De Jabes a James
Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA
No todo el que me llama: «¡Señor, Señor!» entrará en el reino del cielo…
El día del juicio, muchos me dirán: «¿no profetizamos en tu nombre,
expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre».
Entonces les responderé: «Nunca los conocí; aléjense de mí, hacedores de maldad».
Mateo 7: 21-23
El 26 de abril de 2017 sucedió una sensible tragedia que conmovió a muchos en nuestro país. Un automóvil intentaba circular libremente sobre la Calzada San Juan, en las inmediaciones de la Escuela Nacional de Ciencias Comerciales II, zona 7, cuando se topó con una protesta estudiantil pacífica que le obstaculizaba el paso, ya que los alumnos de tal establecimiento educativo bloqueban la calle, exigiendo con pancartas y efusivas consignas el cambio del director del plantel. Ante la sorpresa de los manifestantes, el conductor del automóvil decidió arrollar intempestivamente a los presentes, pasando por encima de ellos, dejando lastimados a 14 adolescentes y a 2 mayores de edad. Las consecuencias fueron nefastas. La joven estudiante más afectada, Brenda Domínguez, gravemente herida, fue trasladada prontamente al Hospital Roosevelt, a consecuencia de que, aún estando bajo el carro, el conductor arremetió con mayor fuerza, ante el asombro y la impavidez de sus compañeros que nada pudieron hacer para rescatarla, mientras el enegúmeno piloto presionaba el acelerador, destrozando las extremidades de la joven estudiante.
En efecto, como consecuencia de la atrocidad perpetuada, a Domínguez se le amputó la pierna derecha, y con riesgo de perder la otra y uno de sus brazos, finalmente falleció agónicamente tres días después. El individuo, evidentemente culposo, además de darse a la fuga, se escondió de la forma más cobarde y vil. Después del lastimoso evento, el MP procedió con celeridad y efectividad en las pesquisas, ubicando primero el auto del responsable. Posteriormente se identificó al conductor, el señor Jabes Meda Maldonado, quien destacó ser hijo del pastor evangélico homónimo, encargado de la grey de la Iglesia Puerta del Cielo, ubicada en la colonia Tikal II, la cual fue allanada, para intentar localizar al fugitivo señalado, sobre quien se llegó al extremo de emitir una orden de captura en la Interpol. Trascendió que el padre del señalado, de 44 años, le apoyó abiertamente en los penosos intentos por escabullirse de la justicia, lo cual a todas luces es múltiplemente condenable.
En el relato de cómo Jabes Meda se vio obligado a entregarse a los tribunales, varios detalles llamaron poderosamente la atención, pues ciertas similitudes con el impresentable expresidente James Morales salieron a relucir, más allá de los nombres de los susodichos esperpentos. Por un lado, Jabes manifestó una particular forma de religiosidad que a todas luces es fruto de una ideología idiotizante y manipuladora que pretende desviar cualquier verdad amenazante hacia una sarta de mentirillas que, como niño malcriado, le resulten favorables a sus conveniencias e inhumanos atropellos. Cuando le arrestaron, el tipo sonreía, y riendo repetía: «Dios es bueno». Cual formuleja de alta teúrgia del medioevo, invocaba un borrador divino de cuanto había hecho,… riendo, sin ningún tipo de culpa o remordimiento.
Como es bien sabido, lo mismo sucedió durante meses, años, con el sátrapa Morales, pues al igual que su cuasi homónimo, se hizo notable por un falso apego a los mandatos y designios divinos, profiriendo bendiciones por doquier, recurriendo al nombre y la palabra de Dios cuando el contexto le implicara amenaza a sus intereses personales, tan mezquinos como rastreros e irresponsables con la investidura que él mismo persiguió y aceptó asumir. Jabes, el hijo del pastor, y James, el ungido por las élites depredadoras, hicieron lujo de la incrongruencia hipócrita y farisea entre lo que se habla y lo que se hace. Replicando «¡Señor, Señor!», esperan engañarse a ellos mismos y a cuantos puedan arrastrar a lo profundo de su mentira. Sin embargo, las acciones y el tiempo, que nada perdona, les delatan.
Se antoja visualizar que ambos JM fueron exprofesamente formados acríticamente para la manipulación, para el desempeño de roles, para el ejercicio de un poder aparente o real, bajo las ínfulas de superioridad, porque Dios los había colocado en esas circunstancias. Nada más lejos de la verdad. Emergidos desde la cuna de la necesidad y la pobreza, pero no de la pobreza material, sino la del espíritu, se desarrollaron como adefesios ególatras (ad Ephesios: léase el origen del término, para afimaciones erróneas), queriendo aferrarse hipócritamente al Espíritu Supremo, bajo la consigna de «si Dios conmigo,… ¿quién contra mí?». Sin embargo, en el fondo, son unos perpetradores narcisistas cuya esencia no es sino únicamente la de sus intereses aberrantes, por sí y para sí. Todo lo demás pasará a ser delgada cáscara y fachada de mala obra, con unos acabados de mediana calidad, según lo exigieron las circunstancias.
Por ello, James, el hijo de la comerciante, el vendedor de plátanos que se hizo actor, primero por la comedia, después por la tragedia de la política barata y demagógica, no es sino ese árbol torcido que sirvió perfectamente a los fines de los perpetradores del mal, que rechinan los dientes cuando la justicia se hace presente. Ante todo, el discurso plagado de las palabras bendecidoras para los actos inmorales que todo lo revelan. Aún así, los JM, huidizos, cobardes e irresponsables, serán inexorablemente alcanzados por la justicia, en todas las dimensiones posibles.
La hipocresía en los JM proviene del deseo de ocultar a los otros los motivos reales que les mueven, escondiendo su verdadera personalidad. A este respecto, el sobresaliente Noam Chomsky explica la hipocresía como una fehaciente negativa a «aplicar en nosotros mismos los mismos valores que aplicamos en otros», en un enfermizo marco de autoengaño. Pero cabe una reflexión más, puesto que, posiblemente, todos estamos muy de acuerdo con los señalamientos y la crítica, sin percatarnos de que los males que atacaron a Jabes y James se encuentran servidos en la mesa para todos los guatemaltecos que hemos caído, tantas veces, en el apoyo de acciones de una evidente falsa espiritualidad, carente del verdadero amor al prójimo. Lo que Jabes hizo, muchos lo han pensado en momentos de desesperación. Lo que James impulsó, muchos aún lo siguen apoyando… sin pensar en Guatemala como un todo conformado por todos, sin distinción de credo, condición o ideología.
En psicología se estudia que el comportamiento hipócrita se encuentra relacionado con el error fundamental de atribución, con el cual las personas tendemos a explicar nuestras acciones sobre una base circunstancial, pero atribuimos las acciones de los otros a «características innatas», lo que nos lleva a juzgarlos (negativamente), basando nuestras acciones en virtud de que «somos diferentes». En el fundamentalismo religioso, este fenómeno proyectivo alcanza niveles estratosféricos, al igual que en los políticos, y peor aún cuando se juntan ambos, como en el ultraconservadurismo neofascista, donde los «bendecidos hijos de Dios» son capaces de atropellar o asesinar a cuanta persona se les interponga en su camino, pensando que «Dios es bueno» y perdonará cualquiera de sus mal obras. La cita inicial, tomada del evangelio de Mateo, es clara y contundente: al momento del juicio, se les dirá: «Nunca los conocí; aléjense de mí, hacedores de maldad».
Imagen principal tomadas de diversos medios, editada por Vinicio Barrientos Carles.
Vinicio Barrientos Carles
Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
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