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La revolución quetzalteca de 1897

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La revolución quetzalteca de 1897

Marco Vinicio Mejía | Política y sociedad / TRAZOS Y RETAZOS

En la ciudad de Quetzaltenango se erigieron dos monumentos a la revolución quetzalteca de 1897 contra del presidente José María Reina Barrios. El primero es el Panteón de los Mártires, construido en 1897 en el Cementerio General de la ciudad. El segundo es el Arco del Sexto Estado y Víctimas de la Revolución de 1897, inaugurado el 13 de septiembre de 2007. En las fachadas del arco se lee: «El amor a la libertad los hizo héroes, el odio a los tiranos los hizo mártires». En la parte superior se colocó la estatua de un león, el antiguo símbolo de Quetzaltenango.

La prosperidad de esa región occidental cambió en 1897 al desplomarse el precio internacional del café. A esta crisis se sumó el despilfarro del régimen de José María Reina Barrios, quien trató de promocionar el ferrocarril interoceánico durante la fallida Exposición Centroamericana de ese año.

Quetzaltenango fue la única que se alzó en armas para oponerse a la decisión de Reina Barrios de mantenerse en el poder hasta 1902, violando la Constitución en vigor. El 7 de septiembre de 1897, los insurgentes tomaron en San Marcos el cuartel, la cárcel, las oficinas de rentas y las de telégrafos. El 8 de septiembre, hubo combates en San Juan Ostuncalco y varios alzados fueron abatidos por los militares leales al presidente. Ese día, en Quetzaltenango, detuvieron a Sinforoso Aguilar y Juan Aparicio, acusados de ser cabecillas del movimiento.

El 11 de septiembre, las fuerzas revolucionarias arribaron a la ciudad de Quetzaltenango. Cuatro días después, los revolucionarios se proclamaron victoriosos sobre las fuerzas militares. Las autoridades quetzaltecas desconocieron al gobierno de Reina Barrios. Posteriormente, los revolucionarios tomaron Ocós, Colomba Costa Cuca y Coatepeque.

El 4 de octubre del mismo año, el ejército al mando del general Calixto Mendizábal retomó el control y puso punto final a la revolución. La conflictividad continuó cuando el Reina Barrios ordenó fusilar a Sinforoso Aguilar y Juan Aparicio. La sociedad quetzalteca envió una petición urgente al presidente para detener las ejecuciones. Reina Barrios accedió, pero su ministro de Gobernación, Manuel Estrada Cabrera, se demoró en enviar el telegrama con el indulto a Quetzaltenango, para lograr los fusilamientos.

La gesta quetzalteca no alcanzó sus objetivos inmediatos, pero Reina Barrios fue asesinado en la ciudad de Guatemala el 8 de febrero de 1898, a manos de Edgar Zollinger, quien había trabajado para Aparicio. Lo paradójico es que fue el principio de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, el primer designado a la Presidencia, quien se mantuvo en el poder hasta 1920.


Fotografía principal, fuerzas militares leales a José María Reina Barrios durante la revolución quetzalteca de 1897, de Piggot y Lesher, de dominio público.

Marco Vinicio Mejía

Profesor universitario en doctorados y maestrías; amante de la filosofía, aspirante a jurista; sobreviviente del grupo literario La rial academia; lo mejor, padre de familia.

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Correo: [email protected]

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1 comentario

  1. alfredo porras 16/09/2020

    Pero el indulto presidencial era para detener los fusilamientos.

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