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América Latina: todo empezó en Chile y ahí terminará

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América Latina: todo empezó en Chile y ahí terminará

Rafael Cuevas Molina | Política y sociedad / AL PIE DEL CAÑÓN

El inicio de la implantación del neoliberalismo en América Latina se dio en Chile. Para ello, fue necesario un shock, como dice Naomi Klein. El golpe de Estado de 1973, perpetrado con Augusto Pinochet como cara más visible, instaló las condiciones autoritarias necesarias para orientar la sociedad de acuerdo con el Consenso de Washington, que implicaba disciplina presupuestaria de los gobiernos; reforma fiscal; desregulación financiera; tipo de cambio regido por el mercado; apertura a la inversión extranjera directa; privatización de empresas públicas y desregulación de mercados.

La receta fue seguida más tarde o más temprano por el resto de los países latinoamericanos, usualmente por condicionamiento de organismos financieros internacionales, aunque apoyado en la convicción ideológica de las élites políticas locales. Pero Chile se convirtió en el modelo que todo neoliberal que se preciara sacaba a relucir cuando se le cuestionaba. De acuerdo con los parámetros exigidos, mostraba indicadores sobresalientes, sin importar cuán bien o mal lo estuviera pasando la gente de carne y hueso. Mientras los mercados no se pusieran «nerviosos», estuvieran tranquilos y satisfechos, todo iba sobre ruedas.

En Chile se privatizó el agua, las pensiones, la educación, la salud, los seguros y todo lo que pudiera tener algún viso de negocio lucrativo. Hasta que la gente no resistió más y se sublevó. Literalmente. Chile lleva ya más de cuatro años en rebelión. Primero fueron los estudiantes y sus padres endeudados hasta la coronilla, luego los pensionados y, por último, todo el mundo. Plaza Italia se transformó en símbolo del hartazgo, pero también de la dignidad que, inmediatamente, toda América Latina hizo suyos.

En ese contexto, la pandemia llegó a darle la estocada final al tambaleante régimen. En las últimas semanas, las mismas fuerzas de la derecha, coaligadas hasta ahora en la defensa a ultranza del modelo, se resquebrajan. Discuten y se pelean entre ellas como signo de la descomposición política que sufren y que anuncia su despeñadero.

Lastimosamente, el resto de los gobiernos de derecha que gobiernan en América Latina no ponen las barbas en remojo. Han aprovechado el shock que les ha proporcionado la pandemia del coronavirus para tensar más la cuerda y profundizar las reformas neoliberales que les quedaban pendientes. Claro que ya no mencionan a Chile como su modelo, pero siguen sus pasos. A pesar de verlo derrumbarse, como ciegos (o estúpidos) insisten en recorrer el camino trillado que lleva a la debacle de ellos mismos, y de todos nosotros con ellos.

El inicio del fin del neoliberalismo latinoamericano se está viviendo en Chile, y seguramente lo veremos caer estrepitosamente, dejando un país enfrentado y devastado al que le costará muchos años salir adelante. Esa ola terminal recorrerá al resto de América Latina también, así como la ola inicial también lo hizo. Ojalá que sea lo antes posible, antes que la caterva de posesos neoliberales nos deje en estado catatónico.


Rafael Cuevas Molina

Profesor-investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica. Escritor y pintor.

Al pie del cañón

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