Performance, encierro y la muerte de la imaginación
Rodrigo Arenas-Carter | Arte/cultura / PERFORMÁTICA
La imaginación no es un escape.
Al contrario, es el lugar al que todos queremos llegar.
Seis grados de separación, John Guare
En este minuto, gran parte de la población mundial (supuestamente) está en cuarentena y además practicando lo que se ha denominado como distanciamiento social. Una vez más, la globalización se manifiesta sobre los cuerpos, y estos a la vez responden. Muchos exteriorizan su incomodidad, dezasón e incluso depresión ante el encierro y la falta de abrazos. Por otro lado, los sectores más postergados de las sociedades se sienten más desesperanzados que antes, pues ya no podrán salir a trabajar en la calle. Otros, más introvertidos, se sienten cómodos ante este panorama.
Con respecto al primer grupo, es bien sabido que el aislamiento ha sido utilizado como recurso de tortura y castigo, y que puede tener consecuencias graves para la salud humana. Por esto, ha sido un tema inevitable para la performance creativa. Recordemos One Year Performance, 1978-1979 de Techching Hsieh, en la que el maestro de la performance duracional se mantuvo bajo cuatro llaves dentro de una jaula durante un año. O la pieza de la argentina Graciela Carnevale Acción del encierro (1968), en la que dejó enclaustrada a la audiencia en una galería para luego marcharse, no sin antes arrojar las llaves a la acera en espera de que algún transeúnte fuera capaz de liberarlos.
Sin embargo, el aspecto que más me ha llamado la atención en las cuarentenas que ocurren en este momento es la dessesperación de las personas no tanto por salir, sino por no aburrirse. Los medios entregan sus propuestas y se gastan palabras, tintas y bytes en artículos que orientan a las personas en su demanda de entretención. Por supuesto, el entretenimiento es un negocio enorme, pero, además, este fenómeno denota dos lados del privilegio de cumplir cuarentena: el lujo del tedio y la muerte de la imaginación. Me centraré, por esta vez, en el segundo aspecto.
La imaginación ha servido para que los marginados puedan sobrevivir día a día, y hemos folklorizado e incluso romantizado dichos instrumentos bajo el término «el ingenio latinoamericano». Recordemos como, en tiempos de gran escasez, en Cuba circulaba un manual que enseñaba a fabricar y reciclar diferentes objetos y materiales. Pensemos en todas las creaciones materiales e inmateriales que los habitantes del Sur Global han desarrollado para no morir ante las carencias y la inclemencia de las clases dominantes: negocios callejeros, reutilización de todo tipo de materiales, e incluso discursos elaborados ante los posibles benefactores que se topan en las calles. Para ellos, la imaginación ha sido su herramienta. En cambio, personas más acomodadas se quejan y desesperan ante la coyuntura de quedarse en casa. Para muchos de ellos, la imaginación es algo externo al ser humano: las películas, las series y los videojuegos son ingeniosos y creativos. Pero ellos no pueden idear formas nuevas para este período. Sin duda, todo esto manifiesta la muerte de la imaginación, enfermedad contemporánea muy bien descrita por el dramaturgo John Guare en su insuperable obra de teatro.
Pensar en las razones de la muerte de la imaginación es un tema complejo. No dudo que este fenómeno implica aplicar otro control biopolítico más a una sociedad ya bien dominada por el estrés y el consumo. Por otra parte, podemos pensar en la falta de estímulo creativo que es lugar común a la educación contemporánea. Justamente, y si esta situación es prolongada por la alianza Estado-medios masivos, la imaginación volverá a manifestarse como un instrumento de supervivencia, tal como lo ha sido, desde tiempos inmemoriales, para los más postergados.
Fotografía principal libre de derechos de autor.
Rodrigo Arenas-Carter
Centra su trabajo artístico en performance y Net Art, participando en festivales y exposiciones en diversos países. Ha obtenido becas y premios como Fondart del Gobierno de Chile (2019), Tercer Lugar en la Bienal de París en Guatemala (2017) y Experimenta/Sur 2016 (Colombia). Autor del libro La vital precariedad. Poesía y performance en América Latina y Chile (2018). Sus ensayos sobre performance han sido premiados en varios concursos. http://rodsands.weebly.com/
Correo: [email protected]
Como siempre, iluminas aspectos de una situación que no se han tocado masivamente o no se le han ocurrido a la mayoría. De tu artículo rescato encapsulado en la frase «…la imaginación volverá a manifestarse como un instrumento de supervivencia, tal como lo ha sido, desde tiempos inmemoriales, para los más postergados» toda una temática de la imaginación –y el humor, incluso– como método de sobrevivencia pues se ve en países como EE UU, por ejemplo, el humor afroamericano es tan famoso e importante no solo a nivel industrias culturales, sino como forma de crear convivencia en estas comunidades.
Gracias por tu comentario Trudy. Genial tu punto sobre el humor, pues es también un arma de defensa.
No creo que la imaginación y la creatividad pertenezca a una clase social determinada. Más bien esta depende de la personalidad y la individualidad. Hay personas que por diversos factores tiende más hacia la introspección , imaginación y hay personas que tienden más hacia lo externo.
Bien podríamos encontrar a una persona que vive en el campo, que ama cultivar flores, y que disfruta de la naturaleza, así como sucede en muchas comunidades, que para no aburrirse puede encontrar algo que lo entretenga, como imaginar juegos. Bien podría existir una persona que vive en otro escenario, más caótico, tortuoso , lleno de ruido , rutina y mucho trabajo, que encuentra el modo de despejarse de todo esto a través de una película. O bien podríamos encontrar una persona más introspectiva en el mismo escenario caótico que encuentra como entretenimiento escuchar a los grillos. O bien podríamos encontrar a hombre que tiene una empresa y necesita de la creatividad para inventar un sistema de energía solar a través del origami.
Me parece reduccionista situar estás características basándote en una lucha entre privilegiados y no privilegiados. Las situaciones extremas, efectivamente, potencializan la imaginación y la creatividad, así como en las guerras las personas tenían que ver cómo le hacían para alimentarse con papas durante años. O la creatividad de las personas que viven en ambientes hostiles ( Noruega etc.) qué necesitan utilizar su creatividad para subsistir en la escasez de alimentos. O la creatividad de las personas para esquivar a la ley. También podemos mencionar a las civilizaciones nómadas que, a pesar de estar rodeados de peligros , encontraban momentos para no aburrirse… vaya, así surgió el lenguaje , a partir del canto, jugando, y viendo como pasar el tiempo… y la cultura en general…Y así podríamos traer muchos casos que ejemplifican como el entretenimiento no se reduce a un deseo de las clases privilegiadas.
La creatividad, el entretenimiento, la imaginación son inherentes al ser humano.
Por otro lado, leer un libro, o ver una película puede también detonar el pensamiento creativo e imaginativo…