La polarización del actuar en la pandemia
Fernando Flores Morador | Arte/cultura / CAMBALACHEANDO
Apliquemos los resultados obtenidos hasta aquí en nuestra investigación, para reflexionar sobre los efectos de la pandemia sobre el conjunto del actuar social. Al igual que el universo en su conjunto, la vida se balancea entre entropía y orden. En ese contexto, al actuar, se genera el orden adecuado para vida biológica y social. La presencia del virus nos obliga a mantener distancias y a suprimir los tocamientos, que hasta hace poco generaban orden social, pero que ahora amenazan la cohesión de la sociedad. A partir de ahora, debemos no dar la mano, no besar, no abrazar, no salivar, no toser ni estornudar sobre los demás, no matear en rueda, ni compartir el vaso o la taza, ni el plato ni el tenedor o cuchara, debemos usar mascarilla y lavarnos las manos con frecuencia; en fin, no compartir fluidos bucales y/o nasales. Muy importante es cuidar de no hacerlo mientras hacemos la compra en el mercado, en donde las mercancías pueden ser portadoras potenciales del germen. Esta nueva condición exigida al actuar, afecta especialmente el conjunto de actos realizados en la intimidad de la sociedad. Echaremos de menos la información recogida en el apretón de manos, en el beso y la caricia. Invertiremos ese orden, usando más frecuentemente los medios digitales de comunicación. De esta manera, habremos dado un paso más en dirección a convertirnos en los ciborgs de la sociedad de futuro.
Obsérvese que los actos de abrazar y besar, como todos los actos de amor, son actos polarizados al futuro. Por el contrario, los actos de distanciamiento, en tanto dirigidos a una situación preexistente, son actos polarizados hacia el pasado. Vistos en conjunto, se trata de actos paralelos y ya sabemos que la resultante de estos actos es la polarización hacia el presente. Si Juan quiere besar a María, y esta, «le hace la cobra», tenemos dos actos complementarios. Pero, si María elude a Juan por razones sanitarias, tenemos dos actos paralelos polarizados al presente por defecto.
Observamos que los actos a los que nos referimos, son de diferente magnitud, por ello, aplicamos la regla de los signos de la suma y a resta. De lo dicho se desprende que, para tener efecto, el acto de rechazo de María, debe ser de mayor magnitud que el acto amoroso de Juan. Dado que el acto de naturaleza higiénica debe ser de mayor magnitud, el signo de la serie completa de actos será negativo. La pandemia ha transformado un conjunto de actos complementarios, en un conjunto de actos paralelos. Notamos que esta nueva situación sigue las pautas del proceso modernizador, según el cual, la esfera de las relaciones de carácter familiar se transforma en relaciones de carácter público.
Este nuevo orden generado, es la expresión de un «valor» al que llamaremos «organizacional». La magnitud del orden generado en el actuar puede medirse en función del número de decisiones tomadas. Por ejemplo, «quedarse en casa» implica una decisión que genera «valor organizacional». Teóricamente, «quedarse en casa» y «salir de casa» generan el mismo valor organizacional, pero ante la pandemia, «quedarse» equivale a una aproximación hacia el presente por defecto, y «salir» equivale a una aproximación al presente por exceso.
Permítasenos algunas breves conclusiones: asumimos que en general, los actos modernizantes son actos polarizados hacia el pasado, en el sentido de que son actos correctores de una conducta social espontánea, desarrollada en el marco arcaico de la familia. Asumimos también que los actos modernizantes, para triunfar, deben desplegar un valor organizacional de magnitud mayor que la de los actos espontáneos.
Imagen principal tomada de Wikimedia Commons. En respuesta a la epidemia de influenza en Nueva Zelanda, el ministro de Salud contactó a las autoridades locales, dándoles la iniciativa de organizar los esfuerzos de ayuda. Se formaron comités centrales y áreas divididas en bloques con «depósitos». La Junta del Hospital Coromandel emitió este folleto informativo: incluso hace cien años se consideraba la salud mental de las personas, ya que el consejo incluía «No se deprima mirando el lado malo»
Fernando Flores Morador
Vivo en Suecia en donde enseñé Historia y Filosofía de las Ciencias y de las Tecnologías hasta mi jubilación. Actualmente soy investigador honorífico en la Universidad de Alcalá (Madrid).
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