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El orden natural y la pandemia (I)

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El orden natural y la pandemia (I)

Vinicio Barrientos Carles | Para no extinguirnos / EPISTEME

De hecho, no hay un «mundo natural», es una frase errónea y artificial.
Hay un mundo, y los seres humanos somos parte de él, junto con los virus, los chimpancés y los murciélagos.
David Quammen


Hemos conversado sobre la imposibilidad de que el nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, haya sido fabricado por el ser humano, en algún laboratorio de experimentación genética. En parte, la interrogante conlleva intereses políticos muy definidos, pues las grandes mayorías tienden a pensar que una crisis planetaria de estas dimensiones debe tener una causal humana específica, una proveniente de sus caprichosos y egoístas intereses. De alguna forma, los hombres pensamos que las cosas malas provienen de los hombres; tenemos ese preconcepto. En este sentido, recuerdo que cuando era muy chico, una de mis maestras explicó que los objetos en el mundo, las cosas que nos rodean, podían ser divididas en dos tipos: las naturales y las artificiales. Cuando se pretendía una definición, se aclaraba que lo artificial eran las cosas hechas por el ser humano. El ejemplo típico era una mesa o un mueble hecho de madera, que eran objetos artificiales, mientras que el árbol, de donde provenía la materia prima para construir estos objetos, era un ser de la naturaleza, es decir, un objeto natural. Cuando uno reflexionaba al respecto, podía comprender que el hombre realmente no creaba nada, solo transformaba lo ya existente, lo modificaba, como haciendo travesuras, un tanto a su gusto y antojo, bajo el paradigma de que todo cuanto existe le pertenece, únicamente por el hecho de que tiene la capacidad de manipularlo a su conveniencia. Confieso que desde aquel entonces, la noción de equilibrio la encuentro vinculada indefectiblemente con lo natural, mientras que en lo artificial se observa todo lo contrario.

Por otro lado, destaca que en esta visión antropocéntrica, todo lo que los mismos organismos en la naturaleza transforman no se toma en cuenta, como si esta gran cantidad de transformaciones pudieran dejarse entre paréntesis, como en suspenso… como si no existieran. Estábamos en aquel entonces en la denominada «era de la conquista del espacio», el inicio de una novedosa época, que terminó caracterizándose por la ultratecnología de la información. El consumismo y la altanería humana estaban llegando a su máxima expresión, hasta que algo, un acontecimiento epidémico, sucedió. Este fenómeno epidémico de escala mundial ha venido a recordarle al ser humano que existían límites para su intervención en el cosmos, a recordarle que un orden que le precedía, no solo en temporalidad y cantidad, sino que, más profundamente, en su calidad, era quien estaba a cargo de ese cosmos que el humano habita. La situación no era ni es entonces como el ingenuo humano pretendía, ni el cosmos gira en torno de él, ni él está en esa posición privilegiada para alterar el orden de la naturaleza, a su gusto y antojo, por ser tan solo una las incontables creaturas que lo conforman, pero no lo determinan.

Imágenes tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.

En suma, que este fenómeno pandémico ha resultado contener un mensaje claro y directo que nos llama a las más serias reflexiones de lo que hemos estado haciendo, efectivamente mal, pero más recientemente, muy mal. En efecto, la contraposición del hombre frente a la naturaleza deriva en un absoluto contrasentido, un absurdo total. No estamos fuera de la naturaleza, pertenecemos a ella. De esta guisa que esta clasificación que recuerdo de mi infancia es verdaderamente aberrante. A esto se refiere la frase inicial de David Quammen, reportero, escritor y divulgador de la ciencia norteamericano, quien ha viajado a los lugares más recónditos en los cuatro puntos cardinales del planeta, persiguiendo a los virus zoonóticos, es decir, aquellos que saltan de los animales a los humanos, con grandes capacidades de afectar globalmente la salud de nuestra especie. Quammen emergió al reconocimiento público con un libro publicado en 2012, resultado de sus travesías cosmopolitas: Spillover. Animal infections and the next human pandemic (Derrame: las infecciones animales y la próxima pandemia humana). El texto, publicado en castellano como Contagio, es ciertamente fascinante, pero no deja de sembrar una semilla de terror, dejando finalmente un sabor apocalíptico. Se relata el sorprendente mundo de las infecciones de origen animal, prediciendo una pandemia humana como la que hoy estamos padeciendo, razón en virtud de la cual es ahora una de las obras de referencia para entender este ente microscópico que ha paralizado al mundo entero.

Imágenes tomadas de Ciencias y < a href=»http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,70656737&_dad=portal&_schema=PORTAL»>UNED, editada por Vinicio Barrientos Carles.

La zoonosis, o derrame zoonótico, se da cuando una población de reservorios con una alta prevalencia de patógenos entra en contacto con una nueva población de huéspedes. De esta forma, el patógeno se transmite desde la población del reservorio y puede o no transmitirse dentro de la población huésped. Es importante notar que el derrame es un evento común, pues más de dos terceras partes de los virus humanos son zoonóticos, es decir, de origen no humano. La mayoría de los eventos de derrame se limitan a la transmisión del animal al humano, sin la posibilidad de transmisión adicional de humano a humano (como en la rabia o el ántrax). Sin embargo, también es posible que las personas puedan transmitir estos patógenos, llegando a establecer cadenas de transmisión limitada, como son los casos del ébola, de algunos virus de la gripe aviar y de los miembros de la familia del SARS.

Quammen en su libro explica cómo, sin lugar a dudas, las decisiones recientes, sobre la forma de vida que llevamos los humanos, han llegado a ejercer una tremenda presión sobre el mundo natural anterior al Antropoceno, época asociada con el inicio de la Revolución Industrial. Esta presión antropogénica se agrava significativamente durante el último siglo, durante el cual los seres humanos nos hemos más que cuadriplicado en número, extendiéndonos por regiones antes no habitadas por el Homo sapiens. En entrevista reciente, al preguntársele si considera que esta pandemia es una revancha de la naturaleza, el escritor responde:

No lo diría así, porque soy un materialista evolutivo. No personalizo la naturaleza. No creo en una naturaleza que deba ser escrita con N mayúscula, capaz de una revancha o de emociones personales. Los humanos somos actualmente más abundantes que cualquier otro gran animal en la historia de la Tierra. Y esto representa una forma de desequilibrio ecológico que no puede continuar para siempre. En algún momento habrá una corrección natural. Les ocurre a muchas especies cuando son demasiado abundantes para los ecosistemas, les ocurre algo. Se quedan sin comida, o nuevos depredadores evolucionan para devorarles, o pandemias virales las derrumban, pandemias virales que interrumpen su crecimiento poblacional… Ahí hay una analogía con los humanos.

En la misma conversación, el escritor expone que debemos de ser capaces de ver lo que se nos viene encima, modificando radicalmente nuestra manera de existencia en este planeta. Ha dejado en claro que hoy, más que nunca, ofrecemos oportunidades inconmensurables para los virus, que siempre han estado aquí. En la siguiente imagen se muestra un extracto de sus explicaciones al respecto de por qué este virus SARS-CoV-2 puede considerarse muy exitoso, con el símil de que este se ha ganado el premio mayor en la lotería de la naturaleza. Sobre estas ideas en torno del orden natural estaremos matizando algunos puntos en la segunda parte de este artículo.

Imagen tomada de Tu Planeta Vital, editada por Vinicio Barrientos Carles


Imágenes principales tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

Episteme

Correo: [email protected]

2 Comentarios

  1. Luis Padilla 07/05/2020

    Muy bien Vinicio
    Te haré llegar un artículo sobre esto

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    1. Muchas gracias Luis Alberto, más que bienvenido, siempre. ¡Saludos!

      Responder

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