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El retorno a la normalidad (resiliencia)

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El retorno a la normalidad (resiliencia)

Edgar Florencio Montúfar Noriega | Política y sociedad / IDEAS AL AGUA

Existe un gran debate sobre el proceso de retorno a la normalidad, la gran mayoría se enfoca en los aspectos económicos, pero igual la economía sigue funcionando. Muchas personas compran otras venden, el intercambio se está dando. El principal efecto es el provocado por las personas que deben utilizar el transporte público para llegar al lugar donde laboran (o vender su fuerza de trabajo) o disfrutar de algún servicio. Esto gracias a las decisiones de limitar la libertad de locomoción y de parar el transporte público.

Pero también existe un retorno a la normalidad en la esfera social. Las personas hemos estado expuestas a un proceso de educación, en el que se están aprendiendo nuevas normas de comportamiento para la interacción social, de los saludos dando la mano, los abrazos y besos, se está pasando a una interacción distante, pero no por ello sin afecto. También se observa en las nuevas normas de interacción en los lugares de trabajo y el cambio de los hábitos de consumo. Desde una perspectiva conductual, se observa que el proceso educativo de los medios tiene el objetivo de generar temor al COVID-19, una especie de castigo si no se siguen las nuevas formas de comportarse. Si bien es una enfermedad que al 80 % de la población que la padece no debería de generarle complicaciones, la información se está centrando en el 20 % que sufrirá una complicación y, aún más, en el 5 % que morirá.

El proceso de normalización implica que se realicen los procesos de interacción sin tener que pensarlo o recordarlo, en ese momento se habrá «normalizado». Lo mismo pasará en los espacios laborarles y otras esferas. Pero, en el caso del temor hacia la enfermedad y sus efectos, también existirá una normalización.

En Guatemala, la noticia del primer caso positivo de COVID-19 y el primer fallecido en marzo fue titular en los medios, temas de conversación y generó una serie de medidas y acciones. Ahora, cuando hay alrededor de trecientos casos nuevos diarios identificados con COVID-19 por las pruebas y más de medio centenar de defunciones confirmadas, el efecto de un caso nuevo en las personas es inexistente, a no ser que sea una persona cercana.

El avance de los casos tendrá un efecto semejante a la normalización de las muertes por violencia, las extorsiones, el avance de la pobreza o la precarización de los servicios (salud, transporte, educación, etcétera). Los problemas existen, pero ya no tienen el efecto anímico que tenían al inicio, se ignoran y se irán desarrollando los procesos para poder evitarlos o minimizar los efectos si es que afectan a la persona o alguien próximo, si se tienen los recursos. Si no se tienen los recursos, tocará la resignación.


Edgar Florencio Montúfar Noriega

Hijo, padre, esposo, hermano, sociólogo y pecador creyente que vuelve a pecar

Ideas al agua

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