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-Suleydis Hernández Milán | NARRATIVA

Mañana temprano iré a su casa, tendré, luego de dos meses, otro domingo completamente feliz. No conozco bien el significado que en el mundo le atribuyen las personas al domingo, pero para los cubanos, puede resultar un día de descanso-obligatorio, o voluntario, depende de la cantidad de dinero con que cuente el bolsillo, de las ofertas, muchas veces escasas en un día en el que oficialmente no se trabaja, y por supuesto, de si el individuo necesita reponerse de horas fatigantes de trabajo, o –en la mayoría de los casos–, de horas de resaca festiva, habitualmente obtenidas entre el viernes y el sábado.

Aunque también existen los que viven la vida en un eterno carnaval, y como en una buena parte de nuestros centros de trabajo no se trabaja –¡por muy increíble que parezca!–, hay suficiente energía para todo tipo de actividades recreativas. Otros destinan la jornada para visitar a los amigos, a familiares lejanos o para encontrarse con algún amante y dedicarle más tiempo que los apurados raticos de los días entre semana.

Para mí, el domingo ha sido siempre el día más fastidioso de la semana, sin embargo, desde que lo conocí, todo cambió.

Cuando despertábamos a las nueve de la mañana debía vestirme e ir a casa, mas él no me dejaba con sus ganas de amar. Llegaba la hora del almuerzo y su madre nos apuraba para sentarnos a la mesa (costumbre casi extinguida). Me parecía odioso, prefería hacerlo en el cuarto para continuar en nuestro juego de enamorados, a ser obligada a mantener esa postura tiesa y formal durante el almuerzo. Aun así, buscábamos cualquier tipo de contacto desde un choque de pies hasta un roce de manos al pasar un plato.

Luego me ponía a fregar la vajilla y la mayoría de las veces me ayudaba. Al terminar decía: «Para qué te vas a ir ahora si ya son casi las dos de la tarde». Con muy poca reflexión coincidía con su idea, y así entrábamos nuevamente a su cuarto e intercalábamos el sueño con el incesante deseo de amarnos. En la noche, sus amigos nos interrumpían muchas veces haciendo sonar el teléfono. A veces no lo dejaba casi ni hablar pues sabía perfectamente como desconcentrarlo. Entonces le explotaba una risa nerviosa que era interpretada enseguida por la persona al otro lado del teléfono.

Especial fue aquel domingo en el cual juntos pintamos una parte de su casa. Al finalizar estábamos muy cansados, sobre todo por el constante jugueteo a colorearnos de verde y luego a mojar nuestras ropas con el agua del piso de la cocina. Mi suegra alarmada no dejaba de regañarnos, preocupada por sus juegos de taza y por la uniformidad de la pintura en las paredes.

Era muy bueno también pasar la tarde con sus amigos. Me gustaba escuchar música con ellos y sentirlos hablar apasionados de sus proyectos y cómo los llevarían a cabo. Me miraba en todo momento sosteniendo mi mano con rostro de futuro, mas todo cambió.

Hace tiempo sus domingos ya no se ocupan de mí, y sí la incertidumbre. Pero no importa, ¡ya acabó!, mañana todo será como antes. Llegaré, saludaré a la muchacha que estará trabajando en la cafetería de su madre ubicada entre la sala y el portal de la casa, y preguntaré por él. Ella contestará: «Salió un momento, pero dejó dicho que lo esperaras». No podía ser puntual ni formal, es como si fuera en contra de su naturaleza. Sentada en un sillón veré a Luci (la dependiente) dirigirse a la habitación de mi suegra para avisarle que Lola ha llegado. Soñolienta vendrá a saludarme y preguntará por mi familia.

– ¿Te encuentras bien? –preguntará caminando por el pasillo al costado del cuarto en dirección a mí.
– Sí. ¿Veía una de sus novelas? (mi suegra malgasta su día frente a la tele consumiendo acríticamente las pésimas novelas mexicanas –con el respeto de los mexicanos– las cuales hacen que la gente piense aún más en el dinero –el gran tema debatido en Cuba–, pues solo se logra la felicidad en sus finales si se tiene una gran suma en el banco, y que, además, persigan un maldito modelo de belleza).
– Sí, no hay nada más para entretenerse aquí. Alberto salió un momento a comprar algunas cosas para la casa, pero vendrá pronto. Entra a su cuarto si quieres y espéralo ahí.
– ¡Ah!, está bien, gracias.

Entraré. Acostada en su cama recordaré todas las cosas por las que no me importaría gritar cuánto lo amo y me desespero por tan solo escuchar su voz, por contemplar esa mirada repleta de la dulzura a la que a veces no alcanzan sus caricias, y sentir en ese cuerpo la fragancia a la cual nombré olor a viejo… ¡viejo!, sí, así son mis momentos a su lado.

Lo amo, lo amo demasiado y no me interesa oír a aquellos que me llaman loca por querer a alguien –para el que dicen– cualquier cosa importa más. Todo está claro: ¡los demás no lo comprenden! Es muy determinado en sus objetivos y por eso prioriza lo necesario para no fallar. No permite tropiezos ni entretenimientos cuando de su futuro se trata. Entiendo, no podemos vernos en ocasiones durante un mes –o más–, pues necesita progresar en la grabación de su disco, y promover su música, pero donde se encuentre piensa en mí, ¡y así me lo demuestra cuando hace sonar mi teléfono a las dos o tres de la madrugada!

¡Ay!, ¿qué horas es?… ¿y el teléfono?… ¡ah!, aquí, por mi lado izquierdo… ¡es muy tarde!, tres de la madrugada. Debo dormir.

Horribles estas ojeras, afortunadamente compré hace poco corrector. Debía haber dormido más.

Alcanzo a tomar el bus casi en marcha cuando llegué a la terminal. Tuve suerte después de todo. Es muy complicado viajar el fin de semana de un municipio a otro, sobre todo a uno no tan favorecido por los transportistas.

La gente habla sin parar y cada cosa dicha se vuelve más estúpida. Sería mejor escuchar música, pero ni siquiera tengo deseos de ello, solo de llegar y plantar mis pies en su casa para no sentir que puedo caer. Ya percibo su boca ansiosa. No puedo menos que reír y aunque la señora a mi lado me mira con expresión de ¡está loca!, no me importa, porque río como mismo lo haré cuando sienta sus brazos y desenfrenadamente casi rompa mi ropa para extraerla. Por eso traje un vestido, es más fácil, y también porque sé que le encanta cómo me lucen. Escogí el mismo del día en el cual nos conocimos, siempre me ha traído buena suerte y hoy no será la excepción. Él pedirá pasar más tiempo juntos y se disculpará por haber estado demasiado alejado en el último tiempo.

Llegamos. ¡Estoy cerca! La muchacha de la cafetería me ha visto y sonríe, nunca lo había hecho. Seguramente se alegra de verme después de este largo tiempo que mi amor sabrá recompensar muy bien.

– Hola, ¿cómo estás?
– Bien, ¿y tú?
– Muy bien, gracias.
– Entra, la puerta está abierta.
– ¿Y Alberto?
– No sé, y sonríe de nuevo. Ana está en su cuarto, la llamaré.

Cinco minutos después sale Ana a mi encuentro, se interesa por mi salud y manifiesta alegrarse de verme. Con mucha naturalidad anuncia:

– Debió avisarte al móvil. Dijo que lo siente, había olvidado el cumpleaños de su amigo Pablo. Él vino a buscarlo y no podía negarse.


Este texto fue seleccionado de entre los que participaron en la Convocatoria que la revista gAZeta abriera en febrero de 2020. La selección estuvo a cargo de Ana María Rodas, Andrea Cabarrús, Antonio Móbil, Carlos Gerardo, Diana Morales, Eynard Menéndez, Gustavo Bracamonte, Jaime Barrios, Leonardo Rossiello, Luis Eduardo Rivera, Manuel Rodas, Marco Valerio Reyes, Marcos Gutierrez, Marian Godínez, Monica Albizúrez, Roberto Cifuentes, Rómulo Mar, Ruth Vaides y Tania Hernández, a quienes agradecemos enormemente su apoyo y dedicación en este proyecto.

Imagen principal por Eliecer Dioel Soroa Morales.

Suleydis Hernández Milán

(Suleh Milán), 28 años. Nació el 30 de septiembre de 1991 en Artemisa. Lic. Estudios Socioculturales en la Universidad Agraria de La Habana Fructuoso Rodríguez Pérez en 2014. Narradora, poetisa y guionista. Graduada del Taller de Teoría y Práctica Poética «El restaurador anónimo» y de los cursos de Guion Audiovisual y Guion para Radio desarrollados en la UNEAC de Artemisa durante el 2019. Obtuvo la segunda mención de poesía en el certamen convocado por el Primer Curso Provincial de Literatura creativa Cirilo Villaverde y el Premio Especial de Guion de Audiovisuales Reineirio Flores Corbelle, en el Festival Cine Plaza 2019.

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4 Comentarios

  1. Suleh Milán 27/09/2020

    Hola!!!
    Le agradezco muchísimo a la revista por la publicación de mi cuento, así como por el acompañamiento de la ilustración de mi amigo Eliecer Soroa Morales. Si desean encontrar más trabajos nuestros podrán hacerlo en las cuentas de Instagram @sulehmilan y @actually_eliecers. En mi perfil no sólo escribo narrativa sino además poesía, reflexiones, frases y recomendaciones literarias. Espero disfruten el cuento aquí presentado. Gracias.

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  2. Yannier Cruz 27/09/2020

    Hermosa ilustración, transmite mucho sentimiento
    Destilando amor, fantástico y muy sugerente, acompaña una narrativa excelente, mis felicitaciones!
    Eliecer Dioel Soroa Morales, me encanta tu dibujo❤

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  3. Eliecer 27/09/2020

    Muchas gracias
    A los realizadores de la revista y a esta joven y prometedora escritora por darme la oportunidad de ilustrar su trabajo. Si desean conocer más sobre la obra que venimos realizando podrán hacerlo en las cuentas de Instagram:
    @sulehmilan y @actually_eliecers.
    En mi perfil podrán ver dibujos,ilustraciones y pinturas que le permitirán realizar un viaje,un viaje a través de otros ojos…
    Gracias.

    Responder
  4. Muy buen escrito, pensado para enganchar al lector y un hermoso dibujo, todo un viaje a travez de unos talentosos ojos, sigan creando su arte que tanta falta hace en el mundo de hoy ???

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