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Samba pa’ti

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Samba pa’ti

Byron R.Titus | Política y sociedad / TRANSFORMACIÓN

A José Alfonso (Poncho) Sánchez Alegría (q. e. p. d.)

Hace muchos años, en un país de encanto, de vinos balas y flores, entonces la ciudad donde crecí era nuestra.

No tengo idea del origen de la colonia china en Guatemala, sí conocí la Beneficencia China, entonces quedaba donde hoy queda el Museo de la Colonia China en la 10.a calle y 9.ª avenida. Pasaba seguido por allí, cuando estudié en el Instituto Nacional Central para Varones y luego cuando estudie en la Universidad Popular (UP).

Pero tarde, me recordó Alfonso (Poncho) de la fiesta por la noche en la Beneficencia China. “¿Vas a ir?”, preguntó. “Claro, debo ir”, le respondí. “Entonces paso por vos a eso de las 8 a ver como se pone eso”.

Poncho se fue apareciendo a eso de las 9 p. m. en su Chevrolet y enfilamos por toda la 16 avenida para subir la décima calle hasta la décima y novena avenidas. Afuera se escuchaba la música y Poncho me dijo “Se oye que eso está bueno” y así enfilamos a la Beneficencia.

Apenas por el lobby vemos en medio de la pista a Marilyn, ¡la quinceañera!, bailando con uno de sus hermanos, su pelo negro, liso, bañando su espalda, sobre aquel vestido de seda nácar… Le comento a Poncho -casi gritando por la música, “Si de verdad parece una muñeca de porcelana”. Y él responde “Tenes razón, es bellísima, parece que flota” –y agrega– “pero es muy joven para vos” (quizás lo era… yo tenía entonces 19 años).

Nos dirigimos al bar, cuando al pasar veo que está amenizando la fiesta nada menos que el Equipo Demolición, donde tocaba la guitarra mi excompañero de primaria German Giordano. Al intermedio me acerqué para saludar a German y empezamos a conversar. Regresa Poncho acompañado de unas jóvenes que ha conocido en el bar, nos presentamos todos y procedemos a sentarnos pegados al grupo musical, donde empiezan a pasar comida.

A la primera oportunidad que veo que los anfitriones se han desocupado, me levanto a saludar a Marilyn, sus padres y hermanos. Todos contentos de verme. Les pregunto a sus padres si están de acuerdo de que la saque a bailar cuando empiece la música. “Por supuesto”, me responde la madre, quien me conocía más. Me voy de regreso a la mesa donde me espera Poncho con las otras jóvenes.

Veo que los músicos están congregándose para empezar, me acerco a German y le digo “¿Será que me podrían complacer con una canción?”. “Claro”, dice German, “media vez la sepamos, ¿cuál querés?”. “Samba pa’ti de Carlos Santana”. “Con mucho gusto”, dice German, antes de que se dé la vuelta le pregunto, “¿Me podés hacer otro favorcito?”. “Claro, sin pena, ¿qué queres?”. “Que me hagás señas de cuando van a tocar la canción para ir a sacar a bailar a la cumpleañera”. “Muy bien, está pendiente, dentro de tres o cuatro canciones calculo que la tocamos y te aviso”.

Con disimulo regreso a la mesa principal, converso con la madre de Marilyn y con ella, en esas estoy, sin despegarle la vista a German, cuando veo la señal de que están listos. De inmediato tomo de la mano a Marilyn, vamos al centro del salón y, recién llegando, empiezan los acordes de Samba pa’ti en la guitarra de German. Triple lujo, pensé para mis adentros, bailando con Marilyn, la pieza más bella de Santana, interpretada por mi amigo German.

Carlos Santana ha compuesto muchas canciones bellas, emblemáticas, German Giordano, en su trayectoria mundial de guitarrista, ha interpretado miles de piezas geniales, pero esa noche, Samba pa’ti fue nuestra y German tocó como los dioses. Desde entonces esa canción tiene este significado especial y pasó a ser nuestra aunque ella no lo sepa.

No volví a la colonia china, ni he vuelto a ver a Marilyn; quizás Poncho tuvo razón, era muy joven para mí.

Byron R.Titus

Originario de los Llanos de Gerona (barrio Gerona), zona 1, ciudad de Guatemala. Hoy, ciudadano del mundo. Sociólogo, investigador científico y transformador. Conferencista y asesor internacional. Fundador y director del Centro de Transformación a la Excelencia. Amante de la libertad y las artes. Reside fuera de Guatemala.

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1 comentario

  1. Roberto Rodríguez 30/06/2020

    Muy BELLA y triste a la vez la historia.Nunca más se supo de Marilyn

    Responder

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