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Mamá solía creer…

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Mamá solía creer…

Byron R.Titus | Política y sociedad / TRANSFORMACIÓN

Mi madre, Vilma Edith celebró, el pasado 4 de agosto, 88 años de existencia física en este planeta. Mentalmente nos ha dejado… Es otra persona más deambulando esa niebla del alzhéimer. Es tan difícil hablar de ella en pasado cuando aun físicamente está presente.

¿De qué color es el cielo, ¿cómo hace la vaca…y el perro? Preguntaba tratando de estimular mi aprendizaje del mundo a que me había traído. Desde entonces, y con todas sus limitaciones, hizo lo posible por exponernos a las mejores oportunidades posibles. Como en otros casos, las limitaciones y faltas de oportunidades en la ciudad de Guatemala eran mayores que sus éxitos, situación que le obligó a emigrar. Como compartí en entrega anterior, mi madre empezó a trabajar a la edad de 14 años en la municipalidad de su pueblo natal, Patulul, Suchitepéquez. Muchos años después, ya en EE. UU. se jubiló de técnico de control de la calidad, donde había completado la educación de segunda enseñanza por madurez y varios cursos a nivel técnico-medio sobre la calidad de la manufactura, en el Instituto técnico de NYPRO. Así, sin proponérselo, abrió brecha, y lo demás es historia. La mayoría de sus nietos han logrado una educación en centros académicos de excelencia educativa. Y su familia ha podido contribuir más a este su nuevo país de lo que han recibido. ¡Qué lujo!

Cuando aún tenía memoria, mamá solía creer que Guatemala era un país agradecido, abierto al hijo o la hija prodiga. Muchas veces planeó volver y encontrar por lo menos la puerta abierta y la luz prendida. Pero pronto se dio cuenta de que a Guatemala -a pesar de lo maravillosa de su cultura- cuesta volver. Los organismos gubernamentales y académicos son en su mayoría feudos cerrados, debe de haber excepciones, pero no las conozco. Aun así, mamá solía creer que Guatemala la recibiría con los brazos abiertos y le permitiría establecer una fábrica de asuntos plásticos de punta en la franja comercial de los puertos, para que pudiéramos fabricar los productos de aplicación médica y científica que ella estaba inspeccionando en Estados Unidos. ¡Mamolas!, le dijeron la cámara de Industria, la de Comercio y el Gobierno. ¿Quién se cree usted que es? Aquí los préstamos de inversión y apoyo son para quien tiene cuello o dinero. No importa el apoyo que usted traiga de la corporación internacional donde usted trabaja. En el mejor de los casos, se topó con un «buen ciudadano ministro» que se atrevió a considerar la propuesta para preguntarle llanamente «¿y a mí que me tocaría de eso?

Quizás la lección aquí es que hay instancias en que puede ser mejor perder la memoria que el amor por la patria… Mamá solía creer que en todos los países crecen oportunidades, que estas se basan en méritos personales, en la dedicación, disposición al sacrificio en experiencia, plan de trabajo y cualidades como esas… No había aprendido la realidad, nunca la aprendió, su amor al terruño la obligó a vivir en la negación más grande y por mucho tiempo en esa fantasía tuvo la bandera de Guatemala en la sala de su casa, una marimbita y la figura de un quetzal que en uno de sus viajes se compró en el mercado central.

Pero esos rechazos ignorantes e imposibilidad egoístas no se quedaron en saco roto. Los demás aprendimos a no perder el tiempo ni a vivir de falsas esperanzas. A seguir trabajando por aportar para tratar así de cambiar el sistema… Pero, como solía repetir mi primo César (+) «Para cambiar el mundo hay que empezar por cambiar uno mismo y luego su entorno inmediato, quizás después lo demás cambie».

Probablemente (¿?), algún día alguien pueda regresar a sembrar un Duolingo en el campus tecnológico de Guatemala, o algún otro sueño, emprender organizaciones que provean recursos para los visionarios con potencial. Quizás, algún día, así como solía creer mi madre, sea posible regresar a instalar fábricas, centros de investigación y desarrollo, de creatividad, de exploración espacial, como el que fundo Franklin Chang Díaz en Costa Rica. Regresar a una patria que por encima de la mediocridad reconozca tanto el mérito y la capacidad, ojalá se abra a la oportunidad de crecer.

Esta modesta remembranza no podría hacer a honor a mi madre si no apuntara la necesidad imperante de tener un país justo y libre. Donde gobierne la capacidad y el amor a la patria. Porque hasta el último día de memoria, mi madre, Vilma Edith, siempre creyó y amó a Guatemala sobre todas las cosas. Distinguió muy bien entre la gente y sus gobernantes, y nunca renunció o alteró su ciudadanía. Mi madre solía creer en una Guatemala que aún no existe, con la que nosotros soñamos.

Byron R.Titus

Originario de los Llanos de Gerona (barrio Gerona), zona 1, ciudad de Guatemala. Hoy, ciudadano del mundo. Sociólogo, investigador científico y transformador. Conferencista y asesor internacional. Fundador y director del Centro de Transformación a la Excelencia. Amante de la libertad y las artes. Reside fuera de Guatemala.

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4 Comentarios

  1. Marylena Bustamante 10/08/2020

    Desgarrador relato de una mujer excepcional. Gracias por compartir un ejemplo de vida.

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  2. TU SEÑORA MADRE SE SENTIRIA ORGULLOSA DEL CONTENIDO DE ESTE MENSAJE, Y EL RECONOCIMIENTO QUE LE BRINDAS, TITUS. DESAFORTUNADAMENTE MIENTRAS TOLEREMOS SISTEMAS PODRIDOS COPADOS POR SINVERGUENZAS, GUATEMALA NO SERA UN PUEBLO CON OPORTUNIDADES PARA CUALQUIERA. AQUI SALEN ADELANTE LOS GRUPUSCULOS OSCUROS QUE CON TAL DE LOGRAR DINERO ILICITO FACIL, PRIVILEGIOS / PODER, NEGOCEAN HASTA SU PROPIA NANA, SI ES QUE LA CONOCIERON. LOS VULGARES LADRONES ESTAN EN TODOS LOS SECTORES, MUCHOS SOCIOS DEL PACTO DE CORRUPTOS Y/O SIMILARES. TRISTE LOS GOBIERNOS DE TURNO SEAN COMPLICES DE ESTOS MALDITOS, Y SEA EL PUEBLO EL QUE SIEMPRE RESULTE PERJUDICADO.

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  3. consuelo 11/08/2020

    Comparto absolutamente la opinión de Marylena Bustamante,

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  4. Roberto Rodríguez 12/08/2020

    Hermano creo que esa es la Realidad que viven los países de América Latina hoy pero uno siempre quiere lo mejor para la tierra qué lo vio nacer. (La Patria)

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