KP Textil, imagen de la negligencia gubernamental
Virgilio Álvarez Aragón | Política y sociedad / PUPITRE ROTO
Los anuncios diarios de los contagios de COVID-19 ya no son menores de dos dígitos y, un día sí, un día no, las cifras superan la centena. Gracias a la incapacidad gubernamental, a su falta de seriedad y coherencia, una enfermedad que en los primeros días de marzo se anunciaba posible de controlar, ahora es una epidemia que asola todos los confines del territorio guatemalteco.
Cuando en los primeros días del mes de marzo el presidente anunciaba las primeras medidas para contener el virus, los empresarios desde sus agrupaciones y «tanques» de pensamiento pedían moderación. Exigían que no se afectara el ambiente de los negocios. Llegado el primer caso y la primera defunción, el Gobierno intentó apretar la mano, mas, con un gabinete plagado de serviles al empresariado y oportunistas dedicados al enriquecimiento inmediato a costas de los recursos públicos, las disposiciones no pasaron de asustar al pobre, de encerrar en su casa al sensato, pero sin inmutar, mucho menos preocupar, a los «empresarios» y sus ambiciosos ejecutivos.
En lugar de establecer claros protocolos, implementando mecanismos ágiles y drásticos para conseguir que los dueños de industrias y comercios cumplieran de manera estricta las disposiciones, el presidente dio marcha atrás en lo dispuesto, abriendo de par en par la puerta para que todo el que quisiera, mantuviera no solo su producción, sino el tratamiento indigno que por años han dado a los trabajadores.
Si los productores de cemento, cerveza, licores, plástico, etcétera, se asumían como fabricantes de bienes esenciales para la sobrevivencia de la población en momentos de crisis sanitaria, los fabricantes de prendas de vestir de baja calidad que gozan de exenciones fiscales también se consideraron esenciales, pues, como argumentó el supuesto propietario de la maquila KP Textil en entrevista radial, la maquila da trabajo y, en consecuencia, es esencial. Ello a pesar de que el acuerdo presidencial del 16 de marzo establecía que solo lo eran las industrias farmaceútica, de higiene y de alimentos.
Pero, además, como seguir funcionando solo fue cuestión de llenar un formulario en el sitio web del Ministerio de Economía, según sus propias palabras, «fue muy fácil» obtener la autorización gubernamental para continuar produciendo textiles. Como los inspectores sanitarios apenas si aparecen y no tienen poder para suspender una industria, sin olvidar que el Ministerio de Trabajo desde la época de Álvaro Arzú es una ventanilla más de la patronal, los trabajadores en la práctica han quedado al libre arbitrio de la voracidad patronal, aún en estos tiempos de emergencia sanitaria.
La negligencia gubernamental y del IGSS resulta casi criminal. Según el director del Centro de Salud de San Miguel Petapa, municipio donde se ubica la maquila, el 12 de mayo se detectaron ¡6 casos! de contagio, pero todo se quedó en «avisos». Ni el Ministerio de Salud, mucho menos el IGSS, tienen protocolos de respuesta inmediata para proteger a los trabajadores. Un ciudadano que incumpla el estado de sitio puede ir preso varios días, además de estar sujeto a multas y todas las vejaciones que la patrulla policial le pueda ocasionar, pero los dueños y los administradores de una fábrica donde se detectan varios contagios simplemente reciben una palmada en el hombro y ¡a seguir contagiando!, que lo que importan son las ganancias, porque la defensa de la vida de los trabajadores es simplemente un decir.
Cómo llegó el virus a la fábrica y hasta dónde se pudo haber esparcido antes del 12 de mayo es algo que tendría que haber sido investigado de inmediato por los equipos sanitarios, obligando al empresario irresponsable a detener labores sin suspender el pago a sus trabajadores. La suspensión de labores no era una decisión soberana del propietario, era una obligación en tiempos de estado de calamidad. Pero nadie con poder movió un dedo. Lejos quedamos de la alharaca que por un caso se armó en Patzún. Si en ese caso, haciendo acopio del lenguaje del terrorismo de Estado, se declaró un «cerco» a la población y se prohibió a los vecinos movilizarse. En el caso de la maquila simplemente se siguió trabajando, pues, si los trabajadores mueren frente a las máquinas, ya vendrán otros vecinos a ocupar sus espacios en la producción. Lo que hay que mantener son las ganancias, puesto que la salud y vida de los pobres es cuestión secundaria.
Una semana después se toman apenas 32 muestras rápidas, en una población de 900 trabajadores, y se detectan 18 casos positivos ¡56 % de los evaluados! Pero todo sigue igual. El propietario y sus gerentes son tratados con pétalos de rosa por entrevistadores radiales y dejados en santa paz por las autoridades. Apenas si les piden que cierren la fábrica por unos días.
Nadie usa ahora el término «cerco» de la jerga militar para impedir que el virus se propague en San Miguel Petapa y sus alrededores. Los trabajadores de la maquila, de víctimas pasan a ser responsables de su contagio. El IGSS se cruza de brazos y deja a su suerte a más de 850 afiliados, posiblemente muchos de ellos contagiados. Para ellos no hay pruebas RT-PCR ni serológicas, mucho menos hotel para pasar su cuarentena, aunque con sus contribuciones paguen el altísimo salario y dietas de los políticos patriotas transformados en «ejecutivos» de la seguridad social. El IGSS, en la práctica, solo está asegurando a su altos funcionarios, quienes hasta ahora simplemente han estado observando pasar la pandemia desde las limpísimas ventanas de sus cómodos y alfombrados despachos.
El presidente, jadeante, va y viene, haciendo públicas disposiciones que modifican y hasta contradicen las comunicadas apenas 24 horas antes.
Todo esto ha hecho que Guatemala sea uno de los pocos países que, habiendo decretado medidas supuestamente drásticas para contener el avance del virus hace más de diez semanas, esté aún viendo multiplicarse los contagios, en situaciones parecidas al caótico Brasil o la displicente Suecia.
La pequeña Eslovenia, que llegó a tener 50 fallecidos por millón de habitantes y tuvo su primer caso el 5 de marzo, ha decretado ya, con toda las seguridades del caso, que está libre del virus. Costa Rica, con apenas 10 fallecidos en total, y que tuvo su primer caso el 8 de marzo, no tiene más pacientes en tratamiento intensivo y desde hace dos semanas no tiene más de tres casos por día.
En Guatemala, lamentablemente todo hace suponer que los enormes sacrificios de cientos de miles de guatemaltecos durante las diez semanas anteriores han sido en vano y tirados a la basura, todo por causa de la negligencia, atolondramiento y demagogia del gobernante y sus incapaces funcionarios, así como por la avaricia y falta de escrúpulos de los llamados empresarios.
Fotografía principal tomada de CRN Noticias.
Virgilio Álvarez Aragón
Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.
Y……. entonces?…………….. cual es la propuesta Virgilio?…………….. La denuncia no funciona; la crítica no constructiva ni pro-positiva mas envenena nuestra débil mente sin memoria; los medios de comunicación (todos solo desinforman y fabrican sensacionalismos amarillistas); necesitamos acciones que de forma contundente resuelvan tantas carencias e ineficacias del sistema pero no hay hasta le fecha (con la excepción de la propuesta de Luis Zurita Tablada respecto a la actitud del presidente respecto a esta pandemia) una que proponga formas, sistemas, reglas, condiciones contenidos bien sustentados para ponerlos en operación y ejecutarlos; todo es crítica enfermiza en voz y en papel e imágenes que a la larga no resultan en nada que permita obtener una expectativa con posibilidades de resolver cada situación.