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Pasado y futuro

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Pasado y futuro

Ruben Abularach | gAZeta joven / FICCIÓN FASCINANTE

Narrado por: Lisa Paron

Estábamos bajando por un elevador oscuro, los hombres de negro detrás de mí, agarrando mis muñecas, listos para actuar si yo intentaba escaparme. Íbamos para abajo, con cada nivel que pasábamos se ponía más frío. Las luces titilaban y el suelo vibraba.

Por fin paramos en el nivel -120, según indicaba una pequeña luz verde. Se abrieron las puertas para revelar un largo pasillo circular con paredes blancas y altas. Lo único que no era de este color era una puerta gris justo frente al elevador.

Me dieron un pequeño empujón en el hombro para que caminara hacia la puerta. Mientras caminaba hacia allí, pude ver que solo había otras tres puertas en todo el pasillo circular. Todas estaban protegidas por guardias que no se parecían nada a los hombres de negro, vestían con armadura negra y sus caras eran completamente normales.

Uno de los hombres sacó lo que parecía un USB de su bolsa y lo introdujo en un pequeño orificio en la puerta gris. Lo giró, como una llave, y el agujero sacó una luz verde. La pesada puerta se movió lentamente hacia un lado.

Adentro había un hombre sentado en una de las tres camas que se encontraban en el pequeño cuarto. El techo, las paredes y el suelo estaban hechos de metal, con cámaras en cada rincón. En una esquina había una puerta que llevaba hacia un baño.

El hombre saltó del susto y me comenzó a ver con ojos desesperados, con el tipo de mirada que le daría un hombre en el desierto a un vaso de agua. Me empujaron otra vez y cerraron la puerta, dejándonos a los dos solos. El hombre trató de peinarse su pelo rubio y de sentarse recto, luego balbució:

– … ¿Eres real?

Asentí, confundida. Él siguió hablando

– Están locos. Piensan que maté a una persona, pero yo nunca… perdona, no me presenté.

Trató de peinarse su pelo rubio y de sentarse más derecho. Estiró su mano.

– Me llao Enzo Passato. ¿Y tú eres…?

Tardé un segundo en responder.

– Em… soy Lisa. Lisa Paron.

Se acercó a la pared de la entrada, poniendo su oreja contra ella.

– ¿Qué haces? –le pregunté.
– ¡Shhh! Trato de escuchar si hay alguien afuera.

Después de casi un minuto se alejó y me dijo:

– Ya se fueron, pero no tenemos mucho tiempo. Mejor empieza tú. ¿Cómo llegaste aquí?
– Emm… no sé, solo recuerdo que desperté en una playa, me encontraron esos hombres de negro y me metieron a un helicóptero. Después me hicieron un tipo de interrogatorio, me pusieron un casco que podía detectar si estaba mintiendo, y luego me dijeron que me iban a llevar al «extractor de memorias», pero me trajeron aquí, y… no sé, todo parece ponerse cada vez más y más extraño.

Se acercó a la pared otra vez para asegurarse de que nadie nos pudiera escuchar.

– Bueno, mi historia es bastante parecida, pero a mí me están acusando de haber matado a un tal «agente Garza», y el casco extraño que me pusieron parece pensar que sí lo hice. No sé de dónde se sacan tanta tecnolo…

Vio hacia la pared un segundo, como si estuviera analizando algo, y luego me volteó a ver con el ceño fruncido.

– Espera… ¿dijiste que te iban a llevar a un extractor de memorias?
– Sí, pero me trajeron a este cuarto.

Siguió observando la pared, rascándose la barbilla.

– Creo que ya sé a dónde fueron los guardias. Ese «extractor de memorias» del que me hablas no debe ser barato. Supongo que solo tienen uno y, juzgando por el hecho de que no te llevaron directamente a él, probablemente está siendo usado en las memorias de alguien más. En este cuarto hay tres camas, entonces debe haber una tercera…

La puerta se abrió y entraron los guardias con una mujer. A través de su despeinado pelo negro que le caía sobre la cara se podía ver un poco de su piel morena y sus ojos cafés. Se cerró la puerta detrás de ella y cayó en la tercera cama, respirando hondo como si hubiera corrido una maratón. Enzo no demoró en preguntarle,

– ¿A dónde te llevaron? ¿Cómo es el extractor de memorias?

Ella se sentó y lo miró, con la cabeza inclinada.

– ¿Cómo sabes que me llevaron allí?

Enzo encogió los hombros y sonrió.

– ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué te hicieron en ese lugar?

Ella claramente no esperaba ser bombardeada con preguntas así de temprano, pero las respondió.

– Soy Alejandra. La Dama de Negro y el interrogador querían que les dijera algo que yo no quería contarles. Me llevaron a una máquina grande que me escaneó el cerebro y les enseñó mis memorias en una pantalla. Me quedé dormida y tuve un sueño extraño sobre…

Enzo la interrumpió, casi gritando.

– ¿¡Te leyeron la mente así de fácil?! Lisa, ¿te das cuenta de lo que significa esto?

Esperó a que yo respondiera, cuando claramente no sabía de lo que él hablaba. Siguió:

– ¡Significa que nosotros vamos después! Tenemos que escapar de aquí lo más rápido posible.

Le conté a Enzo sobre lo que había pasado en el cuarto de interrogación. Por alguna razón, había logrado sentir la presencia de la Dama de Negro, que estaba parada afuera del cuarto de interrogación, fuera de mi vista. El me respondió:

– ¿Entonces puedes sentir cuando alguien está cerca? Creo que ya sé qué haremos.

Unas dos horas después, sentí que la presencia de los dos hombres de negro que previamente estaban cuidando nuestro cuarto desaparecía.

Comenzamos a ejecutar el plan.

Alejandra y Enzo gritaban desde adentro del baño, seguido por unos golpes fuertes.

Me acerqué a la puerta del cuarto y grité:

– ¡Alguien ayúdeme! Los otros dos prisioneros están peleando.

Un rato después entró uno de los guardias con armadura negra para ver qué estaba pasando. Entró al baño, donde Alejandra estaba gritando.

BONK

El guardia cayó al suelo, con una marca en la cabeza causada por el asiento de un inodoro. Enzo dejó dicho asiento en el suelo y buscó en las bolsas del guardia, donde encontró un USB que parecía llave.

– ¡Lo tengo! Salgamos ahora o nunca tendremos otra oportunidad.

Introdujo el USB en la puerta. Se abrió y los tres salimos al pasillo circular, corriendo directamente hacia el elevador. Entramos y se cerró la puerta antes de que algún otro guardia nos pudiera ver. Había demasiados botones, iban desde el número 3 hasta el -220. Presioné el 1, deseando que hubiera alguna salida por allí.

El elevador se abrió hacia un gran cuarto que parecía una recepción, la cual tenía más guardias de lo que un hormiguero tiene hormigas.

Logramos escondernos dentro del elevador, el cual se cerró poco tiempo después. Sentí una presencia acercarse, una que había sentido antes. Les señalé que pusiéramos nuestras orejas contra la pared del elevador. Se escuchó la voz de una mujer.

«¿Cómo que los dejaron desprotegidos? Ellos son el experimento más importante que hemos hecho en veinte años. ¿Sabes cuánto tiempo nos va a tardar en capturar a los siguientes «Ovsers»? Bueno, serán aproximadamente… ¡Veinte años! Alguien vaya a resguardar su celda de inmediato. ¡AHORA!».

Se abrieron las puertas y entraron unos guardias muy nerviosos. Estaban tan preocupados por lo que acababa de pasar que tardaron un segundo en darse cuenta de que estábamos allí adentro.

Salimos corriendo del elevador apresuradamente, olvidándonos de lo que nos esperaba afuera.

Unos 60 guardias apuntaron sus rifles hacia nosotros. Desde un rincón del cuarto enorme, la Dama de Negro gritó, con una mirada aterrada:

¡ATRÁPENLOS!

No era posible escapar. Había demasiados guardias corriendo hacia nosotros, con rifles en mano. Cerré los ojos. Me preparé para ser atrapada. Esperaba el sentimiento de diez guardias agarrándome por los hombros, llevándome de vuelta al cuarto donde nos encarcelaron. Pero sentí una garra en la cabeza.

Mantuve los ojos cerrados mientras la garra me lanzaba hacia arriba. Caí en la espalda de algo plumoso y grande. Después de un minuto, logré reunir suficiente fuerza para abrir los ojos. Detrás de mí estaban Enzo y Alejandra. Enfrente, alguien manejaba la bestia plumosa. Varios kilómetros hacia abajo, el suelo.

Estábamos volando justo por debajo de las nubes en alguna especie de ave gigante. El piloto del ave nos volteó a ver y nos guiñó un ojo.

Tienes razón –me dijo Enzo–, todo se pone cada vez más extraño.


Ruben Abularach

Un estudiante de secundaria con el don de la creatividad que quiere compartir sus creaciones con el mundo. Desde pequeño ha tenido la necesidad de crear una historia para mantenerse entretenido y tratar de encontrarle un significado a el mundo que nos rodea.

Ficción fascinante

Correo: [email protected]

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2 Comentarios

  1. Carmen María 20/09/2020

    Me quede con ganas de, saber que pasará y de resolver el misterio. Muy buena historia Rubén.!

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  2. Ana Díaz Durán 21/09/2020

    Nunca había leído Literatura Fantástica, hasta el año pasado en un taller de Literatura Norteamericana, El libro Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, me gustó. Y ahora, me gusta el de Rubén. El final podría dejarse para la imaginación del lector;;Lisa y Enzo van hacia el futuro incierto.

    Responder

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