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¡Salvemos los osos panda! Reflexión sobre la banalidad (o lo «políticamente correcto»)

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¡Salvemos los osos panda! Reflexión sobre la banalidad (o lo «políticamente correcto»)

Marcelo Colussi | Política y sociedad / ALGUNAS PREGUNTAS…

Quedan pocos osos panda en el mundo… y además ¡son hermosos! Por tanto, es un imperativo categórico cuidarlos. ¿¡Qué sería del mundo sin esos bellos animalitos!?

Podría comenzarse así una emotiva alocución. Sensiblera, lacrimógena incluso, podría acompañarse el llamado melodramático con alguna imagen de un cachorro de estos especímenes (los cachorritos siempre producen un efecto positivo, alegran el espíritu). Más aún: podría hacerse sentir mal a quien no se inmute por tan «emotivo mensaje» con una apelación moralista, mostrando que es de insensibles y desalmados no sentir pena por esa «tremenda tragedia» que representaría la extinción de esta especie.

¿Dónde queremos llegar con esta rara introducción? Pues bien: ¡por supuesto que no avalamos la extinción de ninguna especie viva! ¿En nombre de qué pretendida superioridad humana podríamos estar de acuerdo con segar una vida por pura desidia o espíritu depredador? Matar una vaca o una víbora para alimentarnos –o una planta, que también es un ser vivo– es otra cosa: tiene que ver con la sobrevivencia. ¿Cómo podríamos dejar de hacerlo si queremos seguir existiendo como especie? (No olvidarlo: los vegetarianos también matan seres vivos). La cuestión sobre la que pretendemos llamar la atención con este breve opúsculo –que no pretende ser ni melodramático ni sensiblero– es sobre la hipocresía que envuelve todo este asunto: ¿cómo es posible defender al oso panda y olvidarse de otros monstruosos problemas humanos? Cada 7 segundos muere una persona de hambre en el mundo, mientras un perrito de un hogar del llamado primer mundo come más carne roja que un habitante del Sur. Lo terriblemente patético es que se produce más del 40 % de alimentos necesarios para nutrir a toda la humanidad, pero por razones del sistema dominante (capitalismo basado solo en el lucro personal/empresarial), se prefiere desperdiciar esa comida pese al hambre que campea.

Ternura a todo dar para los ositos panda… mientras mueren de hambre, o por causas asociadas a la desnutrición, 34 000 personas diarias en el mundo. En Guatemala, uno de cada dos niños está desnutrido. Dicho de otro modo: ¿qué hay allí en juego con este benemérito amor por esos tiernos animalitos: ¿estupidez, desfachatez, una infamia en términos ideológicos?

Desde algún tiempo vemos que va apareciendo una serie de medidas/acciones «políticamente correctas», tales como la de salvar una especie en vías de extinción como el oso panda (Ailuropoda melanoleuca, mamífero carnívoro originario de China Central, definitivamente un animalito simpático, ¿quién lo negaría?). En esa línea nos encontramos con una larga lista de reivindicaciones y/o señalamientos, correctos en sí mismos, pero que encierran, como mínimo, algunas dudas.

Veamos dónde aparecen ese tipo de llamados, y para qué. Surgen en los países industrializados del Norte (Europa, Estados Unidos, Japón), aquellos donde los problemas elementales de la sobrevivencia (hambre, analfabetismo, enfermedades de la pobreza como las diarreas, vulnerabilidad ante la naturaleza) están ya superados (los mismos que siguen siendo drama cotidiano para la gran mayoría de población mundial, la mayoría de los países del Sur). Ahí surgió la preocupación por lo que ahora llamamos «derechos humanos», preocupación correcta, muy atinada, incuestionable en un sentido. ¿Quién podría oponerse al derecho de cualquier ser humano a vivir bien?

Pero ahí está la cuestión: declarar «lo que debe ser» es una cosa (eso son los derechos humanos: una declaración, una buena intención en un papel, sistemáticamente violados por los poderes). Y por supuesto que nadie podría estar en desacuerdo con cosas mínimas y elementales como que todos los habitantes del planeta debemos vivir bien (al igual que nadie podría estar a favor de la eliminación de los osos panda). Pero… ¿por qué la gran mayoría vive mal? Las declaraciones, en general pomposas, las declaraciones «políticamente correctas» queremos decir, hacen ruido, mas no van a la raíz de los problemas, no actúan. Es como el llamado a la protección de los animales salvajes en vías de extinción (o como tantas cosas de esa lista de «avances» civilizatorios a la que nos referíamos), son correctas, pero dejan una inquietud: no pasan de buenas intenciones.

La lucha contra corrupción, la preocupación por el desastre medioambiental (que no es «cambio climático», sino verdadera catástrofe ocasionada por los modelos vigentes de producción y consumo) o las reivindicaciones «de moda» (ante cualquier tipo de discapacidad, por ejemplo) –todos elementos importantísimos, sin la menor duda– aparecen en las agendas «políticamente correctas» que algunos factores de poder impulsan. Estamos ahí ante injusticias y/o desequilibrios terribles, injustificables (así como nadie podría justificar la extinción del oso panda). Pero hay algo que no termina de cerrar: ¿por qué no se habla con la misma fuerza de las injusticias de base que dan lugar a todas estas asimetrías? Se busca agua en el planeta Marte mientras mueren más de 10 000 personas diarias en la Tierra por la mala distribución del agua potable (un estadounidense consume más de 100 litros diarios en promedio; un africano, uno).

Ser «políticamente correcto» y pedir, por ejemplo, cosas incuestionables como rampas para los discapacitados o la protección de los osos panda, es una cosa; el sistema que alberga todas esas arbitrariedades es otra. ¿Por qué elemento levantar la voz y pelear?

Fotografía principal tomada de Telesur.

Marcelo Colussi

Psicólogo y Lic. en Filosofía. De origen argentino, hace más de 20 años que radica en Guatemala. Docente universitario, psicoanalista, analista político y escritor.

Algunas preguntas…

Correo: [email protected]

2 Comentarios

  1. Es cosa de conciencia y coherencia. Hay gente que lucha desde su trinchera de protección a…o de reivindicación de…. con coherencia. Hay otros que luchan desde la trinchera de los DDHH o desde la «justicia social» que son verdeders HsDP en todo lo demás. Una visión integral, holística y de interdependencia y complementariedad es necesaria en todas las luchas…y por supuesto mucha coherencia. Lo políticamente correcto queda para los políticos incorrectos y para «el rebaño»…Es el Zeitgeist…
    Saludos Marcelo…buen artículo. El problema sigue siendo que los que deberían leerlo son los analfabetas funcionales y los políticamente correctos. Aún así lo comparto y de pronto, a paso formicante, a alguien le cae el veinte. Y nos recuerda a otros estar atentos a nuestras incongruencias…

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  2. Galatea 12/08/2020

    Interesante articulo. Es que uno piensa qué le pasa a este mundo? Y el analfabetismo en los pandas? Por qué no le llevan Coca-Cola a los africanos con lo que le invierten a un estúpido transbordador? Y las rampas para discapacitados junto con las modas ridículas de el activismo por sus derechos? Con lo que se invierte en eso se podría rehabilitar a un político corrupto. Y dicen los que saben que cada vez que dices «panda» uno de ellos muere… ocho! diez con mis dos pandas. Perdón mundo!

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