Resistirse o morir
Carlos Enrique Fuentes Sánchez | Política y sociedad / EL EDUCADOR
La semana pasada, a pesar del aumento de contagiados y de fallecidos por el COVID-19, el Gobierno autorizó la apertura de bares, restaurantes, piscinas y todo tipo de lugares de recreo. El último fin de semana fue terrible ver los miles de guatemaltecos paseando por la sexta avenida, en la ciudad capital. Con mascarilla, pero amontonados en un ambiente en el que el virus está presente. Igualmente ocurrió en playas, piscinas y algunos centros comerciales.
También ocurrió en las cabeceras departamentales y municipales. Algunos abordaron los buses sin mayores restricciones, sin guardar el distanciamiento social, convencidos de que «la enfermedad ya se fue» porque el presidente de la República ya abrió todo. Se vio los mercados y comedores atestados de gente, con niños y personas de la tercera edad, sumidos en el consumismo.
Los casos de Trump y Giammattei (quién sabe si de verdad se enfermaron o solo fue una cortina de humo para desviar la atención de los problemas personales y políticos que tienen), quienes dicen haber superado la enfermedad, instaron a la gente a salir y «reactivar la economía». Y la gente cayó en la trampa. Allí va el montón obedeciendo el mensaje subliminal de «su» presidente, abandonando todo cuidado con respecto de la pandemia. Fiestas por aquí, cultos y misas por allá, etcétera. ¿Piensan acaso que son invulnerables? O piensan, de verdad, que «ya se fue la enfermedad».
En las redes sociales, no obstante, muchos mensajes y mensajeros llaman a continuar con las medidas de protección: «Pa’que me cuidaste tanto, si hoy me mandas a la muerte»; «El país se abrió. Se abrió la carrera para ver quien llega vivo a navidad». «El país se abrió para que salgas a buscar al virus», etcétera. Y otros que son más directos como: «¡Protéjase! ¡Cuide a su familia!», «Mantenga los protocolos», entre otros, pero… ¡la gente no hace caso!, «Hasta que no les pase algo en la familia no van a entender», dicen los que se cuidan.
La alegría ha hecho que la mayoría de personas se hayan olvidado de otros problemas sociales presentes en el país. Hay inundaciones en la ciudad capital, Quetzaltenango y Mazatenango, incluso con personas muertas; al abrir el comercio de nuevo se han abierto las extorsiones, ha aumentado el número de accidentes vehiculares y retornaron los atascos en varios puntos del país. Pero, por sobre todo, se han olvidado de otros problemas fundamentales: la no elección de magistrados para la CSJ y las Cortes de Apelaciones, el Centro de Gobierno; la desnutrición infantil; el destino del dinero de los préstamos y el racismo y la discriminación.
En el primer caso, la mayoría de los diputados al Congreso no quiere cumplir con el mandato de nombrar a los magistrados, para poder mantener vigente el Pacto de Corruptos. Ha pasado ya un año y dichos magistrados no han sido electos, lo que viola no solo la legislación, sino los derechos ciudadanos de los aspirantes. Aparte, también se debe a que seis partidos están a punto de ser suprimidos del tinglado político, y sus respectivos diputados andan locos porque eso cambiará las fuerzas dentro del Congreso. Visitas al hospital de Santa Lucía y las citaciones de algunos diputados al director del Centro de Gobierno, han evidenciado lo ilegal de dicho Centro, y hasta las mentiras para poder mantenerlo.
Resulta cínico y desvergonzado celebrar el «Día del Niño» en un país donde el 50 % de menores de 5 años sufre desnutrición crónica y son muchos los que mueren cada año. Miles de menores de 18 años son violadas y embarazadas y, lo peor, algunos miles son niñas menores de 14 años, violadas por hombres de la propia familia. Miles de niños no asisten a la escuela y son explotados en las fincas de café y en las calles de la ciudad. Otros se integran a las «maras» desde pequeños y miles siguen siendo enviados ilegalmente hacia Estados Unidos de América. ¿Feliz Día del Niño?
Igualmente, la gente continúa preguntándose a dónde fue a parar el dinero de los préstamos que se emplearía para solventar las dificultades provocadas por el COVID-19, porque los reportes de prensa dan a conocer que muy poco de ese dinero ha sido empleado para las necesidades previstas. De esa suerte, sigue habiendo miles de personas que nunca recibieron ayuda, cientos de médicos que no recibieron sueldo, hospitales sin equipo, etcétera. La corrupción brilla.
El lunes próximo se conmemora el «Día de la Raza» o «Día de la Hispanidad», ahora mejor llamado «Día de la resistencia negra, indígena y popular», nominación esta que viene desde 1992, cuando la Dra. Rigoberta Menchú obtuvo el Premio Nobel de la Paz. No obstante, el racismo y la discriminación continúan, evidenciados en hechos como lo ocurrido últimamente en La Antigua Guatemala, en donde personas mayas fueron agredidas por la policía por querer vender sus artesanías. Esto, en su propio país, en su propia ciudad. La idea de que Guatemala es «la patria del criollo» sigue estando vigente.
La vida de cada guatemalteco, ante un Gobierno ineficiente, depende de sí mismo y de lo que pueda hacer y aconsejar a sus vecinos. Es cuestión de resistirse a salir, aunque el presidente lo sugiera indirectamente. Es de entender que aún se está lejos de superar el problema de la pandemia. Cuestión de mantenerse vivos para, durante y después de la pandemia, mantener la lucha contra esos problemas económico-sociales que agobian a Guatemala. Resistirse, o morir. Usted decide.
Carlos Enrique Fuentes Sánchez
Pedagogo y Educador, con 40 años de experiencia docente en los diferentes niveles del Sistema Educativo nacional; surgido de los barrios pobres de la Capital pero formado en diferentes departamentos de la republica. participante y decisor en procesos y redacción de documentos de trascendencia en la educación nacional en los últimos años. Asqueado de la historia de injusticia social que vive Guatemala desde la invasión Española, así como de la historia de masacres y crímenes políticos sufridos por la población, aspira a una Guatemala diferente, justa, democrática y humana, a la cual se pueda llegar por medio de una educación popular y revolucionaria, para todos y todas.
Correo: [email protected]
Así van las cosas en una «nueva normalidad» que se parece demasiado a la antigua. En este rincón marginal de un Macondo con mucho paisaje pero poca ciudadanía. Por eso es que la Educación está como está, para mantener las cosas como están… Normales.