El joven Karl Marx y la crítica a la religión
Bienvenido Argueta Hernández | Política y sociedad / DANZA CÓSMICA
No soy nada, tendría que serlo todo.
Escritos de juventud sobre el derecho – Karl Marx
Uno de los filósofos más mencionados en Guatemala es sin duda Carlos Marx. Por unos adorado y por otros odiado, a pesar de que es poco leído. Las universidades que ofrecen cursos de filosofía o ciencias sociales, obviaron realizar algún tipo de discusión sobre sus ideas y reflexionar sobre el impacto de su pensamiento y los intentos de poner sus teorías en la práctica, hace años que se conmemoró alrededor del mundo los doscientos años de su nacimiento.
Actualmente, en las escuelas de revisión del pensamiento de Marx, existe una tendencia a revisar los escritos de juventud. Desde los 26 años reflexionaba no solo sobre la política interna alemana, sino que lo hacía desde una perspectiva que pretendía interpretar el plano internacional. Pero, particularmente, no se conformaba en discutir el problema del individuo desde la sola perspectiva alemana, sino desde una perspectiva de «la emancipación humana general». Más allá de reconocer que no vivimos ya su horizonte temporal y que el contexto actual no es el mismo, dado que la historia y el mundo se han movido, lo cierto es que su tradición de pensamiento aún ofrece fundamentos de reflexión y acción, particularmente en países como el nuestro, en el cual las condiciones de vida infrahumana son más que manifiestas.
Uno de los puntos centrales del joven Marx es la dimensión reconstructiva de la historia partiendo de una posición crítica frente a la religión como pensamiento enajenado. En Occidente, la religión imagina un cielo en contraste con el mundo concreto; creando para el efecto la figura de un dios todopoderoso, el cual llega a desnaturalizar la acción humana desde que parte de fantasías e imágenes de sí que se alejan de la realidad. Las sociedades han creado la religión como falsa conciencia que separa a los individuos de carne y hueso para verse tal cual son en el mundo real y, por tanto, de llevar a cabo los cambios que demanda una sociedad. En términos de Marx, la religión «es el opio del pueblo» (Contribución a la filosofía del derecho de Hegel, 1844).
Para él, la tarea de la reflexión filosófica debe consistir en una crítica de la religión, mostrando la falsa verdad del más allá como condición básica para recuperar la transformación histórica de la realidad. De hecho, la filosofía estaría al servicio de la historia, pero «Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo» mientras que «la cuestión está en cambiarlo» (Tesis sobre Feuerbach, 1845). Marx, de hecho, considera que la religión en su momento ha estado vinculada a los sistemas de opresión más infames y que ayuda a instaurar estos regímenes como «una concesión del cielo».
La crítica de la religión parte de la pretensión de ser radical, que significa «coger el problema por la raíz», pues las transformaciones sociales no solo se consiguen a través de las armas, también es un problema de carácter ideológico: «la crítica a la religión conduce a la doctrina según la cual el ser humano es la esencia suprema para el ser humano, y por consiguiente, al imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en las cuales el ser humano es un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable». No obstante, reconoce que en Alemania, Martín Lutero con la Reforma había alcanzado una liberación a medias de la autoridad, instauró en cambio la autoridad en cada individuo y, por tanto, sojuzgarlo de una manera más eficaz.
En este sentido, ve innecesario observar la libertad de la religión como un derecho, más bien es necesario como derecho la capacidad de liberarse de está. Pues al final de cuentas, cualquier manifestación religiosa como el judaísmo plantea una forma de legitimar falsamente una preocupación religiosa del día a día que consiste en la respuesta a las siguientes preguntas «¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular del judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero. Así pues, la emancipación de la usura y del dinero, es decir del judaísmo práctico, real, sería la autoemancipación de nuestro tiempo» (Sobre la cuestión judía, 1844).
La liberación de la conciencia y prácticas religiosas llevaría a la gente con mayores necesidades y más explotada al punto más crítico de todos, a reconocerse en su condición universal emancipadora: «No soy nada, tendría que serlo todo». Condición básica que conduce a replantearse la condición histórica humana en su conjunto, no como parte de, sino de todos y sus diferencias hacia una sociedad justa.
Posterior a Marx encontramos otras críticas a la religión como acción política e histórica. Ejemplos como la que realiza Jean Paul Sartre en su obra El existencialismo es un humanismo, acerca del ser humano haciéndose cargo de sí mismo como proyecto requerido en cuanto ser libre. Pero quiero referirme a los planteamientos de Max Horkheimer en la Crítica de la razón instrumental, en donde señala cómo el pragmatismo afectó la experiencia religiosa, hasta convertirla en un ejercicio completamente sometido a los valores del mercado y, en su expresión más desencarnada, en un pensamiento ideológico alienado y alienante. Muchas veces, incluso en contra de la propia ciencia. Entre sus críticas, parte de los intentos de reconstrucción de las filosofías de la Edad Media y señala que: «En este punto los neotomistas, a diferencia de su maestro, no se toman el trabajo de deducir realmente el contenido de la física contemporánea de la cosmología de la Biblia. Las complejidades de la estructura electrónica de la materia, para no hablar siquiera de la teoría del espacio en explosión, harían, en efecto, muy difícil tal empresa. Si Tomás de Aquino viviese en la actualidad, probablemente encararía la situación de hecho y, o bien anatematizaría a la ciencia por razones filosóficas, o bien se volvería hereje; no trataría de encontrar una síntesis superficial de elementos inconciliables». Aun así, el fenómeno de la religión como crítica, encara una dimensión no solo necesaria, sino de una forma auténticamente de reflexión filosófica por los propios planteamientos de la teología, las prácticas que permean una cultura judeocristiana y, particularmente, por el planteamiento de filosofías metafísicas que presentan principios básicos de crítica racional.
Sin embargo, ante la actual experiencia religiosa guatemalteca y latinoamericana, en buena parte, la crítica a la religión es más que una necesidad, pero realmente se constituye en un esfuerzo gigantesco para salubristas del comportamiento humano y de patologías de lo increíble. No solo es un esfuerzo racional, pues debemos lidiar con farsantes que vilmente se enriquecen con la pobreza de la gente, no solo material sino espiritual e intelectualmente. Desde profetas en pleno siglo XXI que ofrecen la salvación individual, hasta combos familiares a cambio de dinero y supuestas sanaciones ante una muerte que es inevitable. En una especie de «realización fantástica de la realidad humana» o fantasiosa de las «criaturas agobiadas», como diría Marx, observamos a pastores y curas dueños de iglesias que, hincando a los presidentes, congresistas y políticos, representan la obra teatral en la que envisten de poder divino a los gobernantes a cambio de dinero fácil. De esa cuenta, los presidentes sin falta alguna ofrecen bendiciones divinas, solicitando del pueblo «su celestial oratio por aris et focis».
Imagen principal Karl Marx y Engel en la imprenta Neue Rheinische Zeitung, por E. Capiro (fotografía de Roger Viollet), tomada de Nuevo Más.
Bienvenido Argueta Hernández
Aprendiz permanente de los relatos encantadores de las gentes y explorador de las historias que nos muestran mundos diferentes entretejidos entre poesía, cuentos y pinturas. Me gusta jugar, subir volcanes y cruzar arroyos, recorrer laberintos y ser capaz de observar estrellas, paisajes y sonrisas. Escucho jazz o rap y en los intermedios hago investigación social y escribo sobre filosofía y educación.
Un artículo que trae la filosofía clásica y la actualiza en nuestros contextos, tiene, para mi, un valor histórico. Ojalá nuestras universidades centroamericanas logren comprender que la filosofía es aquí y ahora, como lo plantea magníficamente el Doctor Argueta desnudando los ámbitos de la religión y la política.
Un muy buen desarrollado ensayo que hace una excelente labor de contextualizar a Marx con nuestra situación actual. ¡Lo compartiré!
Felicitaciones Bienvenido, muy buen artículo. Comparto que «la crítica a la religión es más que una necesidad», y aún más en el perverso contexto de esa fusión nefasta, que muchos pretenden eternizar, entre el Estado y la Iglesia, la cual, increíblemente, con el citado «oratio pro aris et focis», sirve de herramienta basal para la manipulación de las masas de un pueblo necesitado, primero en lo material, pero también en el conocimiento que despliega luces en este tunel obscuro de nuestra existencia. Entonces, ese pensamiento del filósofo, tan adorado como temido y odiado, sobre la droga de los pueblos, no deja de tener mucha validez. Mis saludos y un fuerte abrazo.