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Reforma electoral en Guatemala: qué pasa con el capital político de quienes pierden

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Reforma electoral en Guatemala: qué pasa con el capital político de quienes pierden

Edgar Florencio Montúfar Noriega | Política y sociedad / IDEAS AL AGUA

Está en el ambiente una nueva reforma electoral. Cambios que tratan de trazar líneas cada vez más finas en temas remarcados, evidencia del empirismo legislativo en el que se vive en Guatemala. Pero también es necesario repensar el sistema electoral. Hay normas que favorecen o afectan el proceso electoral. Aquí algunas ideas buscando la legitimidad.

El proceso electoral para el Ejecutivo se caracteriza por otorgar todo el poder al ganador y no darle nada al perdedor. No importa si quienes quedan en segundo, tercero o décimo lugar recibieron más de cien mil votos directos por parte de la ciudadanía. Tienen más votos y legitimidad estos candidatos presidenciales que muchos diputados electos cuyos nombres se encontraban escondidos en listas de candidatos al Legislativo. La propuesta es que los candidatos a presidente, que no ganan pero que tienen un máximo del 5 % de los votos, puedan pasar a ser parte del Congreso. Esto permitirá inyectarle más legitimidad al Congreso, pero también los candidatos que no han ganado la Presidencia podrán demostrar su liderazgo en el Organismo Legislativo, dirigiendo el bloque de diputados de su partido, ya que muchos de ellos llegaron por arrastre de la persona que participó por la Presidencia.

Eliminar la segunda vuelta para la Presidencia permitirá asegurar que quienes vencen tengan la legitimidad de una elección lo más masiva posible. Pero es necesario enfocarnos que en este caso la legitimidad de quien gana recae en el proceso electoral y no en los votos que obtiene el vencedor. Las segundas vueltas están por demás devaluadas frente a las primeras, ya que en la segunda siempre participa una fracción de la que participó en la primera. Y es necesario insistir, lo que da legitimidad a las autoridades electas en un proceso democrático es la participación en el proceso electoral.

Al analizar la conformación de los consejos municipales o de los listados de candidatos a diputados, se observa que el porcentaje de quienes toman posesión es mayor al porcentaje de los votos recibidos. Esta es una distorsión del método D’Hunt. Con el objetivo de controlar las distorsiones y que el porcentaje de elegidos corresponda al porcentaje de los votos, es necesario realizar una revisión, sin olvidar que debe existir un piso mínimo y favoreciendo a quienes superaron ese piso mínimo pero que no lograron alcanzar la mayoría.

Finalmente, la oportunidad de reformar el proceso electoral no debe limitarnos por los marcos ya existentes. La posibilidad de levantar la cabeza y ver más, explorar opciones, leer teoría política como los diseños institucionales, permitirá desarrollar nuestro sistema electoral. Y recuerden, la Constitución no es el techo, también se puede reformar.


Edgar Florencio Montúfar Noriega

Hijo, padre, esposo, hermano, sociólogo y pecador creyente que vuelve a pecar

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