¿Fabricaron el coronavirus en un laboratorio?
Vinicio Barrientos Carles | Para no extinguirnos / EPISTEME
La sutileza humana nunca ideará un invento más bello, más simple o más directo
que aquellos que la naturaleza hace, porque en sus invenciones nada falta y nada sobra.
Leonardo da Vinci
Hemos expuesto las ideas de Noam Chomsky, al respecto de una conspiración norteamericana enfocada y orientada hacia el socavamiento de los roles que muchos países de la oposición política económica de EE. UU. están teniendo, empezando por la República Popular de China, pero también incluyendo a otros de sus potenciales enemigos, como Oriente Medio y la misma Europa. Ha circulado un vídeo de este mismo filósofo y analista geopolítico, en el cual expone sus temores al respecto de una posible guerra nuclear, así como un probable retroceso en el modo de gobierno de una gran cantidad de Estados, asumiendo formas autocráticas, fundamentalistas y ultraconservadoras. En este sentido, ante la crisis planetaria ya trazada, muchas teorías conspirativas han surgido y seguirán surgiendo. No es para menos, dada la vertiginosa caída de las estructuras prevalecientes en la sociedad contemporánea, fuertemente asentadas en las décadas más recientes en torno del modelo capitalista de crecimiento. Sin embargo, en esta columna Episteme priorizamos la perspectiva científica por encima de aquellas otras que posiblemente escapan al alcance del método y los procedimientos de la ciencia contemporánea.
De esta guisa, muchas de las teorías conspirativas hablan de la modificación intencionada de una cepa del coronavirus preexistente, llevada a cabo en los laboratorios del primer mundo, para después injertarla en algunas poblaciones objetivo. Unos dicen que los gringos, otros que los chinos, otros (como siempre) que han sido los comunistas, o bien los Illuminatenorden o los Bilderberg, y en fin, que alguien lo ha fabricado. La pregunta que conviene responder ahora, en forma breve y concisa, es si esto es efectivamente posible. ¿Tenemos acaso conocimientos para llevar a cabo algo así? Para aquellos que posiblemente esperaban algún tipo de malvada manipulación por parte del ser humano, la respuesta no será del todo agradable, dado que el estado del arte en lo que respecta a la manipulación genética apunta unívocamente a un categórico no. En esta ocasión, trataremos de explicar cómo es posible estar seguros de esta negativa, apoyados en un artículo específico, «The proximal origin of SARS-CoV-2», publicado en la revista Naturemedicine en el pasado mes de marzo.
Primero iniciemos recordando las partes de un virus. En la imagen previa se muestran: a) la envoltura (cubierta o membrana, que no todos los virus tienen); b) la cápside proteínica protectora, y b) el genoma o material genético constituido por los ácidos nucleicos (ARN o ADN). La idea fundamental es que cuando lo virus realizan su replicación mediante un proceso que previamente hemos explicado, van dejando un registro indirecto de sus procesos, y en el largo plazo, van modificando su estructura mediante cambios aleatorios en su genoma, es decir, van realizando en sí mismos mutaciones aleatorias relacionadas con la selección natural, lo que permite la trazabilidad sobre su origen.
¿Es posible realizar experimentación viral en laboratorio? Sí, esto sí es posible y efectivamente se realiza por diversos fines, de índole científica o médica. Sin embargo, para crear o modificar un virus se necesita a fortiori un genoma viral del cual partir, es decir, el material genético correspondiente a un virus ya existente, que en este caso sería el ARN de algún coronavirus cercano, filogenéticamente hablando. Cada gen de este genoma codifica para una proteína específica del virus una secuencia particular, como se ve en la imagen previa, de forma que existe una relación entre el código de los ácidos nucleicos del virus y las proteínas que lo conforman. Así, será posible construir o modificar un virus, cortando y pegando «grandes trozos» de código genético de otros preexistentes. Este tipo de virus quimérico ya se ha producido.
Sin embargo, la gran pregunta es si este SARS-CoV-2, ha sido construido de esta manera, o si es producto de la manipulación de otros coronavirus preexistentes. Cabe señalar que el nuevo coronavirus es el séptimo miembro de la subfamilia Orthocoronavirinae que se sabe puede infectar al ser humano, siendo tres de estas las causantes de patologías de algún grado de severidad (SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2), mientras las otras cuatro provocan únicamente padecimientos leves (HKU1, NL63, OC43 y 229E). Para cada una de ellas, la particular forma en que el virus se adhiere y se replica en un organismo huésped deja sus huellas, y es posible reconstruir su procedencia a partir de ciertos análisis en el genoma. En el caso del nuevo coronavirus, son dos las particularidades que resultan de mucho auxilio frente a nuestra pregunta.
Como bien se explica en la publicación citada, los estudios bioquímicos describen una unión óptima a través de los receptores humanos ACE2, siendo la proteína espiga (spike) la que evidencia una escisión polibásica idónea (RBD: receptor-binding domain, sitio de unión receptora), en la cual se insertan 12 nucleótidos proteicos. Estas dos características son las llaves para la futura trazabilidad del estado genómico actual.
Existe así una región del código ARN en el nuevo coronavirus que resulta de especial relevancia para la detección de cambios recientes en la cepa actual, porque las proteínas espiga guardarán en la RBD ciertos cambios en la codificación genética, en un segmento específico del genoma. En la imagen siguiente se muestra un esquema del análisis llevado a cabo, comparando los sectores proteicos específicos del genoma del nuevo coronavirus con los correspondientes en otros previamente conocidos, evidenciando pequeñas variaciones (de menos del 4 % en la cantidad de los genes modificados) que implican una sola cuestión: que se trata de modificaciones aleatorias producidas por la misma selección natural. La intervención humana queda absolutamente descartada, porque se trata de mutaciones tan pequeñas que son inviables en lo absoluto para la tecnología y los conocimientos actuales. Diferente sería si las porciones modificadas fueran mucho mayores (en otras palabras, no es posible ir cambiando gen por gen y alelo por alelo).
Para el lector que conozca del tema, sugiero consultar los detalles en la publicación original, porque resulta inviable acá el desarrollo completo de las argumentaciones. Es importante resaltar que existe una posibilidad de manipulación humana, denominada evolución biológica experimental, en la cual se inducen los procesos de mutación natural, en marcos de laboratorio fuertemente controlados, promoviendo la evolución a un ritmo acelerado. Sin embargo, esta opción resulta altamente improbable al compararla con el derrame zoonótico, provocado por nuestra desequilibrada expansión territorial.
Aunque se desconoce el origen de los virus, muchos han propuesto de que se trata de estructuras nucléicas muy primitivas, en las cuales los procesos de selección natural (variación genética aleatoria) funcionan al igual que como lo observamos en los macroorganismos, por lo que no debemos imaginar como una anomalía a las mutaciones naturales que han dado lugar al SARS-CoV-2, mediante las incursiones sucesivas sobre diferentes organismos huésped. Sobre el derrame (spillover infection), el origen de los virus y otros temas relacionados estaremos conversando en una próxima oportunidad.
Todas las imágenes que acompañan este texto fueron tomadas de Curie Science, editadas por Vinicio Barrientos Carles.
Vinicio Barrientos Carles
Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
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