¿De quién es realmente esta «guerra»?
Trudy Mercadal | Política y sociedad / TRES PIES AL GATO
De lo primero que sucedió al iniciarse los repiques de otra nefasta «guerra» de Estados Unidos en el Medio Oriente, fue que se dispararon los precios del petróleo ¿A quién beneficia esto? Pues a nadie más que a una conglomeración de corporaciones transnacionales. Aunque al escribir estas líneas no se sabe aún como terminará la cosa, me parece que el meollo del asunto es comprender: 1 de «quién» es esta guerra, 2 cuál es la razón de ella y 3 qué podemos esperar ahora.
Primero, es importante aclarar que esta situación no es «la guerra de Trump», como no lo es tampoco del pueblo estadounidense, pues la aprobación para esta acción bélica –el bombardeo en Irak y el asesinato del general Qassim Soleimani– no pasó por el Congreso del país como debiera, ni por el Pentágono, y como lo muestran las protestas que ya se han manifestado, tampoco cuenta con el apoyo de mucha de la población, que ya está harta de guerras. Algunos medios promueven la idea de que existe un gran apoyo, pero este es un grupo relativamente pequeño de trumpistas. Este apoyo, sin embargo, puede expandirse, según como los medios cubran el conflicto.
Sin duda que la administración de Donald Trump es culpable. Y Soleimani, aunque según parece no era un inocente, sí era un oficial de alto rango de un gobierno extranjero y muy popular entre su gente. El asesinato, de acuerdo con los expertos, ha sido tremenda imprudencia. Trump es el «tonto útil» fácil de convencer y de presentar como el culpable principal de la conflagración. Lo que este conflicto es, en realidad, es la continuación de la expansión del imperialismo en el Medio Oriente que comenzó con la colonización del área por el Imperio británico y que ahora continúa por EE. UU., con colaboración de aliados.
Así como Trump es el tonto útil, Soleimani es la excusa de turno, pues este juego es más antiguo y va mucho más allá de un gesto impulsivo de agresión. En esta política internacional ultramilitarista participan ambos partidos políticos de EE. UU. George W. Bush –republicano– inició la guerra contra Irak y Barack Obama –demócrata– la incrementó. Y la tal guerra continúa hoy. O sea, los presidentes, sin importar de qué partido sean, son solo tornillos en la gran máquina militarista. Eso mismo es Trump, aunque en una versión infinitamente más repugnante e impresentable que ningún otro.
Presentar a un tipo como al villano de la película hace una atractiva y fácil narrativa que oculta el trayecto histórico, y evita que la gente cuestione y analice cómo es que se llegó a este punto y quién se beneficia. «El villano» aquí es el sistema (y quienes lo controlan). Y como ha sido obvio recientemente, el que millones de personas salgan a las calles a protestar un régimen que rechazan no cambia el sistema. Si mucho, causa que el gobierno de turno establezca un par de medidas de «maquillaje» para aparentar que en algo cede. Las protestas cambian al gobierno casi solo cuando cuentan con el apoyo tácito y material (económico, militar, de inteligencia) del Imperio, como sucedió en Bolivia. Las protestas son muestra de la voluntad popular, pero no evitan la guerra, pues los gobiernos neoliberales sirven a los intereses de sus patrocinadores principales, las grandes corporaciones transnacionales.
Entonces, ¿qué se puede hacer? Seguir protestando, diría yo. Lo que sí logran las protestas, sean espontáneas o cooptadas (las «de colores»), es hacer más difícil el trabajo facineroso a estas élites. Por eso es útil que estas continúen, pues de tanto caer la gota, al final horada la piedra. Eventualmente, el cambio llegará –quizás será una revolución que aún no imaginamos– aunque no sea en un futuro inmediato.
Es importante que se escuchen y visualicen a las comunidades y pueblos que realmente sufren como resultado directo de las guerras, por ejemplo, aquellos a quienes les van a caer las bombas, cuyos recursos serán destruidos y robados. No olvidemos que todos los grupos peleando en estos conflictos han matado inocentes: los grupos terroristas y también los drones militares que han matado a cientos de miles de civiles inocentes en «errores de cálculo» y «daños colaterales». Como sea, de los millones que mueren en cada conflicto bélico, demasiados son civiles inocentes, sin contar con el daño a largo plazo al desarrollo, paz y bienestar de cada población.
¿Cuál es la razón real de esta guerra? Según la BBC y otros medios, hace unos 3 meses descubrieron en Irán repositorios de petróleo que valen muchos billones de dólares. Más claro ni el agua: se necesita alguna excusa medianamente válida (y muchas mentiras) para invadir la región y controlar esos pozos. Encaja perfectamente con que Donald Trump busca rehuir un humillante juicio político que ganaría a la postre (por la mayoría republicana en el Senado), pero que le hará ver fatal en público. Además, está la necesidad de la reelección. Los republicanos no van a arriesgarse a perderla y saben bien que una campaña militar obra milagros en pulir la imagen de un candidato presidencial deplorable.
¿Qué se puede esperar? Protestas. Y, para contrarrestarlas, una propaganda abrumante de ofuscación y mentira a través de medios noticiosos. La prensa en EE. UU., incluso la más «liberal» –CNN, el New York Times, etcétera– ya omite información crucial que iluminaría las causas reales, sistémicas y de largo alcance de esta «guerra». Los más tendenciosos, como Fox News y Breitbart, presentan la agresión como una guerra justa y tachan a todos quienes la opongan de ingenuos, débiles, traidores y apátridas. Es el discurso más trillado del mundo, pero aún sirve. Y en Guatemala conocemos bien la banal semiología que representará el patriotismo: banderas ondeando, soldados heroicos, un enemigo «satánico» de piel morena. Se presentará a las víctimas como culpables de su victimización, cuando no se logre esconder el número de víctimas inocentes. Ningún medio corporativo se esforzará en mostrar como todo está perfectamente alineado con los intereses de financistas transnacionales (los verdaderos apátridas).
Los medios tradicionales aman las guerras porque logran vender más. Producirán incesantemente imágenes y encabezados llamativos, en general superficiales y/o desinformadores. Pero de este tipo de información presentarán poco:
• En los últimos 15 años, 4000 soldados de EE. UU. murieron por causas bélicas en Irak. La mayoría de las tropas son jóvenes de los grupos más pobres y minoritarios del país. Además, del 2000 al 2010, aproximadamente 22 veteranos murieron cada día por suicidio. La tasa de suicidios entre soldados activos ha ido incrementando y se le ha categorizado cómo «epidemia».
• Más de 200 000 civiles iraquís murieron víctimas de la guerra en los 15 años de guerra –no soldados iraquís en acción bélica; estos fueron civiles, incluyendo niños, o sea, el futuro de la nación–.
Para ilustrar el alcance de esta tragedia, usaré este dicho: «Quien mata a una persona, mata un mundo». Se mata a todas las personas que ese ser iba a generar, todo lo que iba a producir para la sociedad. Y por eso, por pura solidaridad humana, esta guerra nos concierne a todos.
Fotografía principal tomada de National Post.
Trudy Mercadal
Investigadora, traductora, escritora y catedrática. Padezco de una curiosidad insaciable. Tras una larga trayectoria de estudios y enseñanza en el extranjero, hice nido en Guatemala. Me gusta la solitud y mi vocación real es leer, los quesos y mi huerta urbana.
Correo: [email protected]
Excelente análisis dra. un abrazo infinito. hay mucho trabajo que analizar para desmantelar el discurso del neoliberalismo.
Muchas gracias! 🙂
Iraq. La grafía culta del nombre del país árabe que se asienta sobre los territorios de la antigua Mesopotamia es Iraq. Esta grafía resulta de aplicar las normas de transcripción del alfabeto árabe al español, según las cuales la letra qāf en la que termina este topónimo en árabe se representa en español mediante la letra q. La grafía Iraq es la que usan filólogos y arabistas de la talla de Ramón Menéndez Pidal, Miguel Asín Palacios y Emilio García Gómez, entre otros. No obstante, y debido probablemente a la anomalía que supone para el sistema gráfico español el uso de la letra q en posición final, desde muy temprana fecha se documenta también en español, y es válida, la grafía Irak. El gentilicio es, para ambas formas, iraquí y su plural, en la lengua culta, es iraquíes (→ plural, 1c). No debe usarse la forma irakí para el gentilicio. Saludos.
OK, gracias.