Y Giammattei sigue sembrando vientos
Virgilio Álvarez Aragón | Política y sociedad / PUPITRE ROTO
No es para nada un secreto que las relaciones políticas y sociales entre Alejandro Giammattei y el vicepresidente, Guillermo Castillo, no son las mejores. Surgidos de los bajos escalones de los grupos proempresariales, ambos tienen claro que son eso: administradores de los intereses de los grupos de poder económico que, en Guatemala, se empecinan en vegetar sin trabajar, extrayendo hasta la última gota de sudor de la fuerza de trabajo de los laboriosos guatemaltecos, tanto de los que se han quedado presos en el país, como de los que han podido huir y ahora les alimentan con sus remesas.
Si Giammattei les ha servido de sus aparatos represivos, Castillo lo ha sido desde la gestión de sus intereses corporativos. Cuando Giammattei se desempeñó como director del Sistema Penitenciario, de triste recordación, Castillo fue gerente del Intecap. Mientras uno se especializó en el trabajo sucio y nada transparente, el otro navegó con bandera de administrador del sistema de capacitación de fuerza de trabajo. Agotado y fracasado el proyecto empresarial desarrollista que no consiguió consolidar Óscar Berger, a Giammattei le entraron pronto sueños de grandeza y se empeñó en ser presidente de la República. A Castillo, en cambio, le tocó pasar a defender los intereses empresariales desde la Corte de Apelaciones de lo Contencioso, a donde llegó en 2009, como parte de las cuotas de magistrados que la ya escuálida GANA negoció con LIDER, Patriota y UNE.
Llegados los momentos turbios de la elección de nuevos magistrados, Castillo no arriesgó el pellejo y se convirtió en director ejecutivo de la Cámara de Comercio, es decir, en el ejecutor de las decisiones de los grandes comerciantes, defendiendo sus oscuros intereses. Para entonces, Giammattei seguía mendigando apoyos financieros y políticos para convertir en realidad su sueño de buena vida y mandamás.
De esa cuenta, si bien ambos provienen de la misma matriz ideológica y política, han navegado por aguas diferentes. El uno, sin convicciones pero sí muchas pasiones, ha vendido no solo el alma sino hasta los zapatos para gerenciar el país a favor de los intereses de la lumpen oligarquía nacional. Los ocho meses de gestión lo han retratado de cuerpo entero y tridimensional: violento, autoritario, incoherente, demagogo, pero firme defensor de los intereses y beneficios de quienes lo financiaron e impusieron en el cargo.
El otro, en cambio, navega bajo de agua, con poco impulso y, por lo que parece, poco experto en la compra y negociación de votos y favores. No puede dar empleo a los amigos y no tiene bancada propia, ni opinión en la selección de los ministros. Guillermo Castillo, en consecuencia, esta solo y desamparado, apenas sostenido por lo que queda de profesional y serio en la embajada estadounidense en Guatemala, ya que los empresarios a los que ha servido están más que felices con el servilismo criminal de Giammattei.
Todo indica que Castillo no ambicionaba grandes honores y ganancias. Siempre ha sido hombre tras bambalinas, y se habría conformado con ser un vicepresidente al estilo chapín, poco activo pero tomado en cuenta, con poca influencia pero con espacio propio. Evidentemente no se soñó un cero a la izquierda como Fuentes Soria, pero tampoco mimetizado en su presidente como Jafeth Cabrera. Amable pero no servil, puede que haya dicho.
El cargo de vicepresidente en Guatemala, como en casi todos los países donde existe el cargo, tiene poco espacio de poder, dirige un sinfín de comisiones que, ante la importancia que se le ha dado al Centro de Gobierno, ni huelen ni hieden. Y esta es la razón y causa de las desavenencias. Miguel Martínez, convertido en cuasi primer ministro, reina e impera en todo el aparato de gobierno, usurpando las funciones del vicepresidente.
Razón enorme tiene Guillermo Castillo cuando en el mensaje hecho público le dice al presidente que es lamentable que «el riesgo a la vida de millones de guatemaltecos (…) lo deje a última hora», dejando claro que no se ha convocado a los ministros para debatir el asunto, siendo citados apenas para recibir instrucciones. Giammattei reclamó, en la entrevista radial en la que no se le exigieron respuestas contundentes, que el vicepresidente no se ha «asomado a los ministerios», como si la labor de gestión fuese de espionaje y no de acciones coordinadas. Castillo no puede convocar a los ministros sin autorización del presidente, pues si bien el inciso g, del artículo 191 de la Constitución establece que debe «Coordinar la labor de los ministros de Estado», estaría subvirtiendo el orden al no tener comunicación con el presidente. ¿Cómo va a coordinar a los ministros si estos están siendo supervisados y controlados por el director del Centro de Gobierno?
Dado el estilo autoritario, centralizador e improvisado de Giammattei, Castillo se ha visto impedido de cumplir con el mandato constitucional que ese mismo artículo 191 establece así: «c. Coadyuvar, con el Presidente de la República, en la dirección de la política general del Gobierno» y «d. Participar, conjuntamente con el Presidente de la República, en la formulación de la política exterior y las relaciones internacionales, así como desempeñar misiones diplomáticas o de otra naturaleza en el exterior».
Tan ha sido marginado en sus funciones que el discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas lo efectuó el canciller, sin que Guillermo Castillo haya sido invitado a poner, al menos, una coma en esa exposición. El vicepresidente está siendo orillado a una situación compleja e inusitada. Está claro que no podrá ser para Alejandro Giammattei lo que Francisco Reyes fue para Alfonso Portillo, mucho menos el aliado sabio que fue Roberto Carpio para Vinicio Cerezo. Le resta, en consecuencia, el camino de la dignidad y la denuncia, pues sería triste y lamentable que tomara el rumbo de la traición tardía que asumió Rafael Espada.
Es de esperar, en consecuencia, que sea él quien, entre otras cosas, diga a la población quiénes y cómo financiaron la costosa e ilegal campaña propagandística que condujeron Poll Anria y Kif Nava. Que de su parte sepamos por qué y por órdenes de quién se persigue a periodistas. Que sea él, como vicepresidente, quien nos aclare por qué los diputados se empecinan en incumplir el mandato de la Corte de Constitucionalidad que los conmina a elegir cuanto antes a los nuevos magistrados. Esperamos también que, como principal afectado, denuncie ante los órganos competentes la inconstitucional creación y funcionamiento del Centro de Gobierno, así como toda la retahíla de comisiones presidenciales que solo duplican funciones y despilfarran recursos públicos.
Todos sabemos que la Guatemala que él imaginó apoyar a construir no es la de la inclusión y reducción de desigualdades, pero, al menos, es de suponer que pretendía hacer un ejercicio público honesto y proactivo en beneficio de las grandes mayorías, sin descuidar, claro está, a los que desde siempre han sido sus patronos. Asumir un papel crítico y beligerante es el único camino decente que le queda, estando aún a tiempo para ser quien, con fuerza y seriedad, consiga que este barco, por décadas estancado en alta mar, tome al menos un rumbo.
Fotografía principal, consejo de ministros, 29 de septiembre de 2020, tomada de Twitter.
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Virgilio Álvarez Aragón
Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.
Muy buen artículo, felicitaciones. Lamentablemente esa es nuestra Guatemala y ese es el precio que tenemos que pagar por las equivocaciones de la mayoría de los guatemaltecos, que cada cuatro años eligen a una pandilla de delincuentes. Es sabido que históricamente hemos tenido una fauna de la peor calaña, los que han dirigido nuestro país, entre ellos: asesinos, ladrones, narcos, violadores, hasta analfabetas y hasta maricones. Qué lamentable.
Cada CUATRO AÑOS, eligen o ELEGIMOS?? Que pena, pues si SE involucrará, seguramente SI tendríamos un mejor gobierno.
Excelente artículo, yo también espero que don Guillermo reaccione y hable de una vez por todas, sabe muchas cosas y quedaría como un héroe si desenmascara a giammatei, así tenga que renunciar, saldría por la puerta grande y con la cabeza en alto.
Que bueno saber de Virgilio, es gratificante. Ya Guatemala, de nuevo, cuenta con «una pluma» C9NSECUENTE y. VALIENTE.Exitos.VIRGILIO, para AUTENTICA y VEHEMENTE defensa de GUATEMALA.
03 OCTUBRE 2020.
No cabe duda de que la historia nos pone en el lugar exacto para interpretar nuestra actual realidad. En el caso del vicepresidente Marroquín Rojas le taparon la boca crítica pero de todos modos entendemos que la actual figura sólo es un adorno. En conclusión. Debe desaparecer la figura de vicepresidente y otras figuras mas y modificar el congreso con dos representantes por cada departamento, no sirven para nada solo para ocupar como parqueo la 9 y 8 avenida de la zona 1