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Pandemia y nacionalismos

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Pandemia y nacionalismos

Rodrigo Arenas-Carter | Arte/cultura / PERFORMÁTICA

Muchos nacionalistas han visto en la actual pandemia una oportunidad para potenciar sus discursos. La naturaleza del virus, la crisis económica, las ansiedades y las restricciones de viaje son terreno fértil para sembrar el odio hacia el foráneo. Ya varios autores han alertado sobre los peligros de los nacionalismos económicos y del aislacionismo, proyectos inviables no solo por las características del mercado global, sino también por la necesidad del ser humano de ser con otros y su derecho a buscar su lugar entre los diversos proyectos de vida que ofrece el planeta, opción de la cual me siento parte.

Pero para estar alerta y poder superar las limitaciones nacionalistas que se han intentado superponer en el mundo desde esa gran fatalidad que fue el 11/09, también debemos explorar las manifestaciones nacionalistas a nivel micro. Esto implica ser conscientes que los nacionalismos también se manifiestan a nivel performático. Por ejemplo, la negativa de algunos migrantes a dejarse permear por la cultura que los acoge. Personalmente, creo que si uno migra «voluntariamente» (las comillas van porque creo que, en último término, ninguna migración es voluntaria, pues uno siempre busca algo que la tribu de origen le negó), esto implica interactuar y aprender del nuevo contexto. Al respecto, recuerdo imágenes que me alarman y decepcionan. Por ejemplo, la discusión que tuve con un chileno en Nueva York respecto al uso del verbo parquear. Él criticaba este término pese a que es de uso generalizado en dicha ciudad, afirmando que la forma correcta era la que se usaba en Chile (estacionar), lo cual denota un nacionalismo velado. O, en un reportaje sobre ejecutivos chilenos viviendo en Lima, con la imagen de una reunión de sábado por la noche en la que ellos destacaban su afán de no hacer vida social fuera de su círculo íntimo por temor a establecer un contacto profundo con sus pares peruanos. Claramente, estos tipos no tienen ninguna intención de aportar al país en el que están, sino que lo consideran como un escalón más de sus carreras. Para qué hablar de los cuerpos entrenados en detectar extranjeros en todo tiempo y lugar, cuyo discurso de odio está instalado en su mirada, en sus gestos, en su habla. O los que interpretan que el ser extranjero te asegura el éxito en todo, sin tomar en cuenta las complejidades de esos procesos y la misma relatividad de lo que consideramos como exitoso.

Los que no creemos en los nacionalismos hemos abordado un proceso para minimizar al nacionalista que está encarnado dentro de nosotros, y lo planteo como una utopía que aspira a realzar la libertad del ser humano. Muchos me criticarán aludiendo a temas como la identidad y la necesidad de proteger patrimonios performáticos. Lo primero habla de la profundidad que alcanza el artificio de lo nacional, y lo exitosos que han sido los nacionalismos en actuar como biopolíticas. Lo segundo es producto de una confusión, pues muchos de esos patrimonios no giran en torno a lo nacional, sino que se constituyen alrededor de otros tipos de entes sociales. Sin embargo, debemos ser conscientes que la línea que separa a la defensa de lo local y la xenofobia es delgada, y que en ciertas ocasiones dicha defensa se transforma en una bofetada en la cara a quien busca dialogar con nosotros con intenciones transparentes, o sea, se constituye en un acto de puro desamor. Es que, finalmente, la xenofobia es más que una falta de empatía, pues afecta al individuo en toda su constitución, y ha sido la causa de millones de muertes a lo largo de la historia. Pero, desde nuestra conciencia, podemos empezar a trabajar en esto para cambiar nuestra forma de relacionarnos con los demás.


Fotografía de Pablo Ibañez para AraInfo Diario Libre d’Aragón, bajo Licencia Creative Commons CC BY-SA 2.0.

Rodrigo Arenas-Carter

Centra su trabajo artístico en performance y Net Art, participando en festivales y exposiciones en diversos países. Ha obtenido becas y premios como Fondart del Gobierno de Chile (2019), Tercer Lugar en la Bienal de París en Guatemala (2017) y Experimenta/Sur 2016 (Colombia). Autor del libro La vital precariedad. Poesía y performance en América Latina y Chile (2018). Sus ensayos sobre performance han sido premiados en varios concursos. http://rodsands.weebly.com/

Performática

Correo: [email protected]

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