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Centenario para no olvidar: 11 de marzo, 1920

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Centenario para no olvidar: 11 de marzo, 1920

Jorge Solares | Política y sociedad / PIDO LA PALABRA…

Hace cien años, el 11 de marzo de 1920, se dio en esta ciudad y el país, la primera manifestación popular contra una dictadura: la de Manuel Estrada Cabrera, el más «eterno» en toda la historia de Guatemala, quien por veintidós años venía manteniendo sojuzgada y aterrada a la población. Dicha manifestación representó el principio del fin de su poder. Los tres poderes del Estado no existían, solo Él. La Asamblea Nacional (actual Congreso) sesionaba en un cuartel bajo vigilancia militar. Sectores conservadores abrieron el desafío mediante sermones acerca de las libertades pronunciados por el obispo Piñol en la iglesia de San Francisco en mayo de 1919 y que catalizaron a la opinión pública. El paso siguiente: fundar una organización cívica independiente. Los líderes hubieron de envolver el rostro anticabrerista de la organización con un velo aparentemente inocuo y oportuno al que el déspota carecería de argumentos para impedirlo: el centenario de la Federación Centroamericana. Así nació el Partido Unionista cuya declaración, el «Acta de los Tres Dobleces», fue rubricada el 25 de diciembre de 1919 y se distribuyó secretamente en toda la ciudad la noche del 31 de diciembre y sigilosamente de persona a persona en reuniones sociales como la del Club Americano donde causó expectación y adhesiones. Fue mostrada el día siguiente, 1º. de enero de 1920, en la sede de la diplomacia estadounidense con el beneplácito efusivo de su secretario. Inmediatamente se propagó por todo el país prendiendo fuego en todos lados. Estrada Cabrera estuvo, por supuesto, enteradísimo de todo y preparando su venganza. El documento fue aprobado por la Asamblea Nacional con todo y su crítica al despotismo dictatorial. Su invitación semanal rezaba: «con el objeto de instruir al Pueblo en sus derechos». Entre los líderes unionistas destacaba M. Cobos Batres.

Manuel Cobos Batres: carta a su hermana. 9 de marzo, 1920 (extractos)

Después de sesenta y nueve días de una batalla gloriosa, la victoria comienza a dibujarse en lontananza y todo hace presagiar un próximo triunfo. La cuadrilla de cincuenta y un lidiadores en enero […] se ha convertido en un partido enorme que cuenta ya con más de sesenta mil adherentes y que abarca toda la república. La capital y pueblos enteros están con nosotros y todo el mundo, hombres, mujeres y niños, coadyuvan a nuestro triunfo. Las víctimas han sido numerosas, más de quinientos prisioneros, muchos apaleados, muchos martirizados, […] el miedo se va apoderando de todos los esbirros y poco a poco van obedeciendo con mayor flojera las órdenes del amo. Éste está loco de pánico y vive en una agitación que lo ha reducido físicamente a su más mínima expresión. Al decir de los que lo han visto últimamente […] va de tontería en tontería y de barrabasada en barrabasada, hundiéndose cada día más. Ya nadie duda de su caída inmediata y esto aumenta el pánico de sus allegados y servidores. […] Nuestras juntas de los domingos son cada vez más concurridas y a pesar de haber ensanchado nuestro salón al punto de que pueda contener ya unas cinco mil personas, quedan otras tantas afuera por falta de lugar. Se anuncian para las tres de la tarde y hay que cerrar las puertas a las dos porque ya no cabe ni un alfiler. El partido se ha convertido en una federación que comprende la liga obrera, los estudiantes universitarios, el club de profesionales, el de comerciantes, el de agricultores, el de ferroviarios, el de estudiantes del instituto, todos los clubes de cantón y, además, las sociedades de tipógrafos, de choferes, cocheros, etcétera; en todos reina la más absoluta disciplina; si quisiéramos […] se paralizaría la vida entera de la capital, cerrándose bancos, comercios, boticas, panaderías, mercados, talleres, oficinas, paralizándose el tráfico de ferrocarriles, coches, automóviles, carretas y cuanto significa movimiento y acción […]. Entretanto, se siguen fundando en toda la república los clubes filiales, que en algunas ciudades y pueblos como Retalhuleu. Quezaltenango [sic], Escuintla, Amatitlán, Santa Lucía, Antigua, etcétera, abarcan la totalidad de la población […]. «En la Asamblea ha habido reuniones muy interesantes. A la primera sesión […] llenaron la barra de policías, presidiarios y soldados vestidos de paisanos, […] a la tercera sesión volvieron a llenar la barra con la hez de los presidios y secciones de policía, todos armados y borrachos […]. Las sesiones se verifican en el cuartel que construyó Reyna Barrios en la avenida de La Reforma y que ahora, ya reparado, es Academia Militar, […] observan desde el estrado los miembros del cuerpo diplomático, que asisten a todas las sesiones para evitar con su presencia que haya una degollina.

Rafael Arévalo Martínez (¡Ecce Pericles!)

Para dar una demostración pública de su fuerza y de su férrea disciplina […], el partido dispuso hacer una magna manifestación el once de marzo […]. El Ejecutivo tuvo noticia de ella el diez de marzo por la noche y se aprestó a exterminar a sus adversarios creyendo que le facilitaban la oportunidad tanto tiempo deseada; situó policía de línea en la diez y ocho calle, para impedir que pasasen en el desfile mujeres y niños; escalonó tropa, ametralladoras y cañones a los lados de la avenida de La Reforma; enfocó en esa dirección la artillería de los fuertes de San José, Matamoros y La Palma; aposentó soldados en la Academia Militar con orden de impedir a la Asamblea que saliera a presenciar la manifestación; cuidó de que en los patios interiores estuviera lista una banda de criminales armados para imponerse a los diputados independientes […] en las troneras […] provisto de rifles […]. Su plan era cuidar de que el cuerpo diplomático se retirara después de concluida la sesión, para que no presenciara el asesinato en masa […].

El once de marzo, a las dos de la tarde, salieron de la Casa del Pueblo treinta y dos mil hombres en filas de ocho, sin armas, […] Azmitia, blandiendo una bandera de la unión, iba a la cabeza; en el bolsillo del chaleco llevaba el último mensaje enviado por un adicto de La Palma: «Quinientos momostecos con diez tiros cada uno, tienen orden de disparar contra los manifestantes. Doce están especialmente destinados para el que lleve la bandera» […].

A la directiva seguían los firmantes del acta, los miembros de la liga obrera, los estudiantes universitarios, los profesionales, comerciantes, ferroviarios, agricultores […] y luego la gran masa del pueblo. De las puertas y ventanas, de los techos, de todas partes, caían flores a los pies de los patriotas; el tributo floral fue sobre todo magnífico durante el trayecto de la sexta avenida […]. Y era tan bello el espectáculo que Luis Pedro Aguirre decía con frecuencia al abanderado: Vaya más despacio, don José; ¡esto es demasiado hermoso…!

Al llegar el desfile frente al edificio de la penitenciería […] ensordecieron el aire atronadoras vivas a la patria y a la unión […]. La guardia de la escuela preparó sus fusiles, haciendo blanco en el público [apuntando al], un grupo de soldados vestidos de paisanos corrió a tomar las armas. Los diplomáticos indignados prohibieron que se las dieran y el representante de Francia, dirigiéndose al diputado [cabrerista], gritó: «¡Canalla! sobre usted caerá la responsabilidad del derramamiento de sangre».

Se habían frustrado las medidas más graves de Cabrera; pero no todas: algunos de sus servidores, respaldados por ametralladoras y bayonetas, dispararon sobre el pueblo indefenso; muchas víctimas cayeron a sus disparos […].

Un entusiasmo delirante corría por la muchedumbre; los espectadores ya no podían permanecer indiferentes, y gritando corrían a engrosar las filas; las mujeres estorbaban la dirección de los proyectiles, cubriendo con sus cuerpos a los estudiantes y obreros amenazados […], la multitud pasaba con las manos en alto, para protestar de que se les asesinaba a mansalva; pero pronunciando la palabra: «Adelante» […]. El desfile siguió. La columna, dando vuelta por otra calle, regresó en el mayor orden hasta disolverse frente a la casa del partido.

Antes de iniciar este histórico desfile, el primero que se verificaba en Guatemala después de veintidós años de dictadura cabrerista, los siete directores del partido […] acordaron que la bandera centroamericana sería llevada alternativamente y durante una cuadra por cada uno de ellos: el primer turno correspondía a José Azmitia. […] empuñó el pabellón con marcial arrogancia. Pasó la primera cuadra, la segunda, la tercera, la cuarta, y el valiente prócer parecía ignorar lo convenido. Nadie le reclamaba, sin duda porque todos estaban convencidos de que no aflojaría la prenda […]. Los directores volvieron a las oficinas del partido, después de tres horas de marcha, rendidos por la fatiga y por las emociones, sudorosos y polvorientos…

«El Unionista», órgano del Partido Unionista, Alcance al Número 50, 11 de marzo de 1920

Se ha obtenido el triunfo más colosal y ruidoso que se puede alcanzar al amparo de la paz y de la ley; y se ha verificado contra nosotros el crimen más horrendo que registra nuestra historia y el atentado más inícuo [sic] cobarde y desalmado, contra todo un pueblo culto, que sin armas y en el orden más perfecto, hacía una manifestación en honra del Cuerpo Legislativo […], decidió organizar una gran manifestación; y se señaló el día de hoy a las 3 p.m. para concurrir en cuerpo todo el Partido de la Capital…

De la Casa del Pueblo, sede del Partido Unionista en la esquina de la 12 calle y 4ª. avenida (hoy zona 1) se dirigió hacia el sur por la sexta avenida a la Penitenciería y luego al edificio de la Academia Militar (posteriormente Escuela Politécnica y hoy Ministerio de la Defensa), donde la Asamblea Nacional, secuestrada por Cabrera, tenía que sesionar.

Todas las clases sociales se aprestaron a asistir, y a las 3, las calles por las cuales la manifestación habría de pasar estaban cuajadas de gente. […] La manifestación salió de la casa del Partido en el orden señalado en el Programa, recibiendo una continua y calurosa ovación, en que Guatemala en peso aclamaba a los manifestantes, que no bajaban de treinta mil. Es la más colosal y significativa manifestación que recuerda la historia del país. […] frente al edificio del Cuartel donde el Ejecutivo tiene como en secuestro a la Asamblea, […] penetraron a invitar al Alto Cuerpo Legislativo, […] para que concluida la sesión se sirviera presenciar el desfile de los Unionistas. […] Los señores representantes aceptaron la invitación, y entonces un pequeño grupo de los Diputados Gobiernistas y la turba armada de asesinos y esbirros, […] empezaron con gritos insolentes […] procurando impedir la salida [de los diputados].

La Asamblea quizo [sic] en Cuerpo salir […] a presenciar el desfile y los soldados […] impidieron el paso […], angustioso momento en que la fuerza bruta del Ejecutivo coartaba la libertad de la Augusta Representación Nacional […]. Había desfilado la Directiva y casi todos los clubs de obreros, […] se adelantaron varios individuos […] y sacando sus pistolas abrieron fuego sobre la multitud pacífica y desarmada. Inmediatamente se adelantaron varios Agentes de la Policía e hicieron lo propio […]: nadie, ni aún las Señoras que en gran número asistían al grandioso acto de la democracia, huyó ni conoció el pánico. Todos gritaron: «adelante y no retroceder. Muramos como mártires de la santa causa» y presentaron sus pechos para que los cobardes e infames asesinos del pueblo los fusilaran a mansalva. Las descargas se sucedieron unas a otras, y cuando cesaron los disparos, entre la multitud se habló de muertos, heridos y contusos. […]. La columna continuó impasible y dando la vuelta por otra de las calles de la Reforma, regresó en el mayor orden hasta disolverse frente a la Casa del Partido.»[…

Nota final [de El Unionista]: a la sesión de hoy asistió el Cuerpo Diplomático; y varios de los honorables señores miembros de él, se han dado cuenta de la enormidad del crimen cometido contra el pueblo, llegando el caso de que un honorable Secretario de Legación tuviera que contener casi por la fuerza a Manuel María Girón, a quien justamente llamó canalla; esbirro, el peor del Presidente, y que ordenaba la maniobra de asesinar al pueblo desarmado.

No es desconocido para nadie, pues lo hemos hecho público con lujo de detalles que ya la matanza de hoy, estaba preparada por el Ejecutivo […] y así vendrán al punto nuevos procesos por sedición y demás delitos militares que se castigan simplemente con la muerte.

Todo lo podrán hacer, pero tenemos cómo desmentir sus embustes y darles en el rostro con testimonios de su culpa, ante los cuales temblarán con el miedo del criminal cogido en sus propias redes.

Partido Unionista
Actitud de la mujer guatemalteca
Zacapa, marzo de 1920.
Señor Secretario General del «Club Unionista».
Guatemala

Estando empapadas de los fines que persigue esa heróica [sic] agrupación política, nosotras del sexo femenino, no podemos menos que secundar con nuestra voz de aliento a los valientes que han empuñado el estandarte de la Unión de Centro – América [sic].

El mundo evoluciona, la mujer ya no es la simple compañera del hombre, sino factor importantísimo que contribuirá a lo futuro al desarrollo de la vida de los pueblos.

Si con la Unión de Centro – América obtenemos la implantación práctica de la democracia es un crimen que los hombres permanezcan indiferentes ante el despertar de la Patria.

Que nuestra voz sirva de aliento a esa heróica entidad política.

¡VIVA LA UNION CENTRO – AMERICANA!

¡VIVA LA DEMOCRACIA DEL MUNDO!
[Firmas]

Toda esta victoria no dejaba de anticipar lo que vendría: vendría lo peor. El déspota, acorralado, se enardeció por apoyos recibidos, singularmente de la embajada de Estados Unidos, y ante la declaratoria de la Asamblea declarándolo loco e inepto para gobernar, se incendió («¿Loco yo? Ya verán su loco») y respondió bombardeando la ciudad. Esos terribles días de abril, del 8 al 14, han sido llamados «la Semana Trágica»: una ciudad civil bombardeada por su presidente.

Plazuela 11 de Marzo a los 90 años

El 11 de marzo de 2010 por la mañana, un grupo de universitarios de la Dirección General de Extensión Universitaria de la USAC, llegamos al sitio que con el nombre de Plazuela 11 de Marzo, aludía desde décadas esa gesta cívica en un sitio particular de la manifestación de 1920: en un redondel en la 7ª. avenida enfrente del actual Banco Industrial (7ª. avenida 7-34, Zona 4). Cuando colocábamos una ofrenda floral conmemorando el aniversario noventa de esa magna gesta cívica, pasó un carro, se detuvo y bajó una persona en mangas de camisa para preguntarnos qué hacíamos. Se trataba del alcalde Álvaro Arzú, quien se manifestó complacido porque, dijo, Manuel Cobos Batres había sido familiar suyo y ofreció un ejemplar del libro que acababa de editar con sus proclamas y escritos políticos. Asimismo, y respondiéndome, aseveró que la plazoleta conservaría su nombre tradicionalmente histórico a pesar de las remodelaciones. Pero le cambió ese nombre histórico por el de Plaza de la República, que al parecer, nadie conoce ni utiliza.


Arévalo Martínez, Rafael: Ecce Pericles, varias ediciones / Cobos Batres, Manuel (en Ecce Pericles) / El Unionista, diario independiente, órgano del Partido Unionista (25 de diciembre 1919 – 7 de abril, 1920).

Jorge Solares

Evocando un desarrollo humano integral con justicia social dentro de una democracia culta, participativa, equitativa, en esta sociedad étnicamente plural, económicamente desigual, políticamente golpeada. El camino, una Ciencia con Conciencia como docente, investigador y editor, integrando Humanidades, Ciencias Sociales y Ciencias de la Salud.

Pido la palabra …

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