¿Ha sido todo esto a propósito?
Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA
En el devenir de nuestra historia, las epidemias han tenido más influencia que los gobiernos.
George Bernard Shaw
Hace apenas unos días circuló la noticia de que Charles Lieber, presidente del Departamento de Química de la Universidad de Harvard, fue detenido por mentir sobre su implicación con un programa de investigación del Gobierno chino, mientras este recibía fondos federales estadounidenses para sus estudios. El tono alarmista y el enfoque conspiracionista ha variado, según sean los medios de difusión de que se trate. Lo curioso de esta noticia es que los hechos referidos al arresto del prestigioso doctor se remontan a fines del mes de enero, por lo que se desvela que la resurrección del evento responde con creces a la preocupante situación que se está viviendo en el país del Norte, porque, básicamente, las percepciones populares cambian significativamente cuando las dolencias y penurias llegan al pellejo propio. Aunque el arresto encuadra dentro de la ofensiva estadounidense orientada a desmantelar el reclutamiento agresivo que China ha mantenido dentro de las universidades norteamericanas, el asunto es evidentemente en pro del fortalecimiento de una teoría conspiratoria, dentro del marco del programa chino conocido como Thousand Talents Program, cuyo objetivo es reclutar talentos científicos en países extranjeros. En resumen, los rumores están en definitivo crescendo ante la idea de que el citado investigador, en posible conjunción con otros intelectuales, haya participado en la creación de la cepa del nuevo coronavirus, y obviamente con intenciones geopolíticas y globalizantes. Respecto al hecho de que los mismos norteamericanos le han dado peso a estos rumores es que, como reza el dicho: «el león juzga por su condición».
La verdad es que el título de este artículo atraerá, con toda seguridad, a más de los ávidos lectores que los recientes que he publicado en torno de la matemática y la ciencia de un brote epidemiológico. La razón para esta inclinación a las teorías conspiratorias es que dan una respuesta eficaz, pronta y sencilla, al cuestionamiento de los porqué de esta pandemia. Ante cierto tipo de catástrofes naturales, no producidas por nadie en específico, más que por el curso natural del cosmos (piénsese en un gran terremoto), las colectividades humanas suelen protegerse de la fatalidad psíquica a través de mecanismos de defensa explicativos, resilientes, lo cual, en el fondo, no es difícil de comprender ni es complicado de aceptar. Por otro lado, el siglo XXI ha puesto sobre la mesa algunos escenarios apocalípticos, no como exterminio total, pero sí a la manera de cambios drásticos y profundos en las tendencias capitalistas del mundo. Después de todo, pareciera que somos ya muchos, a tal punto que no nos podemos manejar aceptablemente bien en distintas esferas de la existencia, por lo que cualquier convicción cercana a la idea de un exterminio parcial de la humanidad no resulta en lo absoluto disparatada.
Por eso dominan las interpretaciones mágicas, metafísicas o religiosas, que han encontrado un lugar especial ante la crisis, y mayormente en nuestro país, que no es rico en ciencia ni ha sido fortalecido con procesos de construcción basados en el conocimiento objetivo, ni mucho menos en la difusión veraz de datos verosímiles y sistemáticos. Por ende, resulta lastimoso, y perjudicial, que se mezclen las creencias personales con los hechos objetivos que se están sucediendo, porque sin información correcta las decisiones tomadas desde la cúpula del Estado no serán las óptimas, desde ninguna perspectiva, sino todo lo contrario, experimentales a la usanza de la prueba y el error, en detrimento del pueblo guatemalteco, y específicamente de los sectores más empobrecidos y vulnerables.
En este sentido, no hace falta una encuesta rigurosa para concluir que la mayoría de la gente, no solo acá, sino, quizá, en casi todos los rincones del mundo, atribuya en alguna medida esta pandemia a la ira de Dios, o lo que viene a ser equivalente, que se trate de un mecanismo implementado por el diablo y sus huestes para la deliberada e indiscriminada siembra del mal. Otros, quizá más mesurados, lo apropien como un tipo de venganza de la naturaleza por el antropocentrismo exacerbado que ha destruido el clima, yendo por la destrucción misma del equilibrio del planeta, el cual ha demorado millones de años en alcanzarse.
También, contrapuestos, están los extremistas prociencia, sin percatarse de las limitaciomes actuales para la aplicación de la misma en un mundo que, desde todo punto de vista, no opera en torno del conocimiento, sino del capital y el consumismo depredador. Sin embargo, a pesar de todo, la perspectiva científica sigue siendo la más ecuánime para el abordaje de la crisis, pero que, lastimosamente, como hemos dejado entrever, es la menos abundante, de donde convendrá recordar el otro dicho: «una golondrina no hace verano».
Hace unos días, también, escuchaba al expresidente de Argentina, Mauricio Macri. Me sorprendió la convicción con la que expresaba su acérrimo convencimiento de que todo esto era un producto construido por los rusos, los chinos y los cubanos para minar el poderío norteamericano. No se diga que tales ideas van de la mano de la consabida ola de racismo ultraderechista, propia de los izquierdofóbicos extremos, abundantes en nuestro país. Porque todo es culpa de los chinos comunistas… y aunque nos parezca broma, este «quedarse encerrados», es decir trabados, en una cubeta sin vasos comunicantes y sin ninguna otra posible explicación, es la causal de problemas de magnitud planetaria. En este sentido, lo que más me sorprendió de este audio que comento, es la fehaciente actitud del expresidente argentino, quien dijo que nada ni nadie le haría cambiar de parecer. En fin, fanáticos por aquí y fanáticos por allá, como para no preocuparse (de suerte que no se ha incluido al extremismo musulmán, por aquello de la fatalidad en Irán).
De todas estas aventuradas explicaciones conspiranóicas, me han parecido muy convincentes los argumentos presentados por el lingüista, filósofo, politólogo y activista Noam Chomsky, quien ha expresado una conjetura en la cual denuncia abiertamente a EE. UU., misma que podremos tratar próximamente en otro artículo.
Aún así, al margen de lo que cualquiera pudiera creer, si esto ha sido producido por Dios o por el diablo, o si es un experimento de laboratorio o no, en lo que todos deberíamos estar de acuerdo es en el hecho de que la verdad no puede depender nunca de las creencias que cada quien en particular pueda sostener, por lo que, en total respeto, deberíamos alejarnos de este tipo de consideraciones no verificables. Aún así, se antoja pensar que, en cierta medida, podría ser este el objetivo último de toda esta debacle: un experimento social dirigido a la observación de la conducta humana ante la máxima incertidumbre, quebrando los sistemas que artificialmente la especie ha construido, pretendiendo el total control de su funcionamiento social.
Después de todo, regreso al punto, pareciera que algo (trascendente) tiene que pasar en este siglo XXI, pues somos muchos y la desigualdad no parece detenerse. Así, al no poder poner orden y estructura en este provocado caótico devenir, seremos como pequeñas partículas agitadas dentro de un frasco, las cuales, queramos o no, terminaremos, tarde o temprano, asentándonos finalmente en el fondo, bajo un nuevo orden mundial. Después de todo, dejo la inquietud, muchas profecías han mencionado una renovada toma de consciencia resultante de unos turbulentos movimientos, pronosticando que esta gran toma de consciencia traerá consigo un extenso período de paz y armonía, ahora sí, de tipo espiritual.
Mientras se aclaran la aguas, ¡quédate en casa!
Imágenes principales tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.
Vinicio Barrientos Carles
Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
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