La pandemia de COVID-19 en Costa Rica
Fernando Zúñiga Umaña | Política y sociedad / EN EL BLANCO
Poco creíble es la condición de igualdad de oportunidades como forma de acceder al bienestar social, a los mismos derechos políticos, a tener acceso al estudio, a la salud, al trabajo y otros espacios de crecimiento económico, social, cultural y político que se les presentan a las personas. Nada más falso que este pilar del capitalismo. Esto no tiene ningún sentido dentro de la injusta organización que existe en todos los niveles del sistema, desde que se nace en cuna de oro o en un burdo espacio de una cuartería.
La pandemia del coronavirus ha dado espacio a un sistema de igualdad total de oportunidades, cualquiera, rico o pobre, está expuesto y puede tener la oportunidad de contagiarse, no hay diferencias. Sin embargo, el sistema permite que esas mayorías que no tuvieron ese acceso, sean las principales víctimas de la pandemia. Hay personas que a sabiendas de que eso puede ocurrir, mueven las cuerdas y promueven la actividad económica sobre cualquiera otra medida. Por supuesto que se justifica que se protejan los líderes, pero no para enriquecerse en libertad. El líder debe exponerse, siempre y cuando tal exposición sea para orientar la buena marcha del sistema. Cualquier líder que desde su lujosa oficina mueve los hilos de sus equipos laborales para incrementar la producción, a expensas de la salud, está cometiendo un crimen.
La pandemia ha desnudado la realidad, por un lado el capitalismo salvaje le ha dado prioridad al crecimiento económico y en menor medida a criterios sociales para reducir los contagios y las muertes. Un gran ejército de ciudadanos, despojado de derechos de vivienda, trabajo y salud, han sido las principales víctimas, nunca tuvieron esas oportunidades, y ahora, frente a la pandemia, caen rendidos sin el derecho a ser atendidos por un sistema social de salud. Dentro de ese ejército mueren los más vulnerables; la población adulta mayor y los que padecen enfermedades que por su conformación los debilita para enfrentar el coronavirus. Y a nivel de la estructura económica, van cayendo las pequeñas y medianas empresas que no pueden sostener las pérdidas por la reducción de su mercado o por la incapacidad de sostener a empleados. Esta es la tormenta perfecta para el sistema capitalista, se elimina la competencia, se reduce la población en sectores menos capacitados y se acaba con la población de adultos mayores.
En mi querida aldea Costa Rica, la pandemia ha sido enfrentada de forma diferente. El gobierno de Alvarado, muy cuestionado en el momento de los inicios de la pandemia, se abocó a formar un equipo y a aprovechar las ventajas del sistema de salud existente en el país. El trabajo fue exitoso y lo sigue siendo. No obstante, hay grupos de presión que quieren que reproduzcamos los esquemas que los países con mayor impacto de la pandemia han seguido. En las zonas rurales se han abierto procesos de producción en empacadoras, dando un alto nivel de contacto en los últimos días, y por otro lado, los economistas neoliberales están analizando la crisis para recetar medidas contra los empleados públicos, los pensionados y reducir indiscriminadamente el gasto público. El ministro de Salud ha sido la estrella en este proceso, ha estado al frente de la lucha contra la pandemia, ha solicitado colaboración a los empresarios en las últimas semanas, el temor es que se revierta el proceso y pasemos a ser un país con más contagios y muertes.
Los productores de café están haciendo un llamado para reclutar recolectores nacionales, trabajo que no le agrada mucho al costarricense, la mano de obra nicaragüense entrará al país por todos los medios posibles, como me decía un joven nicaragüense por medio de WhatsApp, «voy para Costa Rica, que entraré, téngalo por seguro que entraré, cueste lo que me cueste». Esto agravará la situación de contagio, lo mismo está ocurriendo en la recolección de otros productos agrícolas como la naranja, trabajo que en su mayoría se realiza con mano de obra nicaragüense. Una medida preferible es controlar el ingreso de manos de obra nicaragüense, en vez de reprimirla.
Que no se permita en nuestras aldeas imponer el modelo neoliberal, eso significaría el retroceso. En esta pandemia, ese modelo tiene un mayor impacto negativo. Dentro de esta crisis es fundamental el papel de Estado benefactor, los más vulnerables deben ser protegidos y se debe velar por reducir las actividades productivas y sociales que provocan aglomeraciones, solamente en la mente de quienes solo piensan en el lucro es posible creer lo contrario. Ahora no tenemos la presión de los centros, pero nuestras oligarquías hacen un papel similar, presionando al Gobierno y hasta logrando que las calificadoras de riesgo amenacen al país, bajo la excusa de que no se ha permitido que las municipalidades se vean sometidas al paquete de impuestos que le han recetado al pueblo costarricense. De ese tema hablaremos después.
Imagen principal por Fernando Zúñiga Umaña.
Fernando Zúñiga Umaña
Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.