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Monseñor Gerardi y la memoria

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Monseñor Gerardi y la memoria

Marco Vinicio Mejía | Política y sociedad / TRAZOS Y RETAZOS

La forma y la fecha en que asesinaron a monseñor Juan Gerardi y Conedera fueron planificados. Fue ultimado con una piedra el 26 de abril, día del santoral dedicado a san Esteban, la principal figura del renovado celo misionero de la Rusia del siglo XIV.

San Esteban es un modelo de la interculturalidad evangelizadora. Sostuvo que cada pueblo debía adorar a Dios en su propia lengua, pues Dios es el origen de todos los idiomas. A los convertidos no les enseñaba en los caracteres del ruso sino en un alfabeto especial que había inventado. Además de misionero, san Esteban se distinguió como campeón de los oprimidos en las regiones de Novgorod y Moscú. Enfrentó a los primeros herejes de Rusia, los strigolniks, y, en reconocimiento a su obra misional, fue nombrado primer obispo de Perm.

El nombre de este guía espiritual proviene de san Esteban, el primer mártir del cristianismo, también venerado un día 26. Antes de la finalización del siglo cuarto de nuestra era, el 26 de diciembre le fue dedicado, pero no hay explicación alguna por qué se eligió ese día desde una fecha tan remota.

El nombre del protomártir proviene del griego stephanos, que significa corona. Debido a la influencia que ejercía sobre el pueblo, los ancianos y jefes de algunas sinagogas de Jerusalén fraguaron una conspiración para matarlo. Lo sacaron de la ciudad para apedrearlo. De acuerdo con las referencias de los testigos requeridos por la ley de Moisés y las características de su martirio, la lapidación no fue un acto de violencia de la multitud, sino una ejecución judicial. Entre los presentes que consintieron su muerte estaba Saulo, el futuro Apóstol de los Gentiles.

Otro paralelismo es el 3 de agosto, día de la confirmación de la exhumación del cuerpo de monseñor Gerardi, fecha establecida por la Iglesia como segunda fiesta de san Esteban para conmemorar el descubrimiento de sus restos, en diciembre del año 415.

Al encabezar el Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica, la tarea evangelizadora de monseñor Gerardi lo convirtió en un campeón de los oprimidos y su labor pastoral ejerció una peligrosa influencia sobre el pueblo. De ahí la necesidad de una conspiración para perderlo. Fue ejecutado extrajudicialmente con una piedra, al igual que el protomártir san Esteban y por el simbolismo de utilizar una piedra contra una iglesia fundada en una piedra.

El nombre original de san Pedro era Simón. En su primer encuentro con Jesucristo fue llamado Cefas, el equivalente en arameo de la palabra griega que significa piedra, la cual, en su forma española, derivó hasta convertirse en Pedro.

Una piedra fue utilizada para destruir la cabeza más visible de la Iglesia católica guatemalteca. Su rostro fue desfigurado y su cráneo fracturado para destruir la inteligencia colectiva y deformar la cara de la verdad. Con una piedra asesina trataron de deformar el rostro de una Nueva Iglesia, constituida como opción de los pobres.

Monseñor Gerardi fue uno de los sacerdotes que rebasó el cristianismo ritual, reducido al cumplimiento rutinario de actos de sensibilidad religiosa, expresada en formas culturales externas, conformada por individualismos paralizados y paralizantes, carente de la fuerza evangelizadora de la denuncia. La injusticia y la deshumanización requieren más que de golpes en el pecho.

Hasta dónde se ha constituido la Nueva Iglesia no podemos establecerlo si medimos los cambios en tiempos humanos y no en tiempos históricos. Si durante diecinueve siglos la Iglesia no se preocupó por la condición humana amenazada, durante un corto período de tiempo la Iglesia universal ha querido adaptarse en forma acelerada al vértigo mundial trastornador. De manera más lenta, las iglesias locales han caído en la cuenta de que, si quieren ser opciones auténticas, no les queda más que apostar por los pobres: de cuerpo, de espíritu o de ambas carencias. Preferir a los pobres en el Evangelio no significa que esté destinado solo a ellos, excluyéndose a quienes no lo son. El Evangelio se anuncia a todos, pero a partir de los pobres.

Desde hace varios años, obispos como monseñor Gerardi han sido pastores de un pueblo que sufre. Me adhiero a la postura crítica y solidaria de la Nueva Iglesia, uno de cuyos pastores fue sacrificado. El ¡nunca más! restaurador no puede quedarse en una consigna. Tal vez nos quede reparar en las posibilidades del olvido que, para secularizar esta ofrenda mínima, es la cultura vislumbrada por Mario Benedetti:

En el fondo el olvido es un gran simulacro / nadie sabe ni puede / aunque quiera / olvidar un gran simulacro repleto de fantasmas / esos romeros que peregrinan por el olvido / como si fuese el camino de Santiago. / El día o la noche en que el olvido estalle / salte en pedazos o crepite / los recuerdos atroces y los de maravilla / quebrarán los barrotes de fuego / arrastrarán por fin la verdad por el mundo / y esa verdad será que no hay olvido.


Imagen principal tomada de Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala.

Marco Vinicio Mejía

Profesor universitario en doctorados y maestrías; amante de la filosofía, aspirante a jurista; sobreviviente del grupo literario La rial academia; lo mejor, padre de familia.

Trazos y retazos

Correo: [email protected]

1 comentario

  1. arturo ponce 30/04/2020

    Entonces… y Orantes?………….

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