Favoritas de los Óscar 2020
Matheus Kar | Arte/cultura / BARTLEBY Y COMPAÑÍA
Estas palabras quizá las han escuchado, y quizá sean el lugar común de las personas sensibles al arte, pero no es mentira: «El cine me encanta». Podría decir, incluso, que algún largometraje visto allá por el 2003 o 2004 me inspiró a escribir mi primer relato. ¿Fue una película de Steven Spielberg, de George Lucas o de James Cameron? Quizá lo sé, quizá no lo sé. De cualquier modo, así como consumo literatura y música, también consumo el séptimo arte: con respeto, con dedicación, con amor y con la atención que merece. Por eso mismo, aquí van algunas apreciaciones y vaticinios sobre los nominados a los Óscar 2020, los premios de la academia de Hollywood.
Mejor montaje
Si de mí dependiera, le daría el premio a Telma Schoonmaker por The irishman. Sin embargo, aunque Jojo Rabbit no se queda atrás, pienso que lo que ha hecho Yang Jinmo en Parasite es hermoso. La secuencia cuando la familia Woo prepara, ensaya y lleva a cabo la estafa a la familia Park es genial, muy similar a lo que hizo Tarantino en Reservoir Dogs (1992), cuando Tim Roth practica una anécdota que es llevada a tres niveles de montaje simultaneo y que sintetiza la maestría narrativa del cine.
Mejores efectos especiales
Otra vez, por cariño, le daría el premio a uno de mis protegidos: The rise of Skywalker, el epílogo de la familia más importante de la galaxia y de la ciencia ficción. Sin embargo, la pelea podría estar entre The irishman y 1917. El trabajo, no de maquillaje, sino de efectos especiales que realizaron con Al Pacino, Robert De Niro y Joe Pesci (alias Bebé Yoda –como diría Ricky Gervais–) para reducir sus arrugas posee más mérito que una pantalla verde. Aun así, pienso que el premio se lo llevará la producción de Sam Mendes.
Aunque hay una posibilidad de que sí se lleve la estatuilla la última de Star Wars. Carrie Fisher, como podrán recordar, falleció en 2016, por lo que los minutos que ocupa en pantalla es puro montaje de material desechado, CGI y efectos especiales. ¿Hay mérito?, sí.
Mejor canción
Ninguna de las nominadas me parece. En mi opinión, habría nominado cualquiera de Judy, la biopic de Judy Garland –sí, la que canta Over the rainbow y sale en Wizard of Oz (1939)–, y, de paso, le habría dado la estatuilla dorada.
Mejor guion original
La batalla, hay que aceptarlo, está entre Noah Baumbach, por Marriage Story, Quentin Tarantino, por Once upon a time… in Hollywood, y Bong Joon Ho & Han Jin Won, por Parasite. De Noah se puede afirmar que es un enfoque novedoso, trata de mantenerse imparcial, sin inclinarse por ninguno de los personajes. Sin embargo, hay escenas que pudieron transmitirse en imágenes y no en palabras, para buscar no hacerla tan políticamente correcta. Con la película surcoreana sucede lo mismo, el recurso elíptico apenas si se utiliza, los personajes explican mucho de lo que el espectador respetuoso ya ha entendido. A pesar de ser una cultura silenciosa, hablan mucho. Y el speech de «los planes que no fallan» es demasiado forzado. Quizá no por mérito propio, sino por falta de consistencia en las otras producciones, la de Quentin Tarantino podría resultar ganadora. Eso sí, el guion es genial y el plot twist del final: el más inolvidable de todas las nominadas. Si la corrección política no le gana a la Academia, la película protagonizada por Brad Pitt y Leonardo DiCaprio saldrá con el premio en brazos.
Mejor guion adaptado
Adaptado quiere decir, hasta cierto punto, hacer algo mucho mejor con algo que ya era, de por sí, excelente. El trabajo de Taika Waititi es brillante y conmovedor, pero no es suficiente para ganar a las otras. Eso sí, ha dejado claro que merece dirigir la próxima serie de Disney que le dará continuidad al universo de Star Wars: Kenobi (2020). La épica narración de The irishman es brillante, con buen manejo de recursos, pero a ratos lenta y sin propósito. Scorsese ha estado acostumbrado a adaptar biografías, como sucedió con The Wolf of Wall Street (2013), donde sí supo hacer lo que acá no: condensar, focalizar y mantener la tensión. Little women, por su parte, es, más que una adaptación, una relectura del clásico de Louisa May Alcott y quizá, como la crítica ha señalado, campaña profeminista. Esto último, como ya se vio en Marriage Story, parece ser lo que mejor le va a Laura Dern. Sin embargo, la crítica podría ir por la cronología. ¿Por qué no adaptar uno de estos clásicos de la literatura a la época actual? Habría sido genial ver a Meg, a Jo, a Beth y Amy caminando por las calles de Nueva York, o algo por el estilo, y cómo esos valores victorianos carecen de consistencia en los años 2000. En cambio, se tiene a ratos la sensación de inconsistencia entre los discursos progresistas de los protagonistas y la época en la que viven.
La victoriosa, entonces, sería Joker, la adaptación que hizo Todd Phillips de la novela gráfica The killing Joke (Alan Moore). Phillips, no tan gran director hasta el momento, hace lo que Waititi y Gerwing no supieron hacer: narrar algo nuevo a partir de algo, ya de sobra, conocido. Aunque, en mi opinión, el final quedó a deber, el tratamiento que se le hace con el guion, la historia del personaje, la relación con Batman y con la realidad son razones suficientes para ganar.
Mejor fotografía
La pelea está entre la belleza de The Lighthouse y la perfección de Once upon a time… in Hollywood. Poesía versus planos contrapicados y secuencias de pies. No hay mucho que decir.
Mejor película de habla extranjera
El premio podría ser compartido, pero no lo será. O se lo dan a Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, o a Parasite, de Bong Joon-ho. De cualquier forma, estas dos bien pudieron haber compartido la categoría de mejor película. Las barreras lingüísticas o étnicas no deberían ser impedimentos para considerar algo dentro o fuera. El cine, al final de cuentas, no se rige por las palabras, sino por las imágenes, y ellas son universales. También sería una forma de reconocer cómo el mundo globalizado salvó a Hollywood. Italia salvó el western y Japón (Kurosawa) le dio su primer blockbuster a George Lucas y a la industria.
Mejor montaje de sonido y mejor banda sonora
Es obvio: The rise of Skywalker. Matthew Wood y David Acord tomaron la banda sonora de John Williams y supieron sincronizarla con la historia de J. J. Abrams. Sin ese montaje, quién sabe qué más desastres habrían ocurrido en el capítulo final de la saga. Para los seguidores de la franquicia está claro que el sonido es un detalle importante. Desde un principio, George Lucas estableció que una película tan distante con el público necesitaba de ciertos leitmotivs para familiarizar a la audiencia con los personajes, y esto no se ha dejado de hacer hasta el momento. La entrada, los montadores lo saben, debe ser precisa. ¡A mí se me erizó la piel cada vez que escuché The Force Theme en una escena que lo ameritaba!
Mejor vestuario
Está entre Jacqueline Durran, por Little Women, y Mayes C. Rubeo, por Jojo Rabbit. Me inclino por la película de propaganda antinazi.
Mejor actor secundario
Quizá esta sea una de las categorías más difíciles de todas. En cada una de las nominaciones existe la polémica de haber descartado una buena actuación. Las más flojas podrían ser las de Joe Pesci y Tom Hanks. Anthony Hopkins, por fin, logró desprenderse de su papel de Anthony Hopkins y le ha dado vida propia a su personaje. Sin embargo, Hollywood se dividirá por Al Pacino o por Brad Pitt. Ambas actuaciones son venerables y, por momentos, le robaron el protagónico a Robert De Niro y Leonardo DiCaprio, respectivamente. Con cualquiera nos iremos felices, con cualquiera nos iremos enojados. No es que un premio, supongamos, sentencie el destino de un actor o de una película, pero qué bien se siente cuando se le da al César lo que es del César.
Mejor actriz secundaria
Sin duda la estatuilla irá directo a las manos de Scarlett Johansson. La escena donde debe encarnar simultáneamente a la madre y al padre de Jojo es conmovedora, no solo para el personaje sino para la lectura global de la película. Una actuación que ayudó mucho a empatizar con el personaje y (spoiler) con su muerte casi al final del filme. ¿Quién no quiso llorar?
Mejor dirección
He hablado de las cinco y las cinco poseen aspectos positivos como negativos. Acá, así lo creo, no se valora la experiencia, la trayectoria o la simpatía, se valora el trabajo final. Pudo haber sido la primera como la última película de cada uno y en nada debería influir el resultado. Algunos dicen que se debería llevar la estatuilla el director de Parasite porque «a pesar de ser cine japonés», «a pesar de no contar con alta tecnología», «a pesar de no ser experimentado» hizo un buen trabajo. No; no debe ser así. Lo haces o no lo haces. «A pesar» de todo eso, los errores de Joon-ho son narrativos, de verosimilitud y falta de lenguaje cinematográfico. Pienso que la película debió seguir el ritmo y la calidad de la primera hora. La película de Sam Mendes es buena, pero no tiene mucho que decir, sin embargo compensa en la dirección y el enfoque. Scorsese es, por sí mismo, una institución, pero eso no le basta; el manejo de la cámara no fue astuto, los saltos narrativos cortan el ritmo y las actuaciones son calcos de antiguos personajes del universo Scorsese. Tod Phillips, ya lo dije, me decepcionó con el final, más que uno abierto, parece carecer de él, por no mencionar la tosca utilización de la elipsis y los flashforwards. Por lo tanto, un férreo contrincante para todas estas es Quentin Tarantino. La dirección es impecable, independiente de la narración y poética en los planos.
Mejor actor
Sin duda, Jake Gyllenhaal, por Spiderman: far from home. Es broma. En estos casos, recurro quizá a uno de los mejores críticos que hay: «El enchinamiento de la piel» (ja ja), algo que únicamente me sucedió con los papeles de Adam Driver y Leonardo DiCaprio. Sin embargo, existe un gran distanciamiento entre los personajes del segundo: Rick Dalton no se parece en nada a Jordan Belfort, a Jay Gatsby, a Candie de Candyland, a J. Edgar Hoover o a ninguno de los otros papeles que ha representado. Adam Driver, en cambio, parece mantener un perfil más homogéneo, menos distante, que, de igual forma, no logra afectarlo del todo. Quizá no sea el momento de Adam.
Pero uno de ellos dos será.
Mejor actriz
La sorpresa, sin duda, puede llegar a ser Reneé Zellweger, quien encarna a Judy Garland en su biobic. ¿Y solo eso? Bueno, también interpreta algunos de los clásicos de la estrella estelar de Wizard of Oz. Reneé logra conmover tanto con la actuación como con la excelente voz que tiene, es una mezcla genial que enriquece al personaje y la película. El único punto negativo es la duración, uno sale del cine con ganas de más. Por suerte, en tiendas y plataformas electrónicas está disponible el soundtrack que grabó para el filme.
Mejor película
Por estas y mil razones más, la favorita es Once upon a time… in Hollywood, la catarsis colectiva de los norteamericanos que vivieron o presenciaron mediáticamente el asesinato de Sharon Tate. El punto negativo para esta película podría ser el reparto: los chicos de Manson. Una, en especial, no me agradó. Estaba sentado en la sala de cine, cuando Mikey Madison, en una pésima actuación, me hizo desentenderme de la trama y de la escena. Sin embargo, el carismático Brad Pitt me devolvió al ambiente y pude seguirla viendo. Fui tres veces más. En todas, sentí la incomodidad de Madison.
Esta, a su vez, podría ser la película más difícil de Tarantino y quizá la más incomprensible. Todos esos ingredientes que lo han caracterizado en la dirección brillan por su ausencia, no por mediocre o incompetente, sino porque el director estadounidense quiso entregarle a su público algo nuevo, en todos los sentidos: historia, recursos, fórmulas, géneros. Sería una excelente forma de premiar la ambición y la renovación propia, de premiar a Tarantino por demostrar que puede hacer algo más que lo habitual.
A ver qué sucede este 9 de febrero.
Imagen tomada de El Universo.
Matheus Kar
(Guatemala, 1994). Promotor de la democracia y la memoria histórica. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía «Canto de Golondrinas» 2015, el Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), el Premio Editorial Universitaria «Manuel José Arce» (2016), el Premio Nacional de Poesía “Luz Méndez de la Vega” y Accésit del Premio Ipso Facto 2017. Su trabajo se dispersa en antologías, revistas, fanzines y blogs de todo el radio. Ha publicado Asubhã (Editorial Universitaria, 2016).
Si su consumo del «séptimo arte» es, como dice, «con respeto, con dedicación, con amor y con la atención que merece», habría que ser rigurosos en cuanto a no calificar de arte todas las películas seleccionadas para ser tomadas en cuenta en la premiación, que, en su mayoría, son producto de grandes superproducciones y de una industria hegemónica de entretenimiento. Hollywood es un aparato de reproducción ideológica del imperialismo y, desde esa perspectiva, las películas hollywoodenses, aunque algunas son capaces de hacer una crítica a su medio social y al propio sistema económico que les permite existir, refleja (y legitima) valores y desvalores de la sociedad estadounidense y de Occidente, en general; promueve una mercantilización del cine generando enormes ganancias a la economía norteamericana; inserta en el imaginario social concepciones negativas de lo que se opone al sistema occidental, vale decir: Medio Oriente o los países socialistas o contra lo posibles ataques nucleares (como su favorita de Star Wars); también es propaganda sionista y, en suma, convierte a los filmes en «mercancías», lo que reafirma el orden capitalista. Claro, es obvio, al capitalismo como sistema económico dominante le corresponde una ideología dominante.