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Coyuntura indeseable

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Coyuntura indeseable

Carlos Enrique Fuentes Sánchez | Política y sociedad / EL EDUCADOR

Guatemala, cada mes, viaja hacia un peor estado en todos los aspectos. Y con las restricciones legales de la emergencia es poco lo que se puede hacer, aunque lo poco no puede ni debe dejar de hacerse.

La situación económica de pobreza y pobreza extrema se ha agudizado. Los despidos de trabajadores, el impedimento para muchos trabajadores informales, los mercados cerrados para evitar aumento de casos de COVID-19 y la intención de diferir el bono catorce han hecho mella en la gente, sobre todo en los pobres y parte de la clase media. A eso hay que agregar las inundaciones y pérdidas de algunas cosechas. El aporte de Q 1000.00 no llegó a todas las familias necesitadas por diversas razones, aunque nadie niega que quienes la recibieron gozaron de una bocanada de aire fresco. Ahora se habla de que el tercer desembolso será menor. Lo poco positivo lo constituye el aumento que tuvieron las remesas en junio, luego de tres meses de caída.

Muchos, consiguiendo una moto prestada o alquilada, se están dedicando a servicios de repartición a domicilio de alimentos, medicina, etcétera. Aún niños, en bicicleta, está dedicándose a tal reparto. Otros, se dedican a servicios de transporte de uno y hasta dos pasajeros extras en cada moto, lo que sigue siendo un foco de contaminación que la policía debería controlar. Por lo menos que no viajen más de dos en una moto. Así las cosas, será difícil avanzar hacia un mejor derrotero.

En cuanto a lo político, la decepción es cada vez más grande para quienes, al inicio, tuvieron la esperanza de un cambio hacia algo mejor. En seis meses, su opinión cambió y hoy se quejan y descargan, a través de las redes sociales, su furia contra todos los funcionarios y, principalmente, contra el mandatario, acusándolo de algo muy conocido: ser una marioneta del poder económico. Ineptitud, incapacidad para el cargo, hipocresía, cinismo, etcétera. ¿Le hubiera ido igual a la señora Torres? Cierto que la pandemia es una situación atípica, que a cualquier presidente le hubiese puesto los pelos de punta, pero también es cierto que, otro presidente, con más experiencia y decisión, y un mejor equipo de trabajo, hubiese reaccionado mejor ante la misma.

Quienes, como de costumbre, se ganan los peores señalamientos en todos los espacios, son los diputados, con excepción de una minoría representada por los de la izquierda. La mayoría se ha dedicado a aprovechar la coyuntura para crear leyes favorables a los grandes empresarios. Desde el Ejecutivo y desde su propio seno se han creado leyes que favorecen a los ricos y a los mismos diputados. Es poco el dinero de los múltiples préstamos que ha llegado realmente a los necesitados y que se ha invertido en protección para el personal médico y medicina para los enfermos.

Por otro lado, no cesan en su intento de desaparecer los tropiezos a su carrera delincuencial, buscando desaforar a los magistrados de la CC que les han impedido nombrar a quienes les convienen en las otras cortes e instituciones de importancia. Algunos de ellos acabaron con la Cicig en el anterior gobierno y ahora quieren más libertad para sus malas obras. Afortunadamente no han logrado su propósito, pero no hay que dejar de pensar en que continuarán con su empeño. Algunos columnistas, acertadamente, hablan de un asalto o de una cooptación de los tres poderes. Y no se ve una salida fácil hacia delante, a pesar de las protestas públicas de algunas organizaciones populares. Algunas personas expresan que, peor que el coronavirus, existe el «congresovirus».

Y en lo social, como es de esperarse, repercuten los dos anteriores aspectos. Con el encierro, la violencia intrafamiliar ha crecido, al igual que el número de embarazos en niñas y adolescentes. Las extorsiones continúan, ahora no solo en negocios, sino hasta en casas particulares. El hambre y la desnutrición han aumentado por la pobreza y no hay mayor atención a las mismas. El sistema de salud colapsó y estamos en un «sálvese quien pueda». La pandemia avanza y no se ha podido contener. No se aceptó la medicina rusa. Tal vez se está esperando a que haya otra que sea gratuita, porque para «eso» no hay dinero. No se puede aspirar ni a la esperanza de la vacuna inglesa, que estará lista en septiembre.

En educación se hace el mejor esfuerzo, pero, obviamente, por las condiciones de pobreza, el esfuerzo no es totalmente efectivo. Al inicio hubo mayor inscripción, para poder recibir la refacción, pero ahora otros factores están provocando la deserción, entre ellos, la falta de dinero para pagar internet, en el caso de estudiantes de secundaria, tanto del sector público como del privado. El medio ambiente, recuperándose por la ausencia de contaminantes humanos, está descuidado y los depredadores hacen de las suyas en las áreas boscosas y selváticas, que no están resguardadas.

En fin; nada nuevo en el paisaje y muchas dudas hacia el horizonte. Es una coyuntura decepcionante, preocupante, con telarañas en todos los ámbitos. Para los creyentes, solo Dios podrá salvar a Guatemala. Y así tendrá que ser, porque desde lo humano, la solución no se ve clara con este gobierno. Así que, si se es creyente, habrá que acercarse más al Todopoderoso, con toda la fe y la confianza posibles.


Carlos Enrique Fuentes Sánchez

Pedagogo y Educador, con 40 años de experiencia docente en los diferentes niveles del Sistema Educativo nacional; surgido de los barrios pobres de la Capital pero formado en diferentes departamentos de la republica. participante y decisor en procesos y redacción de documentos de trascendencia en la educación nacional en los últimos años. Asqueado de la historia de injusticia social que vive Guatemala desde la invasión Española, así como de la historia de masacres y crímenes políticos sufridos por la población, aspira a una Guatemala diferente, justa, democrática y humana, a la cual se pueda llegar por medio de una educación popular y revolucionaria, para todos y todas.

El educador

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