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Actos destructivos

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Actos destructivos

Fernando Flores Morador | Arte/cultura / CAMBALACHEANDO

Llamaremos «destructivos», a los actos que reinstalan la entropía universal en el seno de la cultura. En otras palabras, la «destrucción» podría entenderse como el acto de «sustitución» de un estado de cosas ordenado, por un estado de cosas caótico. Siendo un fenómeno humano, el acto destructivo crea una forma específica del desorden que es cultural y diferente de cualquier forma natural del mismo. El acto destructivo puede asumir la forma de los actos complementarios, de los actos paralelos o de los actos hodiernos o transgresores. Estudiaremos a continuación el acto destructivo en sus tres variantes.

Acto destructivo complementario: se trata de la violencia como venganza, una agresión y la retribución de la misma. Para comprenderle, deberemos aplicar la regla algebraica de los signos de la multiplicación. Ejemplo de estos actos serían la serie interminable de venganzas colectivas o individuales.

Es apropiado pensar que la relación «castigo-venganza» es el equivalente contrario de la relación «ofenda-retribución» que caracterizan la lógica del actuar descrita por Mauss. La venganza tiene su centro en la defensa del honor individual, o de la familia, o de la patria. Cada miembro del grupo es corresponsable en su aplicación, y sabe que, si ofende, agrede o mata al miembro de otro grupo, provocará una reacción vengativa que afectará a todo su grupo. No importa que la ofensa haya sido accidental. Los accidentes no existen en la lógica de los actos pendulares. Encontramos la dialéctica de la venganza en «ojo debe ser dado a ojo y diente a diente» o ley de talión en el Antiguo Testamento. El término «talión» refiere a la aplicación de un idéntico castigo. En la jurisprudencia griega los conflictos generados por ataques al «honor» de un ciudadano son muy comunes. El término griego timè hace referenciada en la Grecia clásica al concepto de honor. El atacar deliberadamente el timè de un ciudadano, era considerado un delito grave de hibris [1].

Acto destructivo paralelo: la superación de la lógica de la venganza, llega de la mano del perdón cristiano, tal y como es expresado en el Nuevo Testamento. Allí se sustituye a la complementariedad de la venganza, por la mediación de actos paralelos. La justicia llega en una serie paralela de actos que estará polarizada hacia el presente por exceso o por defecto hasta lograr el presente absoluto. Para comprenderle deberemos aplicar la regla algebraica de los signos de la suma y la resta.

El caos cultural generado por los actos paralelos violentos, genera siempre un nuevo orden, diferente del anterior, aunque de magnitud menor al orden anterior. Veamos, por ejemplo, el acto quirúrgico que extrae del cuerpo del paciente un temor maligno. Después de realizada cirugía, se puede decir que el orden de la enfermedad ha sido destruido y que un nuevo orden surge de ello: el cuerpo curado del paciente. En este caso, el nuevo orden del cuerpo curado, será inferior al del cuerpo sano, y debe justificar la destrucción ocasionada, de lo contrario no se realizaría la intervención.

La transición del modelo pendular arcaico al modelo paralelo moderno puede seguirse en el terreno de la historia del derecho. El sistema pendular está legislado en los modelos llamados «consuetudinarios». La modernidad jurídica se instaura bajo la forma del derecho romano, el cual fue codificado hacia el siglo 500 d. C., bajo la autoridad de Justiniano en un texto conocido como el Corpus Iuris Civilis. Finalmente, el sistema jurídico romano se extiende sobre toda Europa. Este proceso, que se conoce como recepción, sustituye los sistemas jurídicos consuetudinarios locales (ley común) por el derecho romano [2].

Acto destructivo hodierno: se trata de la violencia del perpetrador, actos de desprecio por la vida ajena, individual o colectiva. Implica una falta de empatía nacida en la ingenuidad y falta de madurez en los niños, jóvenes y enfermos mentales, o por conductas criminales en el caso de adultos normales. Es un acto que toma atajos sin meditar las consecuencias. El llamado «derecho de guerra» está llamado a controlar los actos destructivos hodiernos, convirtiéndoles en actos paralelos destinados a preservar el derecho internacional humanitario o «ius in bello».

Fotografía principal, explosión nuclear en Nagasaki (9 de agosto de 1945), desde uno de los B-29 que efectuaron el ataque, tomada de Wikipedia.
[1] La hibris en griego antiguo, es un concepto que puede traducirse como «desmesura».
[2] Todd, S. C. Ibid; pag.12.

Fernando Flores Morador

Vivo en Suecia en donde enseñé Historia y Filosofía de las Ciencias y de las Tecnologías hasta mi jubilación. Actualmente soy investigador honorífico en la Universidad de Alcalá (Madrid).

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2 Comentarios

  1. Leonardo 17/07/2020

    Gracias por esta tipología, muy iluminadora. Me dejó pensando en las cruzadas. Producto de la doctrina neocristiana (a partir del siglo III) de la «guerra justa», y en las antípodas del mensaje cristológico, implicaron innumerables actos destructivos. Pero hoy creo que serían inviables, tanto doctrinaria como política y prácticamente. Entonces la pregunta es si cuando se considera determinado acto destructivo a los efectos de establecer de qué tipo es, no conviene también considerar el aspecto temporal, por un lado, y por otro la perspectiva. Por ejemplo, las cruzadas «justas» fueron injustas para los palestinos de entonces. Así, la noción de perspectiva habilitaría una doble interpretación (o lectura): las cruzadas como acto destructivo paralelo y también como acto destructivo hodierno. Dios y Alá de seguro no están de acuerdo 🙂 Un saludo y felicitaciones por tus artículos.

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    1. Gracias Leonardo por tus comentarios. Dado tu interés prometo profundizar en este tema en mi próxima contribución. Sin duda el espacio del blog es reducido para profundizar, pero siempre podemos encadenar varios textos. Los actos destructivos se resisten a la lógica. Fíjate que están polarizados hacia el futuro pero son negativos respecto al orden. Es decir, son actos que retrotraen a estados anteriores del orden vigente.
      Aprovecho para felicitarte por tus «controversias». Las sigo con atención. Me fascina tu manejo del diálogo filosófico. Te decía hace poco que este es un género en vías de extinción que merece tu rescate. Tu talento literario y tu certeza filosófica logran revivir la frescura del género. Como bien comentabas a José Luis Ramírez, este género necesita del humor bien narrado.

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