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Todo para los ricos, nada para los pobres

Editorial Hoy en gAZeta

Todo para los ricos, nada para los pobres

Las disposiciones gubernamentales que redujeron al mínimo las actividades públicas de los ciudadanos guatemaltecos, con la finalidad de contener el contagio del COVID-19, han traído de inmediato serias consecuencias para la gran masa de población que vive de su exiguo salario o se gana la vida en el mercado informal.

Considerando los datos de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de 2018, un poco más de siete millones de personas estaban ocupadas, de ellas 15 % son jornaleros, es decir que cobran por día trabajado en el campo y la ciudad, y no tienen trabajo todos los días del año. Otro 34 % son empleados, siendo solo una ínfima parte la que está cubierta por el IGSS, a los que hay que agregar el 6 % que integran los empleados públicos que sí tienen cobertura.

Uno de cada tres guatemaltecos que se dicen ocupados, sin embargo, trabaja por su cuenta en el campo y en la ciudad, es decir, forma parte de ese gigantesco mercado informal y son quienes, de la noche a la mañana, se han visto imposibilitados de agenciarse de los mínimos recursos para sobrevivir.

Para salvar la vida, de los suyos y de los demás, los guatemaltecos nos hemos refugiado en nuestras casas, saliendo apenas a realizar las actividades mínimas, que en muchos casos consisten en desarrollar actividades laborales para que los demás podamos alimentarnos, comunicarnos o curarnos.

Era de suponer que las autoridades velarían por el mínimo bienestar de toda esta población, responsable de que día a día la economía funcione, el quetzal mantenga su estabilidad y los empresarios –ese 2.6 de la población que, según esa encuesta, vive del trabajo de los otros– puedan obtener sus ganancias.

Algunas bancadas de oposición intentaron movilizar apoyos para aprobar algunos paliativos, como diferir para tres meses los pagos de energía eléctrica, agua, telefonía y alquileres. No se proponía la gratuidad del servicio, sino simplemente postergar los pagos, tal y como los empresarios hicieron con sus cuotas patronales de IGSS, Irtra e Intecap.

La lógica era simple, el Gobierno protege las ganancias empresariales, pero también protege a los trabajadores. Lamentablemente, el presidente solo está viendo para un lado, negándose a considerar al grueso de la población.

Fue solo que la maquinaria política del empresariado levantara el teléfono para que su presidente del Congreso, impuesto con públicas mañas, movilizara a sus articuladores y rápidamente pusieran firmes a su tropa, desaprobando todo intento por acordar algunas medidas que, al menos, pudieran paliar la situación de hambre y miseria que se cierne sobre jornaleros, trabajadores por su cuenta y empleados que no están vinculados al sector público.

La pomposa «Ley de emergencia para proteger a los guatemaltecos de los efectos causados por la pandemia coronavirus, COVID-19» es superflua e ineficaz, si lo que se pretende es realmente la protección de los trabajadores guatemaltecos. Aparte de rellenar las arcas gubernamentales para que se gaste a manos llenas y permitir que los diputados opten a contratos para sus empresas sin restricción, todo lo demás son disposiciones sobre órganos públicos que pueden ser puestos en acción sin necesidad de una ley suplementaria.

El capital había entrado en pánico, al grado de que el lunes 23 de marzo el quetzal tuvo su más grande caída en seis meses, atravesando la barrera de los ocho quetzales por un dólar americano. Los ricos comenzaron a sacar los dólares que los migrantes con mucho sacrificio envían al país. Mas, conforme aseguraban el control de Congreso, la sed de moneda estadounidense se contuvo, y el quetzal ha comenzado a recuperar su precio tradicional.

Si creemos en los datos del Gobierno, estamos con un bajísimo número de afectados y con algunos más recluidos en sus casas. Sin embargo, como evidencia una investigación periodística, somos el país de la región centroamericana que menos pruebas ha aplicado, 0.22 por cada cien mil habitantes. Panamá, con una densidad de población mucho menor, al aplicar 5.82 pruebas por cien mil habitantes, ha detectado 558 contagios. De esa cuenta, el video promocional del Gobierno en el que se compara la situación de Guatemala con las de Costa Rica y Panamá, pasa por alto un dato fundamental, el número de pruebas aplicadas a posibles enfermos. La evidencia mundial demuestra que a más pruebas aplicadas más casos detectados y, al hacerlo en un inicio, es posible tomar no solo medidas de aislamiento, sino de protección del enfermo y su entorno.

El estudio publicado recientemente por la revista Plaza Pública evidencia que, de no tomarse las medidas adecuadas, el subregistro de fallecimientos por causa del COVID-19 será enorme, pues la causa de la muerte será identificada simplemente como neumonía.

Es notorio y evidente que el presidente Giammattei no confía en sus propias palabras, pues, a la vez que dice que todo está bajo control, continúa con la fiebre de construcción de hospitales de campaña para los posibles afectados. La situación es delicada, pero los que efectivamente controlan el Gobierno quieren que la gente salga cuanto antes a trabajar, sin importar los costos humanos. Si por un lado usan los recursos asignados para publicidad en la compra de instrumentos hospitalarios, por otro lado presionan al Gobierno para que, haciendo como que todo está bien, envíe a la población directamente al matadero.

Es hora de recomponer el escenario. Las millonarias ganancias que año con año han amasado los grandes ricos no están en riesgo, pero sí lo está la vida, la salud y la economía de miles de guatemaltecos. Por lo tanto, los empresarios y sus políticos deben reflexionar, mirar más allá de sus ya constipadas narices y pensar que no se quedarán sin viajes de fin de año si mantenemos las medidas de aislamiento y el mercado no se dinamiza como ellos quisieran. Si ellos no entran en pánico, el quetzal se mantendrá estable y sus ganancias, aunque menores que otros años, les darán para divertirse.

No se les pide piedad, ni misericordia, simplemente responsabilidad y visión de futuro.


4 Comentarios

  1. Mirna Ramírez 29/03/2020

    Muy contundente, gracias. Lo reenvío.

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  2. Otto Morán 29/03/2020

    Tuve el privilegio de ser alumno del ingeniero hidráulico Kenneth Töpke (Maquinaria Topke de origen alemán) quien llegaba a dar 2 clases a la Facultad de Ingeniería de la USAC, en los años 70, solo por el gusto de enseñar.

    Tres conocimientos adquiridos, me parece oportuno compartir:
    1. La tarea de abastecer agua a una colonia desde la laguna del Naranjo (Zona 4 de Mixco) formada por un número de casas igual a la suma de nuestro nombre (a=1…z=28, para que cada cálculo fuera único)
    2. Por cada pozo de agua que se perfore hay que construir 10 pozos de absorción de agua de lluvia.
    3. El agua es difícil de comprender… como a la mujer; uno nunca sabe cómo va a reaccionar, ni por donde va a salir y el río de vida no podrá abastecerse sin ellas.

    La pandemia del corona virus y el cambio climático, merece nuestra acción hoy y para el mañana. Dejar el tema del agua a un lado, como la construcción de pozos de absorción de la lluvia que nos regala el Jefe, o la naturaleza, es lo único que podemos exigir al gobierno por los poderes que tiene en esta circunstancial emergencia.

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  3. Helga 02/04/2020

    Excelente análisis, gracias

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  4. Lucho Tumín 03/04/2020

    Dentro de los desamparados, estamos los pensionados de Q400.00 a Q2,000,00 mensuales, que no se nos MENCIONA en la posible ayuda de mil quetzales. Mientras que el congreso ya se despachó con la cuchara grande igual que los que recibirán EL BONO DEL PESCADO. Y LOS EMPRESARIOS QUE AMENAZAN CON DEJAR DE PAGAR LOS IMPUESTOS DURANTE TRES MESES, APARTE DE DESPEDIR TRABAJADORES.

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