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Profesionales… sin profesión

Rodrigo Pérez Nieves | Política y sociedad / PIEDRA DE TROPIEZO

Licenciados en lo que sea, seis años de primaria,
seis de formación preuniversitaria, seis en la universidad,
cursos, sacrificios personales, etcétera.

Viento fuerte, Quetzaltenango está frío, lluvia y desapacible. Estoy con un amigo gerente de una empresa, conversando sobre los «informes» del mandatario sobre la pandemia. En esas entra un muchacho con una mochila a la espalda, y se queda un poco aparte, el aire tímido, esperando a que el amigo y yo hagamos una pausa en la conversación.

Al fin, en voz muy baja, pregunta si puede dejarle un currículo. Claro, responde, déjamelo. Y entonces el muchacho saca de la mochila varios fólders, cada uno con su foto de adherida al currículo (hoja de vida, dicen ahora) y le entrega uno. Muchas gracias, murmura, con la misma timidez de antes. Si alguna vez tiene trabajo para mí, empieza a decir. Luego se calla. Sonríe un poco, lo mete todo de nuevo en la mochila y sale a la calle, bajo la lluvia. El amigo me mira, grave. «Vienen por docena –dice– cada uno con currículo, y no puedes imaginarte de qué nivel: ingenieros, licenciados en esto y aquello, cursos en el extranjero, idiomas. Y ya ves, no hay chance».

Leo el currículo. Fulano de Tal, nacido en 1991. Administrador de empresas, cursos de esto y lo otro. Dos idiomas. Lugares, cartas de recomendación, fechas. Miro la foto de currículo: una sonrisa forzada, mirada confiada, tal vez de esperanza. Pienso en el muchacho. Estará, supongo, entrando en otros negocios, o en donde sea, sacando su conmovedor currículo de la mochila.

Le devuelvo el fólder al amigo, que se encoge de hombros, impotente, y lo guarda en un cajón. Él mismo tuvo que despedir hace poco a un empleado, incapaz de pagar dos sueldos tal y como está la situación. Antes de que cierre el escritorio, alcanzo a ver más currículos de otros muchach@s con la misma mirada y la misma sonrisa a punto de borrárseles de la boca. ¿Qué pasa Guatemala?, me digo. ¿De quién es la culpa? De pronto la tristeza se me desliza dentro como gotas frías, y el día se vuelve más desapacible y gris.

El amigo me mira y enciende otro cigarrillo. Sé que piensa lo mismo. En qué estamos convirtiendo a todos esos jóvenes de la mochila, que tras la ilusión de unos estudios y una carrera, tras los sueños y el esfuerzo, se ven recorriendo la calle repartiendo currículos en los que dejan los últimos restos de esperanza.

A ver qué pasa cuando, de tanta desesperación, y en vez de currículos, lo que ese muchacho lleve en la mochila sean piedras para hacer reaccionar al sistema.


Fotografía principal tomada de Guatemala.com

Rodrigo Pérez Nieves

Ingeniero graduado en Alemania, columnista durante 12 años en el periódico El Quetzalteco, con la columna Piedra de tropiezo. Colaborador con los grupos culturales de Quetzaltenango y Coatepeque. Catedrático en la URL en la carrera de Ingeniería Industrial, sede Quetzaltenango. Libros escritos: Pathos entrópico (poesía y prosa), Cantinas, nostalgias de un pasado y el libro de texto universitario Procesos de Manufactura.

Piedra de tropiezo

Correo: [email protected]

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2 Comentarios

  1. Anibal Perez 31/07/2020

    Retratar el futuro lúgubre e inmediato no es sólo tarea estilística: es hacer acopio y flujo de la sensibilidad nacida de la observación impotente de ahí afuera. Es casi misterioso cómo nos hemos vuelto sensibles: ¿veteranía en la vida?, ¿golpes de la misma, asimilados y aprendidos?, ¿capacidad extraña de hacerse uno con el otro, con el extraño? Pudiera ser un poco de todo, pero esbozarlo retratando un día cualquiera en que converge lo cotidiano y un poco de lo precario de la vida, es todo un logro!
    Salud buen colega!

    Responder
  2. arturo ponce 02/08/2020

    Eso es parte del problema, y es de todos, no solo de uno ó dos o mil sectores mi querido Rodrigo; es mas pan par el canasto hasta que se rompa y hasta allí nos daremos cuenta de un nuevo ordenamiento social mas justo y futurista en nuestro País, mientras tanto todo es letra muerta y lo que se habla se lo lleva el viento. Solo imaginate que el proceso educativo a nivel universitario cada año crece mas principalmente en el interior con las extensiones universitarias y eso ya es hasta un negocio, no se puede parar ni mucho menos suspender y esto irá generando mas presión a otros sectores con el tiempo para abrir otros espacios para que se desarrollen.
    Ha tocado un tema muy importante por cuanto tiene que ver con la educación, única arma que nos puede sacar de este subdesarrollo. Saludos.

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