¿A qué profundidad diremos que tocamos fondo?
Rómulo Mar | Arte/cultura / SALTO DE LIEBRE
Otro muerde el polvo.
Queen
«¡Ánimo, Jesús le ama!», me dijo sorpresivamente una señora desconocida asomando su cara por una ventanita del portón cuando yo pasaba por la acera frente a su casa. Pocos, muy pocos ignoran la gravedad de la situación por la que atravesamos todos, en todo el mundo. ¿Alguien se estará riendo en algún punto de la Tierra por esto?
La pandemia nos encerró. Al estar encerrados empezamos a comer más y a ganar peso. Pensamos que saldríamos de la cuarentena midiendo el clóset, el calzado y el marco de la puerta. Pero la leche se está acabando, lo mismo que el pan, las galletas, la mermelada, el jugo de naranja, el jamón, las salchichas, el queso. Frutas, solo de vez en cuando. La carne la racionamos. ¿Pizza? No sabemos cuándo volveremos a saborearla. Ahora pienso en las patatas diarias de Ana Frank y me da escalofrío. ¿Y pescado? No, no nada. ¿Y medicinas? Tampoco, por el toque de queda está prohibido enfermarse, casi por decreto.
El enfriador al comienzo de esta crisis se mantenía llenísimo, ahora lo vemos muy grande, con vacíos en el interior, y al ritmo que vamos continuará vaciándose, refleja, entonces, el estado que irá adquiriendo nuestro cuerpo, el estado de cosas se irá invirtiendo: a menos cosas en el enfriador, menos peso corporal. Así que, al final siempre mediremos el clóset, los zapatos y la puerta, pero por su grandeza.
Ya contamos pocos rollos de papel higiénico y le tenemos puesto el ojo al cerdo que guarda unas monedas en su vientre. Haremos barbacoa de alcancía acompañada de vinito de horchata, en el mejor de los casos.
Al enumerar los alimentos de mi refrigerador se me revuelve el estómago. Yo quejándome en tales circunstancias. Pese a lo poco que tengo, pienso que es una despensa de clase media al hacer comparaciones soberbias, ¿y los pobres? ¿Qué tan larga hacen su lista de comidas? ¿Cuál es su menú diario? Frijol, maíz, a veces arroz, y agua y unos chilitos que le cortan a la plantita que nació sola en el patio. Ahí se pone verdaderamente brava la situación.
Saca tu metro y mide desde el COVID-19 hacia cualquier parte. Cuando menos hay, se nos cae la comida. En la vecindad oigo el llanto de un niño pidiendo pacha. Estamos a la deriva, el barco va sin timón, nos movemos entre el queremos que ya retiren las restricciones y el miedo a que el virus rompa los 36 con que andamos sanos. Estos son «tiempos recios», los tiempos del «Llorar y crujir de dientes», justifican los predicadores.
A estas alturas del confinamiento ya probamos un par de insomnios, ¿cuándo acabará esto? ¿Cómo saldremos de esta? Hasta el pensamiento empieza a flaquear. Y el presidente de la pandemia hace tan solo lo que haría cualquier otro presidente, lo normal, además, el virus es impredecible.
El coronavirus nos acorrala, tenemos que ponernos a dieta sin hacer caras a la amargura. Si queríamos un ejemplo de tiempos de vacas flacas, vivámoslo. Y estamos apenas entrando en la recesión, podría ponerse peor. Y no esperemos la ayuda gubernamental, que allí nunca hay certeza. Así que, amarrémonos más el cinturón, aunque le demos más vueltas ahora. Mejor es prevenirnos.
Recesión. Las primeras entradas a la palabra recesión en el diccionario son: «1. Acción de retroceder. 2. Disminución de la actividad comercial e industrial que comporta un descenso de los salarios, de los beneficios y del empleo». Entramos en recesión, no hay duda. Y por eso, esta palabra, recesión, es tendencia en esta época, y hay otras que probablemente también lo sean, como racionar, dieta, austeridad, inflación, economizar y la expresión ¡aguantando!
Pero, ¿a qué viene toda esta lista de lo mal que estamos? Ese cuadro ya lo conocemos. Cierto. El objetivo es que seamos más conscientes del hecho y de la consciencia salir para enfrentar con nuevas fuerzas y armas el día después, y que seamos solidarios. Ahora no alcanzamos a saber las distintas formas en que está afectando la pandemia y el confinamiento. Hay gente que no solo no le alcanza para comer, sino que tiene al arrendador exigiéndole cada día que le pague el alquiler de la casa. El mañana, cuando salga el Sol, queremos que sea esperanzador.
Es tiempo que debemos ir pensando en buscar al Coronel no tiene quien le escriba para que nos enseñe cómo se sobrevive raspando el fondo del bote de café y compartiendo las migajas con el gallo.
Fotografía de Rómulo Mar.
Rómulo Mar
Escritor. Fundador del canal de videos Letras en Directo y del periódico impreso El Revisor. En 2018, por acuerdo municipal del ayuntamiento de Chiquimula, fue declarado «Valor Cultural del departamento de Chiquimula». Ocho libros publicados: 2 de poesía, 2 novelas y 4 de cuentos.
¡Que preciosa forma de escribir! ♥️