Hambre emocional: ¿influyen las emociones en la alimentación?
Susan Aragón Ruckwardt | Para no extinguirnos / CAMBIO DE HÁBITOS
La pandemia ha tenido efectos en la salud de las personas. A nivel mundial se tomaron acciones necesarias para reducir el contagio del virus, entre las cuales cabe mencionar: el distanciamiento social, el confinamiento, las medidas higiénicas, el aumento del teletrabajo, la educación a distancia y otras. Todas estas situaciones desencadenan distintas emociones como ansiedad, enojo, tristeza, preocupación, frustración, compulsión, aburrimiento y en algunos casos, estas influyen en el consumo alimentario.
Las emociones, en ocasiones, se vinculan con conductas alimentarias. El inconveniente de comer emocionalmente es que, cuando se termina el placer de comer, la emoción que lo desencadenó se mantiene y ello puede crear un círculo de comer emocional.
Reconocer si es hambre emocional o hambre real contribuye a guiar la conducta. La diferencia entre ambas es que el hambre emocional aparece de forma repentina y no se puede posponer, se tiene la necesidad de comer de forma descontrolada, generalmente un alimento específico (por ejemplo, un alimento que se ha prohibido o no se suele comer habitualmente) y que al terminar de comer se tiene el sentimiento de culpa por haberlo comido. En cambio, el hambre real es cuando el cuerpo demanda energía y esta se puede identificar al sentir un vacío en el estómago acompañado de ruidos estomacales, aparece de forma gradual y posteriormente existe la sensación de satisfacción y no de culpa.
En ocasiones, el hambre emocional se relaciona a pequeños e incontables estreses cotidianos y que en ocasiones se busca consuelo en la comida. Pero, ¿cómo se puede abordar el hambre emocional? Para ello se puede tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
1. Indagar por qué se come. Para ello, se pueden realizar las siguientes preguntas: ¿Tengo falta de control con respecto a la comida? ¿Estoy ansioso, nervioso o estresado (por ejemplo por problemas laborales, alguna evaluación u examen)? ¿Estoy pasando por un momento importante que es difícil de afrontar (como una separación o una muerte cercana)? ¿Tengo hambre repentinamente? ¿Hay personas en mi familia que utilizan la comida para afrontar alguna emoción? Si la tendencia es refugiarse en la comida, se debe pensar primero en el porqué.
2. Buscar una actividad sustitutiva. Por ejemplo, si se siente estresado, se puede optar por ejercicios de respiración que favorezcan la relajación. Si se siente solo, triste o aburrido, se puede optar por leer, pintar mandalas, realizar ejercicios de estiramiento, armar rompecabezas, escuchar o cantar una canción, llamar o escribir un mensaje a un amigo o familiar, entre otras.
3. Tener alimentos saludables en casa. Al momento de realizar las compras de alimentos, optar por saludables y saciantes como las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, carnes magras, nueces y semillas. Y tomar en cuenta de no realizar las compras de los alimentos con el estómago vacío, puesto que el hambre hace que uno sea más susceptible a los mensajes publicitarios y a comprar alimentos poco saludables (con alto contenido de azúcar, sal o grasas).
Es altamente probable que durante estos días de confinamiento se tendrán algunos momentos de comer emocionalmente, no obstante, podemos permitirnos ser compresivos con nosotros mismos y caer en alguna vez. Ahora, si la situación se agrava, lo recomendable es buscar ayuda profesional para afrontar adecuadamente las emociones.
Imagen principal tomada de Puebla Noticias.
Susan Aragón Ruckwardt
Nutricionista, dispuesta a apoyar a las personas a mejorar su salud a través de la alimentación. Aprecio disfrutar de un plato de comida hecho con esmero y cariño. Amante de los postres y del mar, agradecida por toda oportunidad de superación, y en busca de ser mejor cada día, como profesional y como ser humano. Tengo el propósito de compartir lo aprendido y brindar recomendaciones que ayuden a las personas a informarse sobre alimentación y a exhortarlas a atreverse a realizar cambios positivos y cotidianos que contribuyan a su bienestar.