la bibliografía guatemalteca. Pero sí cabe resaltar sus obras con clara intención didáctica y divulgativa: muestras que después de una historia oficial de relativa veracidad, nos acercó al conocimiento sin regateos de muchísimos personajes históricos de Guatemala; o bien a la historia del arte guatemalteco; a las etapas relevantes de la literatura de nuestro país, de Hispanoamérica y del mundo. Nos ha ilustrado con análisis respecto de la geografía económica de Guatemala; así también, nos ha identificado con el perfil de Guatemala, su pueblo y su historia; donde también caben hechos de la década revolucionaria 1944-1954 de esta nación nuestra, generosa y plena de dones que no pierde la esperanza en recuperar su esencia como pueblo solidario y frutecido por el trabajo y la dignidad de sus pueblos.
Si de construir se trata, Antonio Móbil ha volcado en ello su vida de lector empedernido, de escritor sin tregua, de investigador, crítico riguroso y de estudioso de la ciencia política, para fijar hechos memorables e imprescindibles para la comprensión de Guatemala como país y como esencialidad cultural. Lo prueban enjundiosos trabajos donde configura presencias ineludibles en la vida y la historia de Guatemala.
Uno de ellos, el ensayo Cardoza y Aragón, materialista dialéctico y surrealista militante. Aquí, Tono Móbil revisita a ese guatemalteco universal que un día dijo, a propósito de la Revista de Guatemala (de la que fue fundador) asediada por el partidismo del momento:
Destruiremos la revista o nos retiraremos de ella, cuando la menor intervención pretenda insinuarse contra nuestra imprescindible libertad” (…) porque “no es fácil entender, con análisis somero, cómo una sociedad nueva no busca al mismo tiempo formas nuevas. Parece absurdo que un movimiento revolucionario se aferre a estilos conservadores.
(El río. Novelas de Caballerías. 1986)
Este ensayo es una muestra más del ojo profundo con el que Antonio Móbil examina y replantea el influjo de un Cardoza y Aragón firme en sus convicciones de cara a la modernidad, a la libertad creativa y a la calidad estética como requisito fundamental de todo escritor.
Mención especial ha merecido su acucioso estudio, publicado en dos tomos, titulado Guatemala, el lado oscuro de la historia (2012) que, al decir del historiador y sociólogo Carlos Figueroa Ibarra, «es una detenida revisión del desenvolvimiento histórico del país, que arranca con la llegada de los primeros pobladores al territorio de lo que hoy es Guatemala para concluir con una parte importante del periodo gubernamental que va de del 2012 al 2016».
En el último año citado, Tono brinda otro importante aporte a la bibliografía del arte guatemalteco. Se trata de un estudio hermosamente ilustrado, con obras de su propia colección privada, que titula Del realismo a la abstracción, donde expone las principales tendencias y manifestaciones del arte visual en Guatemala, desde 1954 hasta 2014. Ciertamente, es en buena parte, un recuento de las corrientes pictóricas de varios pueblos originarios y también, una visión crítica del abstraccionismo en las artes plásticas de Latinoamérica y nuestro país, sobre la base de un estudio publicado originalmente en Guatemala, historia reciente, 1954-1996, (Tomo V) por Flacso Guatemala. (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. 2013).
Las dos últimas obras mencionadas no son sino fruto del más profundo interés que Antonio Móbil ha demostrado por la cultura de Guatemala. Temáticas que conjugan una visión totalizadora de cómo, en ese entramado histórico tan complejo como el de nuestro país, se producen realizaciones estéticas de alta calidad universal, de técnicas renovadoras y de mensajes hondamente enraizadas en la espiritualidad colectiva de las culturas que cohabitan en este pequeño espacio de vida y singular fuerza telúrica.
Y si hablamos de realidades, Tono Móbil, el ciudadano, el escritor y el político, habita un mundo de realidades de toda índole. Pero también habita un mundo de florida imaginación: un universo donde el sentido del humor, el erotismo, y el lenguaje exquisitamente metafórico hacen de las suyas, con elegancia y propiedad. Un predio virtuoso para solazarse con la antigüedad intensamente renovada, vivaz y audaz; para hablar del hombre y sus disfrutes eternos, del mundo como vida plena y materia de interpretaciones sin ociosas culpas, porque ese predio no lo permite. Todo esto, concentrado en Yo, lesbiano, del 2007, imposible de pasar por alto en este sencillo recorrido en torno a la vida y obra de un guatemalteco que brinda sus numerosas facetas a la vida de nuestro pueblo.
Tantas cosas podríamos decir de don José Antonio Móbil Beltetón: de su amor paternal y de amoroso compañero; de sus variadas empresas constructivas, de su hospitalidad generosa y cordial; de la palabra con la que siempre ha estimulado vocaciones artísticas y del abrazo fraterno a sus amigos; abrazo que les dispensa siempre en sus recuerdos de hombre y ciudadano de idas y venidas en busca de una confraternidad inmensa y solidaria. Dejo, por mi parte, un mensaje sencillo de gratitud, a quien ha sabido entregar a los demás, dones frutecidos con sincera y permanente cotidianidad.
Ciudad de Guatemala
Viernes 4 de octubre de 2024
Salón de Banderas del
Palacio Nacional de la Cultura
Fotografía principal por David Toro tomada de Prensa Comunitaria.
Delia Quiñonez
Escritora, académica y promotora cultural . Premio Nacional de Literatura 2016. Autora de poesía, narrativa breve, ensayos y comentarios sobre temas culturales, literarios y feministas.
Muchas gracias Delia, por producir un texto así de demostrativo de la estatura humana, intelectual y política de nuestro querido Tono; que querríamos co-suscribir.